Los precios de coste = monto del capital inicial adelantado por el capitalista (c +v, en la literatura marxista).
Hasta ahora, con los consumidores se viene cometiendo uno de los latrocinios legalizados más cuantiosos; podríamos hablar de LA GRAN ESTAFA DE LOS SIGLOS.
Conste que no culpamos para nada a los tenedores de libros modernamente llamados contadores y/o administradores del patrimonio burgués[1]. Estos profesionales son ejecutores de una enseñanza contable emanada de los centros de educación económica burguesa donde, obviamente, se editan todas los procedimientos y técnicas contables de tal manera que la Contabilidad Empresarial se cuide de favorecer máximamente al patrono en perjuicio de los trabajadores como tales y también cuando funjan de consumidores finales.
Precisamente, cuando el consumidor compra las mercancías burguesas, el precio enterado no sólo cancela las ganancias de fabricantes e intermediarios correspondientes, añadidas al precio de coste real = mano de obra +materias primas y alquileres de las variadas instalaciones inmobiliarias, sino también las fulanas depreciaciones por concepto del precio de los demás medios de producción: maquinarias, herramientas y demás costes afines como instrumentos de trabajo.
Esté claro de una vez por todas que las herramientas y las maquinarias en general sólo han servido como acelerador productivo, para el mejoramiento de la productividad del trabajador[2]. Como este no es dueño del trabajo que realiza bajo estricta supervisión en las instalaciones del patrono y con ayuda de los instrumentos de trabajo pertenecientes a dicho patrono, por consiguiente, ese mejoramiento productivo que aportan dichos instrumentos o la mayor productividad con la que se potencia al asalariado se lo apropia íntegramente la empresa del caso
Se trata, pues, de unos medios de producción que le sirven sólo al fabricante y para nada la trabajador. Por esta razón, el consumidor no tiene por qué pagar por unos costes que no forman parte de la mercancía que compra, independientemente de que la productividad y del tiempo durante el cual los trabajadores lleven a cabo sus obligaciones laborales.
Es más, la mejora productividad o la aceleración de la misma, se traduce en una mayor plusvalía ya que el asalariado termina creando en menor tiempo el valor de su salario y de suyo la plusvalía relativa se dispara positivamente en favor exclusivo del capitalista.
La idea de fondo es que esa parte del precio de coste bien podría ser cargado a la ganancia del capitalista porque él es el beneficiario del uso de tales medios de producción.
31/05/2016 07:08:49 p.m.
[1] Esa afirmación no me pertenece; la he tomado de una lectura del Manifiesto Comunista (Marx y Engels, Ediciones Pluma, 1974) donde, entre otras verdades, se halla la que califica a los gobiernos de los Estados Modernos como Juntas Administradoras de todos los negocios comunes-sanos o morbosos-de toda la clase burguesa.
[2] Véase mi obra: PRAXIS de EL CAPITAL-marmacster@gmail.com.