La política económica de los últimos dieciseis años ha estado signada por la inclusión y redención de las grandes mayorías del pueblo, indudablemente que su efecto es tangible y repleto de virtudes; en lo que llamamos pueblo incluímos a la clase media, aunque buena parte de ella, no ha reconocido tal tarea, recordemos la eliminación de los créditos indexados y las cuotas balón, figuras demoledoras del ingreso familiar y que la revolución eliminó, colocando las ventajas del lado de los excluídos de siempre.
Pués bien, ésta economía en la cual se han invertido ingentes recursos a lo largo de todos estos años, ha estado dirigida a ofrecer garantías para la vida, para el progreso social, para mejores expectativas; simultáneamente la misma ha tratado por siempre de ser invisibilizada, banalizada y atacada, sencillamente porque el uso y destino de los recursos provenientes de la exportación del petróleo no han ido a parar a los grandes benficiarios del pasado que como buitres no se resignan a perder tales beneficios de otrora, que marcaron una de las épocas más nefastas de la historia republicana, como lo fue la denominada cuarta república y sus adláteres que hoy pretenden que ese pueblo olvide lo que aquí pasó.
El ataque a la economía con signo avanzado y progresista, no ha cesado en todo este período, desde la misma asunción al poder de Hugo Chávez en 1999 hasta la fecha con el presidente obrero Nicolás Maduro, unas veces con más intensidad que otras, pero de manera continúa y recurrente surgen propuestas de la oposición política para contribuir a su destrucción, no hay que olvidar el golpe de Estado y la huelga patronal petrolera que afectaron la normalidad económica y de alli en adelante, una tras otras las agresiones a la economía y en consecuencia al pueblo venezolano no han cesado; ahora bien, a partir de la siembra del comandante eterno, la oposición engañosa y virulenta, creyendo que todo había terminado para el chavismo, y en una clara demostración de desconocimiento de los valores democráticos se lanzó en un ataque que hasta ahora ha dejado como saldos muertos, invalidos y grandes perdidas materiales.
El año 2014 y lo que va de 2015, es la prueba más contundente de eso que venimos sosteniendo, porque todo el ataque insurrecional revestido de conductas irreductiblemente fascistas, han estado acompañadas de ataques a la economía, orquestados por la oposición política con pocas excepciones y una clase empresrial que sin dar la cara mueve los hilos de toda la conspiración inspirados en el concepto de lo que nosotros llamamos guerra económica y que no es otra cosa que producir efectos perversos en el aparato productivo y la activación criminal de esconder lo producido, acaparar, desabastecer, acumular y acumular recursos para avanzar en ella, descubierta la intencionalidad manifiesta y embestidos de una desesperación sin límites proceden a patrocinar contrabando, las colas inducidas desde dentro y fuera de los establecimientos comerciales y lo más grave con una carrera alocada hacia el incremento desmedido e inexplicable de los precios,
Todo ello, en el marco de la elaboración con apoyo mediático y recursos desde el exterior, de una acción netamente antidemocrática y subversiva a través de una intentona golpísta que afortunadamente ha sido develada y controlada y cuyos implicados como siempre no lo reconocen, aún con las pruebas en la mano; en fin, el país, el gobierno y su pueblo han sabido mantener la sindéresis política y social suficiente para no caer en provocaciones y marcar en donde están los que no quieren que Venezuela se enrrumbe hacia mejores destinos, de nuevo irrumpen contra el ordn constitucional, con la salvedad que esta vez, seguro no habrá perdón posible y la justicia se impondrá por encima de la injundia y la venezolanidad y seguiremos teniendo patria aunque les duela.
