¿Se ha desarrollado el capitalismo en Venezuela?

Complemento para el link[1]: ¿Cómo opera la estrategia de ablandamiento moral contra el Proceso Revolucionario Bolivariano?

En los regímenes clasistas  no hay base  o estructura económica sin superestructura estatal que la proteja. En la sociedad comunista la estructura económica prescinde de esa  protección por innecesaria, y de allí que la figura del Estado termine extinguiéndose.

Indudablemente, el capitalismo internacional ha existido en Venezuela y sigue haciéndolo; a tales efectos negociamos nuestro petróleo crudo y otros recursos con capitalistas extranjeros  a quienes también les importamos variopintas mercancías de consumo final, aunque así se estén despachando y dando el vuelto. Se trata de una suerte de cambalaches o trueques de segundo orden comercial.

También la revolución bolivariana sigue por ahora respetando ese  capitalismo transnacional, pero es necesario enfatizar que el capitalismo endógeno jamás lo ha habido porque mal pudieron desarrollarse en tan corto tiempo aquellas poquísimas y pioneras empresas fabriles textileras (telas de vestir, medias) de finales del SXIX y primera mitad del XX.

En nuestras ciudades hubo zapateros y sastres; alguna que otra tenería de pequeña escala, alpargaterías, una  fabriquita de hielo, de helados con mercado local, de conservas  con envases importados; todas casi artesanales por sus rudimentarios medios de trabajo y que operaron desde sus comienzos con obsoletas maquinarias y equipos. Ninguna conoció de la tecnología involucrada en las 2 revoluciones industriales que permitieron los acelerados  progresos imperiales del capitalismo inglés, francés, italiano, alemán, belga y norteamericano, imperios para  los cuales sólo representamos y fungimos como clientes de sus mercancías terminadas, las mismas que todavía seguimos importando en buena parte.

Por ejemplo, Telares Branger, Valencia, operó durante muchos años con máquinas de segunda mano o de tercera y con motores desprovistos de las camisas de las  poleas; hubo accidentes por esa causa: Mi abuela materna me citó el caso de  una obrera a quien una de las poleas le desprendió limpiamente su cuero cabelludo porque, además, los controles de seguridad estuvieron brillando por su ausencia durante muchas décadas[2].

Para los comienzos de los años 50 del siglo XX, en Venezuela,  todo posible desarrollo del  capitalismo nacional fue abortado, tragado y metamorfoseado por el llamado capitalismo rentístico petrolero. Este tipo de explotación corrió aparejado con el cacareado “éxodo campesino” que sirvió como semillero del “ejército proletario industrial” para  el parapeteado montaje de falsas empresas, suerte de mamparas para la libre obtención de divisas procedentes de nuestras exportaciones de recursos naturales. No se sembró el petróleo, ni el oro ni el hierro, ni las plumas, ni los cueros. Sábese que las ensambladoras nacionales, sin tecnología propia, pueden considerarse simples proyecciones espaciales de las fábricas de capitalistas extranjeros.

Por negligencia de un   Estado complaciente o por ignorancia de sus gobernantes, esas empresas privada,s con apariencia de capitalistas, jamás dieron todo lo que pudieron haber dado, y no necesitaron perfeccionarse ni desarrollarse como empresas de capital, en el sentido ortodoxo de la palabra. En lugar de extraer plusvalía directa de sus asalariados, tomaban dólares[3]´del Estado, del Fisco Nacional. O sea, terminaron explotando indirectamente a los trabajadores de la industria petrolera, tanto extractiva como refinadora, y con ello redujeron en lo posible la inevitable conflictividad que caracteriza la relación obrero-patronal burguesa.

Los frecuentes casos de condonación de deudas respondió siempre a esta misma estrategia  porque algunos empresarios no corrieron con la misma suerte y debieron recurrir a la dádiva descarada del Estado para seguir manteniendo así y chantajistamente  el nivel de empleo de la poca fuerza laboral en funciones subproductivas  que, en lugar de dejarles plusvalía, servían para cubrían la fachada industrial requerida para justificar el trasiego de dólares registrados como ganancias de mercado.  

 Entonces, este seudocapitalismo explota o se lleva sin pagar nuestro petróleo; explota los asalariados de la Industria petrolera mediante el trasiego de las divisas a su bolsillos a través de los gobernantes de turno, es decir explota desde la superestructura, desde el Estado sin pasar por la estructura económica.

En consecuencia y por razones como las presentadas aquí, no deberíamos cuestionar mucho  la ayuda financiera y los pactos con empresarios privados que viene practicando el actual gobierno, si esas favorecidas empresas “capitalistas”,  bajo rígidas directrices, regulaciones y condicionamientos estatales, ayudan a superar el actual déficit de oferta (al margen de los lesivos acaparamientos que están induciendo inflación).

 Si estas empresas de carácter privado son vigiladas y le sirven al Estado, y no lo contrario como ocurre en régimen capitalista, a ellas debe mirarse y tolerarse como pasos necesarios dentro del actual proceso transicional   hacia el nuevo  modo de producción propio de la sociedad comunal.

15/11/2014


[1] Material suelto componente de mi PRAXIS de EL Capital II, aún en imprenta.

[2] Curiosamente, el Reglamento del Trabajo precedió a la Ley del Trabajo. Aquel data del año 1939 y la ley del año 1943.

[3] Tal estrategia sigue vigente, ahí está el trasiego cadiviego de reciente comisión.



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Manuel C. Martínez


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