Mi palabra

¡Un atraco!

"El hambre hace salir al lobo del bosque."

Fernand Vanderem

En un rinconcito del centro de la ciudad, se encontraba un muchacho exhibiendo unas bolsitas de leguminosas (carotas negras, lentejas y frijoles); en un pequeño cartoncito anunciaba el precio de las populares negritas ¡2000 el ½ kilo! Una señora, sacó del bolso un atado de billetes de 50, rápidamente los contó, con la habilidad de un cajero de banco, para finalmente entregárselos al vendedor, con el rostro contrariado: ¡Agarre, ahí tiene 4000 bs, deme un kilo! La operación comercial, la observó una joven, con una niña en los brazos, sin apartarle la vista a los deseados granos, exclamando con rabia ¡Esto es un atraco! ¿4000 bs por un kilo de caraotas? Finalmente se marchó, dejando una expresión de resignación: "De ahora en adelante no comeremos caraotas"

Esos precios demuestran la anarquía, al cual nos han llevado; la oposición piensa en el revocatorio, como la solución sin dar una explicación entendible. Por mi parte, la experiencia de muchos años, trabajando en un supermercado de un habilidoso comerciante larense ya fallecido, me permite opinar con cierta propiedad; tuve la oportunidad de tratar con personas de todos los estratos sociales, pero mayormente con gente de los barrios. Nadie podía pensar hace 30 años atrás, que en un país petrolero, se iba a presentar este canibalismo comercial, aunque Germán Sánchez, propietario del establecimiento no se cansaba de repetir ¡Cuidado con una hambruna!

Todavía no hemos llegado a esos extremos, ni nada que se parezca, aunque la oposición, cada momento lo pregona; pero la guerra económica, nos puede llevar a vivir ese mal momento. El tiempo se ha encargado de aclararme: por qué este señor, tres décadas atrás, presagiaba una calamidad propia de los países africanos, cuando en esa época lo único que falta, como dice el refrán popular: era sarna para rascarse; él mismo Germán, siempre repetía ¡nunca falta un pero!; eso lo decía, porque conocía la llamaba viveza criolla, y veía germinar la corrupción en los gobiernos de AD y COPEY, como el arroz en los sembradíos; pero además le fío una comida, a un personaje muy conocido en Portuguesa, nombrado gobernador del estado Cojedes, en el gobierno de Luis Herrera; no le pago, ni siquiera estando en ese cargo.

Todas estas mañas han ido creciendo en el más apartado rincón del país, a pesar de todos los esfuerzos del gobierno; ahora es un "tumbe", estafa, robo, atraco o como lo quieran llamar, perjudicando al pueblo; cada momento escuchamos: "Nos estamos comiendo nosotros mismos" ¡Claro! Los bachaqueros, casi piden un "ojo" de la cara por un kilo de arroz, harina de maiz o de azúcar; además en los supermercados, nos encontramos con precios escandalosos: un envase de 140 g de atún, cuesta ¡1500 bs!; con una simple operación aritmética, nos damos cuenta del precio de un kilogramo de ese producto enlatado ¡Más de 20.000 bs!, porque el contenido real, no pasa de 60 g. Todo esto se queda corto, con los dueños de panaderías; no conforme con aumentar el precio del pan, lo han ido recortando de tamaño y calidad, culpando al dólar, cuando la materia prima, llega con los preferenciales.

A esta criminal acción, se le suman algunos funcionarios, quienes se aprovechan de los cargos, para conseguir bultos (Harina de maíz y arroz) para revenderlo a precios especulativos. Todos los aumentos, se lo achacan al dólar, pero productos del campo venezolano (plátanos y cambures) siguen aumentando, como moneditas de oro: ¿Quién detiene esto? La hermosa canción "Coquivacoa" del "fallecido" cantor Ali Primera, llama al pueblo a recapacitar; lo dice muy claro: La inocencia no mata al pueblo/pero tampoco lo salva/lo salvara su conciencia/y en eso me ha puesto el alma.



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Narciso Torrealba


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