Atención Superintendencia de Precios Justos: ¡Mosca con los payasos del mercado! Primera parte

Mészáro y las perlas del Nobelado Hayek[1].

“La lógica invertida suicida de la apologética del capital de Hayek absolutamente no conoce de límites. De acuerdo con esta lógica el capital es el origen del trabajo, y no a la inversa, y por consiguiente merece no sólo una veneración intelectual sin límites sino también la más alta aprobación moral. En palabras de Hayek, “Si nos preguntamos qué es lo que más le deben los hombres a las prácticas morales de quienes son llamados capitalistas, la respuesta es: sus propias vidas”. Pero los ingratos trabajadores así creados y mantenidos en existencia por los hombres generosos que son llamados capitalistas no sienten escrúpulos en morder la mano que les da de comer, en lugar de “someterse a la disciplina impersonal”157 requerida para el funcionamiento exitoso del mejor de los mundos posibles, el “orden económico ampliado” del capital. Porque “Si bien esa gente podría sentirse explotada [Hayek subrayó “sentirse”], y los políticos pudieran atizar y poner en juego esos sentimientos para ganar poder, la mayoría del proletariado occidental, y la mayoría de los millones del mundo en desarrollo, le deben su existencia a las oportunidades que los países avanzados han creado para ellos”  En verdad su ingratitud acarrea también la más deplorable irracionalidad autoderrotadora, por que como resultado “el capitalismo se ve impedido a veces de proporcionarles todo cuanto podría a quienes desean aprovecharse de él mediante el monopolio de los grupos organizados de los trabajadores, los ‘sindicatos’, que crean una escasez artificial de su tipo de trabajo y les impiden a quienes quisieran hacer ese trabajo por un salario menor que lo hagan”.   Tomado de Itsván Mészáro, Mas Allá del Capital (sic), Subc. 43.3.1.

Recuerdo haber leído en alguna parte que los amigos y beneficiarios del sistema capitalista no cesan en su empeño por desprestigiar el Socialismo, quizás, porque  en su corazoncito reconocen que la “Contribución a la Crítica de la Economía Política” de Karl Marx inequívocamente contiene los límites vitales del modo capitalista de producir riqueza,  y las causas intrínsecas de su fallecimiento.

Proyecciones econométricas en las cuales se destacan connotados y aburguesados matemáticos tienen que apuntarles hacia ese fatal destino y su cuasinminente agotamiento como sistema de vida. Son los estadísticos que  no salen al aire.

Precisamente, creemos que, al revés de lo planteado por Hayek, son los asesores de los capitalistas quienes frenan el progreso del sistema, y no los trabajadores como presuntos “monopolizadores” del contrato laboral sindicalero, habida cuenta de que uno de los más poderoso frenos del cumplimiento de la formación de los precios a partir de los negados y abstrusos “precios de producción”, o sea, freno para la formación e imperio de una tasa de ganancia media para todos los empresarios grandes, medianos y pequeños, con altas o bajas composiciones de  capital,  es, precisamente, el acaparamiento de inventarios invendibles.

Una ligera inspección ocular por los centros comerciales revela que la mayor parte de las mercancías exhibidas por los comerciantes está constituida por bienes pasados de moda, fuera de temporada o con defectos varios.

El empresario usa esos inventarios como pantalla para simular que posee un gran capital invertido justificativo de  cualquier margen exagerado de ganancia. Con ello falsea costos y atenúa su margen de ganancia declarable y así escamotea el pago de impuestos varios.

Lo que realmente causa esos precios especulativos, en condiciones normales-no en las actuales venezolanas-es que  tienen mercados pequeños, carecen de suficiente capital con el cual poder renovar 100% de sus inventarios, o sea, no pueden acortar sus tiempos de rotación y se limitan a operar con poco capital a punta de altas rotaciones.

Con semejantes acaparamientos las empresas fabriles desaceleran su oferta, la economía tiende a mantener constantes sus niveles de empleo en general, de mano de  obra de medios de producción. Optan inclusive por deteriorar la calidad de las mercancías en su valor de uso para incrementar sus ventas pero cada nueva unidad repuesta no aumenta el volumen de  la oferta anterior.

Además, es cierto de parte de los trabajadores, ante su mal estado de   indefensión comercial  como asalariados,    tan pronto cobra sus miserable salario, sale a gastarlo  porque podría llegar tarde a la tienda y quedar sin la mercancía de su agrado.

En realidad, eso ocurre porque estamos ante comerciantes de poco monto, que compra hoy para vender mañana.

Sin embargo, en paralelo, sería oportuno que la Superintendencia les haga seguimiento a los clientes a quienes, al parecer, los precios altos y especulativos no los frena en sus costas compras. No hay duda de que si hay inflación es porque hay poder de compra suficiente, pero sabemos que la mayoría de las personas ganan salarios modestos.

 De manera que podríamos  estar en presencia de una gruesa masa   de consumidores cuyos ingresos ameritan ser  explicados ante las autoridades competentes. Sabemos que paradójicamente, los escamoteadores de impuestos suelen inflar sus gastos personales, lo que nos lleva a presumir que los comerciantes  beligerantes están contratando la figura conocida como    como “payasos” de mercado. Gente a quienes les paga el comerciante para que llene sus tiendas  y simule compra, aunque lo haga con dinero que el propio comerciante les suministra.

13/12/2014.13/12/2014 06:31:16 p.m.


[1] Friedrich August Hayek, A través de algunas entregas discontinuas estaremos trabajando este apologista o servilista Nobelado. Este personajillo del Imperio anglonorteamericano es un  ejemplo palmario de cómo los tales Nobeles de Economía, financiados por la burguesía, representan  una de las más cerradas censuras en contra del progreso de esta Ciencia que por culpa de semejantes restricciones literarias se halla frenada en su lectura veraz y en su correspondiente praxis. Véase: Manuel C. Martínez M. PRAXIS de EL Capital y su Primer Suplemento-por ahora a tiro de imprenta_



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Manuel C. Martínez


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