Conozcamos mejor los precios especulativos

Tenemos mucho tiempo oyendo acerca de estos precios especulativos; es hora de conocerlos al detalle:

Por definición, esos precios son aquellos que a todas luces están por encima del precio de mercado. Como este es aquel que fija el mercado a punta de una competencia sostenida y renovada constantemente mediante mejoras tecnológicas y mejor organización empresarial, su duración suele ser breve porque esa competencia los saca rápidamente del mercado, salvo coyunturas muy puntuales que aprovecha un empresario como una oportunidad de vender más caro sin mayor competencia; por ejemplo, en zonas retiradas, carentes de buenas vías de transporte, etc.

En cada momento, cada precio de mercado es potencialmente un precio especulativo porque son muchos los empresarios que suelen adulterar sus costes de producción, suelen ralentizar sus mejoras productivas, las hacen suyas para obtener sobregancias, etc. Tarda tiempo para que las mejoras tecnológicas penetren todo el mercado y mientras tanto el consumidor cubre su cesta básica con precios de mercados insinceros, especulativos, sólo que lo ignora porque los empresarios capitalistas no son colaboradores de los consumidores, sino sus explotadores finales, tanto como asalariados como clientes.

Aun así, los precios especulativos son reflejos de los precios de mercado y son muy inferiores a los que puedan conseguirse en el mercado regulado. Pasemos a explicar los perjuicios del mercado intervenido:

La intervención del Estado debe limitarse a regular la actividad puntual y oportunamente del comerciante que adultere sus mercancías, que venda menos por más, como viene ocurriendo con la mayoría de las mercancías envasadas. La leche pasterizada, pro ejemplo, desde hace muchas décadas se vende en un envase llamado litro que sólo contiene 800 cc o menos. En Venezuela nos acostumbraron a llamar medio litro a unos 400 cc, y cuartico a lo que nunca ha pasado de ser un quintico.

Los cereales, pastas y afines son empaquetados con peso neto de 900 g., pero los venden bajo el nombre de kg. Igual ha ocurrido con la margarina que la han vendido con el nombre de mantequilla.

Cuando estas acciones irregulares se generalizan, el precio de mercado las absorbe y aparecen como estructurales, aunque no de los costes, sino del propio modo de explotación burguesa, ya que este es especulativo por antonomasia.

 

El Estado debe intervenir puntualmente al especulador y sancionarlo, pero de allí a fijarle los precios de venta a todos los empresarios es una política estatal que debe ser revisada.

Pretender que las empresas privadas asuman los precios los precios dictados por el Estado es olvidarnos que son empresas burguesas. Por esa razón estimular las empresas comunales y el crédito al detallista son medidas más prometedoras y más ajustadas a la realidad económica nacional.

29/02/2016 07:37:21 p.m.

 



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Manuel C. Martínez


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