Todo comenzó como la gran solución a las colas internas de las oficinas bancarias. Como todo muta, los cajeros también cambiaron y hoy por hoy se arrogaron y tomaron para sí todas esas colas ajenas.
Hecho que se derivó del reemplazo de las oficinas de pago que mantenían todas las empresas privadas, cuando se abastecían de suficiente dinero que sus trabajadores embolsaban en aquellos sobres de cada semana, quinces y últimos, y esas funciones fueron absorbidas por la banca que hoy por hoy no se da abasto mientras su estructura física siga respondiendo a la ley de minimización de costes y maximización de ganancias.
Lo curioso del asunto es que mientras más largas son las colas del exterior de las oficinas bancarias, más espacio ocioso y más cajas inoperantes mantienen las oficinas en cuestión.
Como si fuera poco, los privilegios de la mujer embarazada, del anciano, del minusválido, han sido tirados al barranco de la indiferencia. ¿Cómo quedan esos DD HH?
De cuanto día feriado exista o introduzca el gobierno, la banca es la primera en disfrutarlo porque ella inmancablemente baja sus santamarías.