y por qué no nos ponemos de acuerdo

El abismo que separa a un chavista (Jesús Silva R.) de otro chavista (Roberto Hernández G.)

A veces el bueno sentarse a meditar, pues de la meditación surgen cosas sorprendentes que nos explican con claridad lo que sucede en la realidad que nos negamos a percibir. Dos camaradas han abordado un tema espinoso por demás, con guerra económica de por medio, que creo ambos reconocen. Silva asume sus cuentas desde la vil posición de Eligio Cedeño y SU criminal portal (posición que ha manifestado no compartir) y Hernández desde la candidez de los datos oficiales de Mercal, PDVAL y el BCV. Visto así el asunto entonces podemos asumir que ambos tienen la razón y a la vez tampoco la tienen. Vaina de locos dirán algunas personas.

Silva tiene la razón porque en este país, mi país, tu país, TODO O CASI TODO se transa mediante un chanchullo y el chanchullo mayor consiste en comprar barato y vender caro. ¿Cómo? Todo el mundo lo sabe, que se hagan los locos es otra cosa. Conozco no uno, dos o tres sino decenas de venezolanos y venezolanas que piden su cupo electrónico de dólares para comprar productos en Amazon.com para revenderlos a precio de dólar negro. Algunos se saltan ese engorroso proceso de compra-venta y colocan sus cupos al mejor postor por los caminitos verdes. A los que hacen esto yo los suelo llamar cyber bachacos El que diga que eso es mentira es un necio, idiota o definitivamente no vive en este país. Y el que diga que eso no afecta nuestra economía es un soberano estúpido. Lo hacen los grandes empresarios, los medianos, los pequeños, los comerciantes de repuestos, los importadores de medicamentos y alimentos, las aerolíneas (nacionales e internacionales) y lo hacen todos los venezolanos que tienen acceso a divisas preferenciales. Silva tiene razón porque nuestra economía no la rigen las instituciones financieras del Estado sino LA MANO INVISIBLE DEL MERCADO. Y como en este país, mi país, tu país, no hay voluntad política para producir sino un perverso anhelo de vivir de una renta petrolera patrocinada por el propio gobierno (PDVSA ES DE TODOS) entonces debemos sacar las cuentas desde la oferta y la demanda de petrodólares y dólares negros.

Hernández también tiene la razón porque es verdad que el gobierno ha hecho esfuerzos extraordinarios para contrarrestar los efectos dañinos de la guerra económica en la población en general, importando todo lo que es necesario para el consumo NORMAL. Si usted va a un Mercal, Pdval, Bicentenario o a algún operativo de venta de alimentos, los encontrará a los precios que refiere el camarada Hernández. Pero, el bendito pero como diría Perucho es que no todos los venezolanos tienen acceso a esos artículos a precio justo. Una persona que trabaje de sol a sol tendría que perder un día de trabajo para hacer la cola y comprar no lo que necesite, sino lo que consiga, y si pierdes un día de trabajo el presupuesto de la semana hace aguas y hasta puedes terminar perdiendo el empleo y eso que un trabajador según dizque goza de inamovilidad laboral, claro, tiene que demostrarlo ante una Inspectoría del Trabajo o incluso ante un tribunal, entonces Hernández, los productos a precio justo sólo son accesibles a una red de bachaqueros que por lo lucrativo compran barato y revenden caro, demasiado caro diría yo, porque sus ganancias rondan entre el 500 % y el 1000%. Unos dicen que eso es consumismo, otros que te laves el trasero con agua y jabón, y como no se consigue ni jabón, con agua y dedito solito.

Donde no tienen razón ninguno de los dos es en el hecho que ambos ven dos realidades inexistentes, puro espejismo. La realidad que ve Silva es la consecuencia de una criminal iniciativa con nombres y apellidos y que este gobierno no sabemos por qué oscuras razones no termina de desmontar. TODAS las medidas económicas y coercitivas que hasta ahora se han tomado para combatir la guerra económica no han hecho sino agravarla. Y la razón está a la vista y nadie la quiere ver, como los ciegos de Saramago: la guerra económica la está librando el pueblo contra el pueblo, y como en toda guerra, los que la combaten no obtienen ningún beneficio, el beneficio lo obtienen quienes la promueven y el perjuicio, a los que está explícitamente dirigida: AL PUEBLO. Muchos creen que el propósito de las huestes del Capitalismo es derrocar a este gobierno. Se equivocan, lo que persiguen los que se han prestado para estas cobardes acciones no es otra cosa que el desmontaje de la Revolución, es ésta y no el gobierno la que los tiene enfermos de odio y ebrios de venganza. Desprecian todo lo rojo, se burlan de los traje de marca rojos que ostentan los “líderes” de la Revolución mientras los pata en suelo y desdentados llevan franelitas de algodón rojas. La discordia entre los revolucionarios no la ha sembrado la oposición, la han sembrado aquellos “líderes” con liquiliquis de lino y seda que con su vestuario dejan en el aire un claro mensaje de diferenciación: ellos y nosotros. Estos son los pequeños detalles que se van haciendo grandes en la medida que el discurso nos habla de igualdad pero la práctica nos dice otra cosa. Nunca vamos a ver a un alto funcionario revolucionario haciendo una cola para comprar productos regulados, a ellos se la llevan a su casa u oficina, la cola es para nosotros, ellos tienen “grandes responsabilidades” que atender. Por eso Silva y Hernández no tienen la razón, ellos están en los extremos de una tensa cuerda que está a punto de reventarse.

Como el gobierno siga creyendo que la escasez de alimentos y productos básicos se resuelve importándolos y no poniendo a producir a la población para que se auto abastezca, la guerra económica está perdida. Mientras el gobierno no atienda de forma integral al sector agroindustrial y manufacturero invirtiendo recursos en infraestructura y capacitación para manejar los medios de producción y se lleven a cabo políticas de seguimiento y control eficaces, los empresarios de este país, mi país, tu país, se van a creer ese cuento de que sin ellos no puede haber producción. Mientras el gobierno siga manteniendo el gasto social a punta de renta petrolera y no se genere riqueza tangible para repartirla de forma justa, seguirán pululando por ahí los bachaqueros que alimentan el descontento de los que nos negamos a alimentar ese perverso sistema. Hasta ahora, no hemos dado señales serias de transformación estructural, todo es superficial, tímido, a medias. Sólo somos contundentes cuando salimos a votar, para defender un ideal y un legado o castigar la ineptitud e ineficiencia de quienes asumen responsabilidades que no están a la altura de sus capacidades.

Un amigo me decía, que existen 4 tipos de personas:

LOS QUE NO SABEN,

LOS QUE SABEN,

LOS QUE PERSIGUEN A LOS QUE SABEN

Y LOS QUE NO HACEN NADA Y LO HACEN EXCELENTEMENTE...

 

matatigre68@gmail.com

@macfidelio2010



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Fidel J. Rodríguez


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