Para los venezolanos y venezolanas es de notable reconocimiento la riqueza y diversidad de nuestra cultura, cultura que se ha fortalecido con el paso de los años, donde hemos podido apreciar la creación de nuestros cultores y artistas, algunos que han dejado huella más marcadas en nuestra identidad como nación, otros que han tomado las artes como bandera de sus luchas, otros que se han quedado en la profundización de lo que conciben como arte dentro de sus códigos. Hemos visto como se han reinterpretado y versionado por poner un ejemplo claro, “Caballo Viejo de Simón Díaz” en cualquier idioma y en cuanto ritmo pueda conocerse, son aportes como ese a lo que me refiero, podemos estar en el Tíbet y escuchamos caballo viejo y seguro pasará algo en tu garganta, lo cierto es que como esa canción muchas otras que nos recuerden paisajes o alguna escena de la niñez o juventud.
Este tipo de manifestaciones así como otras, desde poesía, plástica y cualquier otro aporte a lo que somos como pueblo, como país, como región incluso, nos genera identidad. Así como nuestra gastronomía, nuestros juegos tradicionales, la forma tan genuina de cómo es la forma en que nos relacionamos en el campo, en la ciudad, en el barrio, en la urbanización.
Pasan cosas en común siempre, una arepa tiene el mismo sentimiento y obedece a la misma necesidad en cualquier rincón de nuestro país. Un Andrés Eloy blanco, lo podemos leer en la escuela más recóndita de un poblado, como en la más renombrada del este de Caracas, lo mismo un cuatro nuestro instrumento por excelencia. Lo puede tocar un niño en este momento en algún rincón de Lara, como también puede estar acompañando a la orquesta sinfónica simón Bolívar en cualquier gira por Europa. Y como esos ejemplos muchos más.
Cuando hablamos de Economía Cultural, cuando hablamos de cómo la cultura VENEZOLANA puede aportar a la economía de nuestro país, de qué estamos hablando, cuando hablamos de cultura para la exportación, nos hemos preguntado a nivel estratégico ¿Qué vamos a exportar? No cometamos el error de exportar por exportar.
Sí, yo creo fielmente que se deben fortalecer nuestra economía a través de la cultura, de igual manera creo más que urgente que debemos exportar nuestra creación, pero nos hemos preguntado ¿a que le cantan nuestros cantores en este momento? ¿Qué tipo de arte se está desarrollando en la plástica? ¿De qué hablan nuestras obras de teatro? ¿Qué coreografía en danza estamos bailando? Y más allá del diagnostico de preguntarnos por dónde va la cosa desde nuestr@s cultores y creadores. Más allá de conocer las necesidades económicas y técnicas de los mismos ¿hay disposición de crear en función de aquello que nos hace ser Venezolanos? A nivel de conceptos, temas y motivos que generen identidad con la calidad correspondiente para la exportación. Yo no me imagino a compañías de danza chinas, rusas, francesas exportando un Tamunangue, pero los venezolanos somos osados pretendemos exportar “La consagración de la Primavera, Matar a CUPIDO, o cualquier remontaje de los iniciadores de la danza a nivel mundial”. Preguntémonos cuál es el papel de las instituciones del estado en materia de danza, no solo para cuestionárnoslo y ya, sino para hacer una revisión necesaria, de ¿qué estamos danzando? ¿A que intereses obedece y a cuales intereses corresponde? ¿Es posible entonces crear desde lo que somos? O desde la reflexión re preguntarnos ¿Qué somos? Por qué no bailamos Angelitos negros de Andrés Eloy Blanco, o preludio, vestigios entre tantos de Ramos Sucre, por qué no bailar Vidas privadas de las muñecas de trapos de Aquiles Nazoa, Abrebrecha de Alí Primera, Lo que dejó la Tempestad de Cesar Rengifo, o cualquier mitos, leyenda tradicional Venezolana, entre tantos y tantas creadores que tenemos en nuestra historia, ¿por qué no profundizar en el loco de Macuto? Que se merece todo un ciclo completo de propuestas que atiendan desde varios tópicos su vida y obra, más allá de un simple Azul, blanco, Sepia. O nuestro arte cinético que vale destacar es MOVIMIENTO, ¿no puede tener su propuesta danzaría?. Acaso no existe la necesidad de realzar propuestas que rescaten esas manifestaciones de nuestr@s Creador@s. O no existe el interés de exaltar las cosas que nos definen como pueblo, más aun cuando hablamos de que LA REVOLUCIÓN ES CULTURAL O NO ES REVOLUCIÓN (palabras del comandante Hugo Chávez, quien además nos acerco mucho más al llano y al pueblo) por qué no mejor lanzar una convocatoria o invitar a los creadores haciendo énfasis en la juventud, a que elaboren propuestas según los temas de interés que el estado Venezolano tenga como urgencia, y por supuesto nuestras raíces. Escuchando a la Profesora Casimira Monasterios en el Foro Economía cultural capitulo danza recuerdo una frase que más o menos decía lo siguiente: “la danza debe mirarse a sí misma y ver la realidad de su entorno para poder ubicarse y de ser necesario debe ir a su propio origen para poder redescubrirse, repensarse y replantearse, creando así una nueva estética que revolucione a la danza misma”. Es así no puedo estar más de acuerdo con ese planteamiento, no solo porque me preocupa lo que se puede aportar desde la danza y lo que no se ha hecho desde esta disciplina de las artes, superando más las deudas hacia el pueblo que los tributos. Sin embargo rescato el espíritu de la propuesta de economía cultural, pero ésta también es una oportunidad para hacer punto de giro en el desarrollo de las artes dentro de un proceso de cambio y transformación que vive el país. Y no convirtiéndose en una Hazaña más para crear la plataforma donde se proyectaran los mismos zorros y camaleones que la cultura popular conoce muy bien. Creo que es mucho más enriquecedor si se direcciona en función de los intereses del estado lo que se quiere exportar como cultura y que no sea un intento más que se disipa antes de nacer.
Solo me queda afirmar una vez más lo que ya alguien que estuvo antes dijo en algún momento:
“CREO EN LOS PODERES CREADORES DEL PUEBLO”
Aquiles Nazoa