Camarada Diosdado Cabello, después de que en noviembre pasado hiciste un llamado a los militantes del PSUV para hacer contraloría en el gobierno porque hay demasiados jefes escuálidos, veo que está creciendo el malestar de los chavistas que se sienten impotentes y se desahogan por las redes sociales.
Se hace imposible desmantelar el Estado burgués mientras haya empleados de confianza saboteando la gestión. ¿Cómo vamos a achatar el Estado y hacerlo más comunal si continuamos empleando contrarrevolucionarios en los cargos de dirección que fortalecen más aún la interfaz entre el sistema estatal y el sistema oligárquico parásito? ¿Te imaginas a un Juan Fernández como gerente en CORPOELEC, por ejemplo? Bueno compatriota, los hay como arroz picado, y más peligrosos, porque han acumulado más odio desde el sabotaje petrolero hasta hoy.
Todo escuálido en cargo de confianza tiene un padrino o madrina de camisa roja, o chavista de la boca para afuera, como tú le dices. Con mi escuálido no te metas dicen los descarados. El amiguismo, el nepotismo, el clientelismo, el cabildeo y demás formas de favoritismo político burlan la moral revolucionaria. En otras palabras, la solidaridad privada está por encima de la causa revolucionaria.
¿Qué jefe escuálido está dispuesto a ejecutar el Plan de la Patria? Ninguno. No podemos ser tan ingenuos. Si las decisiones las toma algún revolucionario desde arriba, cuando llegan a una dirección contrarrevolucionaria es natural que la saboteen. Si yo fuera pitiyanqui haría lo mismo. Las jefas y jefes escuálidos arguyen que ellos están en esos cargos porque ellos trabajan por su país, pero no les pidas que firmen contra el decreto imperial de Obama, porque se cagan de la risa.
Diosdado, el descontento no es solo por las colas para adquirir productos básicos. También hay mucho descontento por el saboteo y maltrato de los jefes escuálidos. Tenemos que ponernos en los zapatos de los compatriotas que están debajo de estas personas. Imagina solo por un instante que recibieras una orden de un escuálido que vaya en contra del Plan de la Patria, y no puedas confrontarlo porque tu jefe está apadrinado por un “chavista”. Podrían botarte, y sabes que tienes unos niños pequeños que alimentar. No todos se arriesgan a perder el cargo.
Imagina que vayas para una entrevista de trabajo para optar a un cargo de dirección, y la jefa de recursos humanos sea contrarrevolucionaria, y desde que entras por la puerta te esté olfateando para ver si por conseguir el empleito, porque estás pelando, estarías dispuesto a renunciar al Plan de la Patria —que es Ley Nacional—, y en su lugar ayudarlos en su proyecto apátrida y racista. Es realmente frustrante. No los he contado uno por uno, pero creo que la mayoría de los gerentes de recursos humanos y jefes de personal son contrarrevolucionarios.
Camarada, sabemos que los opositores tienen todo el derecho al trabajo, pero no tienen el derecho a dirigir la revolución, porque ellos odian al poder popular, y estaríamos lanzando la revolución por un despeñadero, como bien lo expresaste entre octubre y noviembre del año pasado.
Es verdad que en el 2005 el Comandante Chávez mando a enterrar la Lista de María Corina Machado, o la Lista de Súmate, pero no dijo que la revolución la podían dirigir los escuálidos. La derecha continúa utilizando esta lista para mover sus cuadros en las instituciones y empresas del Estado. Con el chantaje de la inclusión, se excluye a los revolucionarios. Incluso con su acostumbrada hipocresía dicen que no podemos seguir utilizando la Lista de Tascón, refiriéndose de manera cínica a la lista generada por María Corina Machado con el asesoramiento de los servicios de inteligencia del gobierno de Estado Unidos.
Hace unos días leí una frase del Comandante Chávez que citan en la «Sinopsis Esquemática de Conclusiones de las Regiones en el Diseño del Sistema de Formación del PSUV», debatidas en el III Congreso del Partido. Dice así: «En la revolución no podemos tener escuálidos dirigiendo instituciones, ni mucho menos en puestos claves, sería una bomba de tiempo». No sé cuando el Comandante dijo esto, pero lo cierto es que hay miembros del PSUV que están concientes de la gravedad del problema. No podemos esperar que esta bomba nos estalle en la cara. ¿Cuántos chavistas decepcionados se abstendrán por este motivo en las próximas elecciones parlamentarias? No lo sabemos.
Camarada vicepresidente del PSUV, creo que el partido se dedicó a construir una maquinaria para ganar elecciones pero descuidó las instituciones y empresas del Estado que hoy están infestadas de quinta columnas. No es casualidad que muchas empresas del Estado no estén produciendo lo que esperaba el Comandante. Se les exige a las bases disciplina, pero los cargos de confianza están en manos de contrarrevolucionarios.
El amiguismo aquí es muy peligroso. Cuando uno le pregunta a algún chavista por qué emplea a un escuálido como jefe, te responde: «Bueno, tú sabes que hay que ayudar a los panas». Qué vaina. Esto es como que un empresario privado contrate a un revolucionario como empleado de confianza para que dirija su empresa. Eso es una locura. Un revolucionario puede emplearse en una empresa privada, porque el trabajo es un derecho humano —aunque con frecuencia los botan cuando ejercen la libertad de expresión o de opinión—, pero lo que nunca haría el capitalista es ponerlo a dirigir su empresa.
Diosdado, estos jefes se la pasan hablando mal de la revolución, pero les encanta trabajar para el Gobierno Revolucionario. No renuncian ni de vaina. Desde allí hacen sus negocios con la burguesía. Cuando son mayoría en una gerencia, los chavistas se ven obligados a hablar en voz baja por temor a ser despedidos. Temen hablar por teléfono para no ser escuchados por la contra. En pocas palabras, los chavistas se sienten como infiltrados. No pueden ejercer la libertad de opinión. Muchos son insultados, humillados y hasta perseguidos. Qué bolas. Saludos compatriota.