Un centro nacional para la danza o ¿dónde danzará el centro?

Para hablar de centro nacional de danza se deben considerar algunos  elementos, uno de ellos es partir de que para que pueda existir un centro nacional de la danza se debe reconocer que en las diferentes regiones que conforman el país se está desarrollando por parte de agrupaciones independientes  un trabajo importantísimo en cuanto a danza en sus diferentes géneros. Si existe un centro nacional para danza este debería  ser una organización que garantice el libre desarrollo de la danza desde sus orígenes en cada localidad, sin que se convierta el centro en un ente que limite, cuarte y desvirtué  la danza  según los puntos de vista de quienes dirijan el “centro nacional para la danza”.

 Las personas que  se ocupen de conformar el centro nacional para la danza deben  tener sensibilidad  en las artes, deben tener  solidaridad  y valores altamente humanistas, pero  más importante aun se debe tener claro el proyecto de país que  está en proceso de desarrollo pese a las dificultades, la danza debe aportar a la transformación social orientada a la igualdad, la solidaridad  y la autodeterminación como pueblo desde el generar identidad con nuestra cultura, con nuestro entorno con nuestra PATRIA.  Debe gestarse un movimiento dancístico patriótico, capaces de generar acercamiento a través de propuestas  que reflejen  nuestra idiosincrasia, nuestras costumbre y tradiciones y desde ahí aportar a cambiar los patrones de conducta impuestos por la trasgresión cultural. Y no desde la mirada  subjetiva de creadores eurocentristas.

En el centro para la danza  se necesita más que un personal con título universitario que sin conocimiento de las artes y sus procesos terminan  al final con tanto academicismo burgués  haciendo  de la danza  una  manifestación  de técnica y no de sentimientos, de expresión y de cultura.  

La danza  que se fundamenta en el movimiento, es dinámica es constante y consecuente,  necesita de una institución que se mueva a su ritmo y no se implante rígida en cuatro paredes que alejan de la realidad a todos quienes hacen vida en dicha estructura.
  Un centro para danza debe iniciarse y mantenerse con una orientación clara hacia la comunidad que son los que hacen posible que la danza permanezca en el tiempo y el espacio, no es cosa de iluminados o de mirar por encima de los hombros a las regiones, se trata por lo contrario,  desde la igualdad construir en conjunto en un proceso de enseñanza – aprendizaje  que es reciproco entre los académicos y la danza genuina de los pueblos.

En la danza como en las artes todo está hecho pero todo está por hacerse.  Al generarse la posibilidad real de la construcción del centro para la danza  se tiene la oportunidad de despojarse de los demonios que conllevan los vicios propios de una sociedad egoísta fundamentada  en el consumo por el consumo y en el arte por el arte acompañados de la ineficiencia propia de la estructura burocrática. El centro nacional para la danza  debe ser el garante de que en cada rincón del país se haga danza orientada a un plan de desarrollo de la nación desde las  artes  y la cultura.  

Debe impulsar las discusiones y debate para el replanteamiento de la danza como herramienta de comunicación, de expresión, sensibilización  y de transformación para  la sociedad,  su personal  se debe a un plan estratégico nacional que es político entiéndase  bien “POLITICO”  y no de mero entretenimiento y distracción  que raya más en el showsismo  que no deja más que la resaca de la indignación.  

Se debe tener conocimiento mínimos de la danza y las artes;  y un diagnostico claro de la realidad de la danza a nivel nacional,  para poder así trabajar junto a las comunidades danzarías las correcciones  y el reimpulso de la danza en todos los niveles y en todos los espacios posibles, que se desprenda de su condición clasista y elitista que sea capaz de motivar al pueblo a su conservación y permanencia en el tiempo. Conformando así una plataforma que de la mano de las comunidades pueda construir  y rediseñar  el papel de la danza en nuestra nación. No solo como una  manifestación artística sino como elemento indispensable para desaprender, reeducarnos y reflexionar  la forma en que vivimos y nos relacionamos y a qué interés   obedecemos como sociedad y como Artistas.


 



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Pedro Luis Pinto


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