En verdad, esta guerra económica la podemos asimilar a otro escollo de la presente revolución; como tal, nos deja daños y ocasiona retrasos en nuestro avance social, uno de los cuales es que actualmente las familias no pueden ya hacer presupuestos de gastos.
Ya no se sabe con certeza cuánto costará el mercado la próxima quincena. Los empresarios, ávidos de riqueza, enemigos del pueblo y representados por bodegueros, por comerciantes menores formales e informales, están abocados a una suerte de fiebre alcista de los precios. Los precios con los que vendieron ayer, hoy les parecen bajos y siempre tienden a amenazar y alertar a sus clientes sobre precios futuros más altos.
Creemos que estos comerciantes y fabricantes nacionales están aplicando una sola tasa de ganancia, o sea, la máxima permitida.
Como se trata taxativamente de una tasa máxima, o sea, que esta puede ser menor, entonces el gobierno debe tomar en cuenta los costes de compra o los precios a los que les lleguen los nuevos inventarios. Si estos suben, el gobierno o la Superintendencia y sus fiscales deben ajustar la tasa de ganancia con el porcentaje del alza en esos precios del nuevo inventario.
En resumen, el comerciante que demuestre haber renovado sus inventarios a precios superiores a los de ayer debe conformarse con una tasa de ganancia menor, o abstenerse de comparar mercancías con precios en alza.
08/03/2015 07:04:35 p.m.