Aceleración CLAP

En recientes declaraciones el jefe del Centro de Control y Mando de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, CLAP, el camarada Freddy Bernal, dejaba por sentado el carácter de estas estructuras organizativas eminentemente populares: “Hay que ser responsables y explicar que los Clap no estarán en todo el país ni cubrirán a 100% de la población. Este programa es fundamentalmente para las clases populares y clase media baja”; además de ser, un Programa Social no de carácter permanente, sino transitorio “mientras se corrige el acaparamiento, la especulación y el bachaqueo de los principales productos básicos”. Importante aclaratoria, pues nos indica que con los CLAP, ha mutado, por ahora, la Misión Alimentación creada por nuestro Comandante Chávez,  en abril de 2003, en cumplimiento del mandato Constitucional 305, que establece como un Deber del Estado revolucionario: “…Garantizar la seguridad alimentaria de la población; entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor…” Con los CLAP, el Gobierno del Presidente Maduro estima atender 1 millón 698 mil 645 hogares definidos como de escasos recursos, equivalente al 24,57 por ciento total de la población venezolana, añadiéndose a esa población un importante segmento de la llamada clase media baja, hasta cubrir un estimado de seis millones de familias, según informó el ministro de comunicación, Luis Marcano. Los CLAP, constituyen una respuesta al escenario de confrontación que ha planteado el imperialismo de los EEUU y sus agentes en territorio patrio, léase la MUD, Fedecámaras, la CEV y demás ong´s que reciben directrices directas de la embajada gringa, incluidos sus medios de comunicación.

 Alimentos, y demás bienes esenciales para la vida en sociedad de los pueblos en revolución, han sido los puntos de ataques fundamentales, predilectos de los imperios y sus burguesías nacionales para, a través de ellos, doblegar las voluntades de esos pueblos por ser libres y soberanos, de trazar sus propios rumbos. Ya, en los albores del siglo XX, la Revolución Rusa, vivió algo de lo que los venezolanos y venezolanas de estos tiempos de un siglo después, estamos confrontando.  En la Pravda de aquellos terribles años, se reseñaban historias como la de una madre rusa: “Soy una viuda con cuatro hijos, y nadie en el mundo que me ayude…No hemos tenido nada que comer durante días, y veo a mis hijos cada vez más y más débiles. No hay comida. En la noche mi hija mayor vino a mí y me dijo que había que matar la pequeña por el bien de los demás y darle algo de comer. Le dije que no podía ser, pero luego vi los rostros apretados de los tres pequeños muertos de hambre, y pensé que en cualquier caso, la menor habría de morir pronto, porque no teníamos como salvarla. Accedí y en la noche, mi hija mayor y yo fuimos en silencio mientras las demás dormían, y con cuchillo matamos y cortamos el cuerpo de mi hija menor. Ahora hay comida para los otros niños, pero yo no puedo comerla, sabiendo lo que es. Me dirijo a usted para preguntarle si he hecho mal, y me ofrezco para el castigo”. Como señalaba Evelyn Trent Roy en su análisis sobre el “Hambre en Rusia”, ante la pregunta: ¿quién es el responsable de estos horrores?: “Las miles de gargantas enemigas de Rusia gritarán “los bolcheviques”. Pero aquellos que conocen la verdad les responderán, “el capitalismo”. Eran las consecuencias, que pagaba el pueblo ruso en su osadía de librarse de la monarquía imperialista y construir otro mundo posible. El asedio y aislamiento imperialista, la guerra civil contra la oposición contrarrevolucionaria, el enfrentamiento a los saboteos de la contrarrevolución, entre otros males propios de todo proceso de transición, trajeron entre muchas otras cosas, la hambruna. Lenin, en su “Carta a los Obreros de Petrogrado” hilaba fino sobre las causas del flagelo: “La causa del hambre era la rebelión de la burguesía…” Y, para hacer frente a la “rebelión de la burguesía”, Lenin aconsejaba: “Hemos dicho siempre que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos; no es posible libertarlos desde fuera; tienen que aprender a resolver ellos mismos sus problemas históricos…tanto más difíciles cuanto que tienen que participar en su solución millones de hombres”. Un convencido de la organización popular era Lenin y exhortaba siempre: “Organizaos y marchad. Pondremos en vuestras manos todo lo que hay en los depósitos del país. El gobierno de los Soviets tiene ya en su poder cantidades enormes de mercancías confiscadas…”

 En la sesión conjunta de los miembros del Comité Ejecutivo Central, el Soviet de Moscú de Diputados Obreros y Soldados, y el Consejo Central Sindical de toda Rusia, representantes de todos los sindicatos de Moscú, comités de fábrica y otras organizaciones de trabajadores y trabajadoras, se decide una Resolución el 4 de junio de 1918, sobre la cuestión de la lucha contra el hambre, señalando: “El hambre está llamando a las puertas de nuestras ciudades, fábricas y pueblos. El hambre es el mejor aliado de la contrarrevolución, que espera evocar estallidos de desesperación de las masas hambrientas, para ahogar en sangre la revolución y restaurar el poder de los terratenientes y capitalistas, como sucedió en Ucrania. La lucha contra el hambre es por lo tanto, la tarea fundamental de todos los trabajadores conscientes y de los campesinos”. (…) “Para que el país pueda vivir, para que la revolución no se pierda, para que el poder soviético se pueda conservar, fortalecer y desarrollar, tenemos que arrancar el grano de las garras de los Kulaks y distribuirlo de una forma planificada entre la población hambrienta. La burguesía y sus parásitos demandan que el monopolio del trigo del Estado sea abandonado y el sistema de precios llegue a su fin. Si tuviéramos que tomar ese camino significaría hacer las reservas de cereales que existen en la posesión de monopolios de los ricos, y condenando a los pobres de las ciudades y pueblos a una hambruna, epidemias y la degeneración. La sesión conjunta reconoce como la única política correcta para el poder Soviético, la política de la dictadura sobre los suministros de alimentos, lo que significa la lucha implacable contra los enemigos del pueblo, los Kulaks, los especuladores y ladrones que están tratando de hacer padecer hambre a la revolución socialista. La movilización de los trabajadores hambrientos, el reclutamiento y el armamento de ellos, su alianza fraterna con los pobres rurales, la campaña conjunta contra los Kulaks y los especuladores, ésta es, la única manera de obtener reservas de cereales a precios al alcance del pueblo y que permita al pueblo trabajador a resistir hasta la nueva cosecha. La sesión conjunta hace un llamamiento a los trabajadores para organizar, planificar el combate, vigoroso y decidido por el grano…” Los bolcheviques, además de la organización popular se plantearon modificar radicalmente la economía, la norma impuesta era: “El que no trabaja no come”, como bien señala V. Serge en su Obra “El año I de la Revolución Rusa”, dicho lema fue tomado de una epístola de San Pablo y pintada en los muros de las ciudades, orientando el nuevo rumbo que adquiría la Revolución: “Negación del parasitismo, negación del individualismo en el trabajo, métodos colectivos de trabajo y de gestión”. León Trotsky, en la sesión del 4 de junio de 1918, del mismo comité, les señalaba: “…La burguesía sabe bien que, como ya se ha demostrado, sólo puede haber dos políticas definidas, ya sea el monopolio del gobierno y de los precios regulados, o el libre comercio, con precios que permitan el libre juego. Pero la política del libre comercio, se dirige a lo que inevitablemente se traduciría en un aumento en el precio del pan, que significaría, en las condiciones actuales, que el pan se monopolizaría en los intereses de un sector de la población. El precio del pan subiría a tal punto que, en un plazo muy breve, el pan se convertiría en un monopolio de los que pueden pagar un precio tan elevado para que a nadie se preocupe en preguntar. Es por eso que el problema se presenta así: o bien mantenemos el monopolio estatal de Obreros y Campesinos del pan, o volvemos al pan en un monopolio de los ricos. Esta es la única manera en que la cuestión ahora puede ser formulada”. (…) “Ellos dijeron: "No tomaremos el poder, trabajadores, porque ustedes no van a durar ni un par de semanas: No tienen un suministro suficiente de alimentos, van a ser tomadas por los campesinos y la burguesía.  Sin embargo, tomamos el poder en Octubre, y hemos sobrevivido, a través del trabajo duro y la tribulación, no por dos semanas que nos prometieron, sino desde hace siete meses, a la aflicción de todos nuestros enemigos. Hay ahora, tenemos por delante más de tres meses intentando, pero no nos aterrorizan, tampoco. Nos comprometemos mutuamente a no desanimarse, a no rendirse, sino a luchar contra todas las dificultades que se nos presentan. ¡Vamos a sobrevivir estos tres meses, al igual que hemos sobrevivido a los siete ya, y, al sobrevivir ellos, aseguraremos a la República Soviética para siempre!”  Y así fue, los revolucionarios rusos pudieron librarse de la hambruna, y construir una nueva economía que logró casi que equipararse en los grandes logros obtenidos al de los países capitalistas. La humanidad, vio surgir la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS. Como bien señalan algunos, el acontecimiento más importante de todo el siglo XX, su caída no sería por hambruna, otras serían las causas.

 El presidente socialista, Salvador Allende, en su tránsito abortado hacia una nueva sociedad; también fue objeto del uso del hambre como arma de destrucción masiva, por parte de la contrarrevolución. Las políticas económicas de la Unidad Popular, incrementaron sustancialmente el consumo de los sectores populares, sin que se realizaran modificaciones estructurales al aparato económico del Chile de aquellos años, dependiente en lo fundamental, de la economía del Cobre. Una vez, EEUU decide derrocarlo, se inician todo un conjunto de acciones de guerra económica que traerán: escasez, especulación, inflación, colas y hambre entre el pueblo chileno. Para enfrentar la ofensiva imperialista y de su burguesía contra el pueblo y el gobierno de Allende, nacieron las Juntas de Abastecimiento Popular, las JAP. Correspondió al Partido Comunista Chileno, darle impulso hacia finales de 1971, a la formación de las JAP; en momentos, que se presentan los primeros problemas de abastecimiento de pollo y carne, además de especulación con los precios de algunos otros productos. No sería, sino en abril de 1972, que el gobierno de Allende oficializa su existencia, mediante un decreto oficial y se crea el Departamento JAP en la Dirección de Industria y Comercio (DIRINCO). La estructura organizativa de las JAP, se componía de cinco miembros: dos representantes de las Juntas de Vecinos, uno del Centro de Madres, uno de los pequeños comerciantes y un quinto miembro surgido del club deportivo u otro organismo funcional de la población. Su origen burocrático, dependiente del aparato estatal, les restó mucho poder de acción contra las medidas de la contrarrevolución. Hecho, que no impidió que fuera objeto de las campañas publicitarias de la contrarrevolución, quienes les denunciaron como “ilegales” y convocaron, a la militancia derechista, a constituir “comandos de defensa contra las JAP”.

 A finales de 1972, las JAP ya son una realidad en los sectores populares, quienes les dan mucha fuerza en la medida, que las políticas de saboteo económico se agudizan y profundizan, propiciando mayor desabastecimiento e inflación inducida, convirtiéndose casi que, en el centro de la conversación diaria del pueblo chileno. Señalaba Allende, en un discurso de masas en la Avenida Grecia, en Santiago, en abril de 1972: “Los regímenes pasados respondían al desafío de producción y demanda aumentando los precios y conteniendo el poder de compra de las masas, aumentando el desempleo, alzando los salarios por debajo del alza del costo de la vida, es decir, adecuando la débil capacidad de producción a las necesidades de un pequeño grupo privilegiado. El Gobierno Popular ha elegido otro camino, preferimos retraso en el abastecimiento de algunos productos y no dejar cesante a centenares de miles de trabajadores, sin ingresos a más de medio millón de chilenos, con salarios miserables a millones de nuestros compatriotas. Por eso, hemos redistribuido el ingreso y defendido a las capas que tenían menos posibilidades. Hemos organizado al pueblo para afianzar la democracia y evitar la especulación. Hemos formado las Juntas de Abastecimiento Popular, hemos aumentado la entrega de proteínas a bajo costo. Ahí está la merluza que consume el pueblo en reemplazo de la carne, que tiene tan alto precio. Ahí está el pescado que llega por primera vez a las barriadas populares. Ahí está el sentido de la cooperación técnica internacional. Ahí está lo que tanto duele a los sectores reaccionarios que nunca supieron darle al pueblo a comer los productos del mar (aplausos)”. Las JAP, no doblegaron la firme voluntad del imperialismo de los EEUU y la burguesía chilena, de derrocar al gobierno revolucionario de Salvador Allende. Un año después de aquel discurso, en septiembre de 1973, caería Allende ante los tanques, aviones y balas de los militares chilenos. Iniciaba así, un dramático episodio de violación masiva de los Derechos Humanos del pueblo chileno, expuesto desde entonces, a un genocidio económico sustentado en la primera versión de un plan económico estrictamente neoliberal.

 La historia, nos revela dos fomas de enfrentar “la rebelión de la burguesía” contra el pueblo. En ambos, la dirigencia revolucionaria, sustentó la defensa popular contra las políticas de hambre, especulación, desabastecimiento e inflación, en el propio pueblo, su organización y disposición para enfrentar la contrarrevolución. A diferencia de los tiempos de Allende, las y los revolucionarios rusos, surgidos de una Revolución armada, pudieron contar con fuerzas armadas para enfrentar la contrarrevolución y doblegarla. En Chile, Allende no contó con esa ventaja y tuvo que maniobrar con medidas ejecutivas que al fin de cuentas, no lograron neutralizar los efectos de las políticas de caos económico, dictaminadas desde Washington. La Revolución Bolivariana, al igual que los revolucionarios rusos, cuenta con esa gran ventaja de contar con una Fuerza Armada Bolivariana ganada para enfrentar juntos: pueblo y FANB, las políticas de saboteo económico dictaminadas por el imperialismo de los EEUU a través de sus agentes actuantes en territorio de Bolívar y Chávez.

 Los CLAP, descendientes directos de las JAP, deben complementarse con la incorporación plena de los miembros de las  FANB a dichos Comités, en conjunción con las vocerías de UNAMUJER, Consejos Comunales y Frente Francisco de Miranda; solo ello, les permitiría dar el salto real para convertirse en una forma organizacional de carácter nacional, como un Ejército del abastecimiento y la producción nacional de alimentos y alimentación de nuestro pueblo. Esto, mientras se supera –a mediano plazo-  el modelo de economía capitalista rentística parasitaria. Que hay mucho por cambiar en los CLAP, ciertamente,  y quién dijo que existieran recetas para atacar los problemas y secuelas de esta forma tradicional de guerra no convencional imperialista que ha decidido instrumentar el imperialismo y sus agentes políticos y económicos contra el pueblo venezolano.  Pero, lo que ha demostrado la historia de las revoluciones, es que sin el protagonismo del pueblo y medidas radicales y firmes, en contra de los actores ejecutantes, imperialistas y burgueses, solo nos espera la derrota. Con lo cual, se pondría punto final a esta nueva historia, que hemos comenzado a construir entre todas y todos. ¡Sólo el pueblo salva al pueblo!


Caracas, 30-06-20



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Henry Escalante


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