Somos el Dorado. La economía venezolana está abierta a nuevos empresarios ante su incrementada y súbita demanda de consumidores solventes

 

Sólo una superproducción nacional e importación aceleradas y distribuidas en cadena  directamente por el Estado puede con la mayor brevedad garantizarnos el éxito en esta guerra.

 

 Así como el Estado es el principal consumidor y el principal proveedor de dólares y bolívares, asimismo puede,inclusive sin ser socialista, y tiene que ser el primer importador directo, si fuere el caso, mientras la producción nacional por él asumida se pone a tono con esta enorme demanda desatada por el propio Estado.

 

Las clase sociales han sido los instauradores del Estado, sea este republicano, monárquico, dictatorial, democrático, etc. Tal vez por esa razón la sumisión de los gobernantes a la clase  dominante ha sido la norma.

 

Efectivamente, los gobernantes anteriores a la esta V República tuvieron una conducta verdaderamente apendejada o servil frente al empresario privado, quizás por la alienación que los empresarios burgueses vienen ejerciendo desde hace sus buenos 300 años o más, y particularmente desde mediados del siglo pasado[1]. Pareciera que ser de la clase explotadora capitalista supusiera, para esos gobernantes, ser dueño de toda la riqueza nacional con inclusión del proletario nativo e importado, y apareciera también que el aparataje burocrático estuviera allí para servirles según sus intereses clasistas.

 

Como sabemos, el Estado burgués que conocimos fue el gran apalancador de la riqueza de la burguesía que hoy no admite un mejor reparto de la riqueza petrolera. El pensamiento burgués y capitalista produce un empresario ávido e insaciable en materia de acumulación de riqueza. Ahí están los principales empresarios nacionales quienes, no conformes con las agigantadas fortunas que han acumulado   durante décadas, ahora quieren ir por todo, por Pdvsa, por la riqueza natural de todos los venezolanos, y si lo llegare a hacer, entonces iría por la riqueza de otros países. En eso consiste el desarrollo capitalista que desemboca en prácticas imperialistas.

 

Sabemos también que los comerciantes medianos e inferiores han estado alienados frente al burgués de alto rango, y han sido tan serviles ante estos últimos como los trabajadores ante el infatuado patrono de alto poder nacional e internacional.

 

Ser patrono da ascendencia sobre el trabajador aunque su empresa opere con capital ajeno o bancario, y la gran empresa suele aplastar los ánimos y proyectos de los capitalistas inferiores e incipientes.

 

Esta alienación les sigue impidiendo despegar por cuenta propia, pero Venezuela es ahora El Dorado soñado, porque las cosas están cambiando, los infatuados de ayer hoy ya no tienen el control de los dólares nacionales, ya no podrían seguir ejerciendo dominio sobre empresarios menores ni frenar las iniciativas de nuevos emprendedores.

 

El Estado venezolano actual está invitando y  ofrece ayuda financiera y seguridad jurídica patrimonial  a todos los empresarios que deseen operar con sujeción a las disposiciones del Estado, a las leyes protectoras de la población consumidora, leyes de todos los venezolanos.

 

 Esta es su gran oportunidad, la que tuvieron negada por un puñado de burguesitos de vieja data, máxime hoy que el Estado ha fomentado y empoderado una gigantesca demanda que ahora  subsume a todos los millones de marginados e insolventes que antes fue necesario mantener  a raya en beneficio de los 4 gatos que como empresarios rentistas y parasitarios estuvo usurpando al riqueza de todos los venezolanos en favor de sí y de intereses extranjeros.

 

La supuesta escasez o insuficiencia de oferta actual estimula más escasez en búsqueda de mejores precios así estos violen las leyes actuales, pero eso es  una irregularidad que perfectamente pueden ayudar a superar los nuevos empresarios deslastrados de la pata del empresariado que está siendo sacado del juego por incapaz y por enemigo del pueblo.

 

 



[1] Una conducta al servicio de la clase dominante o burguesa tal como lo denuncia el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, un documento crítico que no pierde vigencia mientras subsista un átomo de prácticas capitalistas. Sus empresarios se oxigenan con el Estado, y languidecen sin este a su servicio.

 



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Manuel C. Martínez


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