El precio de la gasolina nuestra no favorece la conservación de nuestras reservas petroleras, y con otras mercancías hasta pareciera perjudicarse las economías de los países importadores.
Ciertamente, los valores de las mismas mercancías, según el criterio científico, o no burgués por consiguiente, varían de región en región, y dentro de ellas ocasionalmente ante las innovaciones tecnológicas que se traduzcan en mejores rendimientos o/y una mayor productividad, según que se interese los medios de producción o la fuerza de trabajo, respectivamente.
No menos cierto es que, en cambio, los precios son enormemente elásticos, salvo durante aquellos intervalos de tiempo con injerencias del Estado en materia de regulaciones de precios, o injerencias bajo las proscritas condiciones mono y paramonopólicas, así como las mono o paramonopsoniosas.
Veamos algunas de las aplicaciones más interesantes y actuales de esa elasticidad de los precios:
En los casos de competencia, cuando algún comerciante vende a precio menor que el precio de otro vendedor, el primer precio es obviamente una invitación a desplazar del mercado la mercancía más cara, algo así como una medida dumping o para forzar la baja en el otro precio.
Curiosamente a titulo de una elasticidad negativa, en el caso de la gasolina contrabandeada hacia otros países, se está en presencia de una mercancía que, si está compitiendo con la del país importador, lo hace como una competencia dañina para nosotros y muy beneficiosa para los demás países, y por dos razones:
1.- La exportación de la gasolina nuestra se traduce en contrabando de extracción que no está previsto en el subsidio involucrado sólo para el consumo doméstico, y
2.- que la gasolina exportada a precio inferior al de los importadores desplaza a esta con lo cual sus reservas se conservan más que las nuestras.
¿Por qué esos importadores no abaratan el precio de su combustible, con lo cual el precio nuestro no luciría tan bajo ni tan apetecible a los exportadores?; inferimos que hay una estrategia proteccionista nacional de su parte que no aplicamos nosotros con nuestras reservas. Tampoco abaratan los precios de muchas otras mercancías, lo que nos hace pensar que hay algo más que transacciones económicas detrás de este contrabando de extracción de productos de la cesta básica. Es más, poco les falta a los países importadores para quejarse de que nosotros estaríamos perjudicándoles su economía por cuanto nuestras mercancías subsidiadas bajan las ventas de sus propias empresas.
Material para Primer Suplemento de PRAXIS de EL CAPITAL, de mi autoría.