Algunos Ministros de hoy son los del "gobierno de transición". ¡Recordemos lo que defendíamos!

Corría el 2002 cuando por primera vez en mi corta vida entendía con claridad la diferencia entre la burguesía que nos gobernó por 40 años y el nuevo gobierno bolivariano que tomaba las riendas del país. Para aquellos años, aun menor de edad, seguir o no al Comandante Chávez era un acto de rebeldía, más que un acto real de búsqueda de justicia social. En el golpe de Estado y paro petrolero posterior, muchos jóvenes entendimos a porrazo limpio a la derecha venezolana. En un día nos engañaron descaradamente a través de los medios, dirigieron un golpe militar y mediático sin el más mínimo sentido de la humanidad, y asesinaron, acallaron, apresaron y eliminaron todo el Estado de derecho y la Democracia. En menos de un año luego de la restitución del Presidente Chávez, y por si nos quedaban dudas, mataron de hambre y mengua a miles, con un paro general que convirtió el 2003 en uno de los peores años en materia económica y social del país, revirtiendo la racha positiva que se vivía desde 1999 y quitando a millones, entre otras cosas, la posibilidad de pasar al menos una navidad.


Ese reconocimiento de la oposición política del país como una clase con la que no se podía negociar, llena de rencores y odios que iban más allá de cualquier razonamiento político y deseo de un mejor país, y desdichada por haber perdido sus cuotas de poder, hizo que Chávez y nosotros, el pueblo, entendiéramos que el proceso no podía solo estar preñado de buenas intenciones, sino que debía tener un camino ideológico complejo y totalmente enfocado en lo social. De allí nace El Socialismo Bolivariano del Comandante Chávez: de allí nace la recuperación de nuestras empresas básicas, de allí nace la verdadera nacionalización de PDVSA, de allí nacen las tierras para quien las trabaja, allí se combatieron los monopolios, de allí nacieron las misiones, la alfabetización, las posibilidades de ingreso a la educación universitaria, el reconocimiento a todas las minorías. Por esos años se vivió una de las mejores épocas económicas, culturales, sociales y humanas del país, solo empañada por el sabotaje permanente de la misma oposición que ya desesperada, buscaba repetir las fórmulas ya conocidas por un pueblo venezolano arrecho y decidido a mantener su Revolución.


Para recordar a los escépticos de la memoria, en 1999 las empresas básicas privatizadas solo entregaban el 1% de regalías a la nación; algunas no entregaban nada bajo el precepto de generar empleos, la educación universitaria se relegaba a menos del 10% de la población estudiantil que terminaba el bachillerato, la educación básica y media en % era una cuarta de la lograda por el gobierno Bolivariano; el analfabetismo rondaba el 20%, siendo más en zonas rurales, la banca asfixiaba a la clase media en sus propias deudas impagables… En plena apertura al capitalismo, Venezuela no producía ni una cuarta parte de los alimentos que consumía, vivíamos el rentismo sumado a la expoliación del capital extranjero. Eso si, con un 20% de población viviendo una felicidad aparente, esos mismos que en tiempos de Chávez recordaban esa “hermosa” Venezuela de 1999 que recibió Chávez con 83% de pobreza, 47% de la cual era pobreza atroz.


Todas esas luchas sobre nuestros hombros, cada quien desde su trinchera, nos hicieron saber con exactitud lo que defendíamos. Cada argumento opositor era rebatido con hechos reales, cada paquetazo económico era refutado con inversión social, y siempre, absolutamente siempre, la respuesta tras un debate era el silencio de quienes intentaban demostrarnos las “ventajas” del libre mercado y el neoliberalismo. No había forma de que una familia pobre que nunca había tenido luz en diciembre, ni teléfono, ni servicios básicos, ni comida, ni salud en su barrio, aceptara que aquello era mejor que esta nueva forma de vida, aún humilde, pero por primera vez, ¡VIDA!.


Por ello hoy los curtidos en la defensa de la Revolución Bolivariana, no podemos sino preguntarnos, cómo es posible que absolutamente todos nuestros argumentos sean mandados al caño desde los diferentes ministerios del gobierno actual. Desde Comunicaciones achacan a todos, sin estratificación social, un paquetazo para que seamos quienes solventemos la crisis, desde energía paralizan todas las inversiones y achacan de nuevo al pueblo las consecuencias, desde Petróleo, un desconocido hasta hace poco nos dice que Chávez se equivocó, que PDVSA debe ser privatizada, solo manteniendo un ridículo e inútil 20% para la nación. Otro entrega nada menos que a la peor empresa de extracción de oro del mundo, derechos sobre nuestras riquezas. Desde alimentación otro loquito desconocido nos dice que los Mercales fueron un error, desde seguridad nos mandan un paralelismo muy parecido a la Ley de vagos y maleantes, mientras los grupos minoritarios más necesitados, pilares esenciales de cualquier gobierno que se precie de ser socialista (personas en la calle, enfermos terminales, niños especiales, etc) son literalmente obviados o mezclados con el resto de la sociedad en una masa informe que recibe a coñazo limpio lo poco que no se roban las mafias civiles y militares. Por cierto, ¿alguien recuerda Comunas?


Desde afuera vemos como algunos, casi ahogándose en el mar de confusiones ideológicas del gobierno de Maduro, intentan enderezar el camino. Algunos ministros y antiguos miembros del equipo del Comandante Chávez tratan de mantener la idea central del Plan de la Patria, pero no son Ministerios claves que puedan enderezar el barco. Ya no se necesita un golpe de timón, sino una ola gigante que arrastre y arranque del barco de una vez por todas a tanto traidor y aprovechado del legado del Comandante Chávez.


De mi parte, 17 años después, seguiré siempre comprometido con defender aquel socialismo que el Comandante Chávez nos enseñó a cuidar. Hoy toca hacerlo ante algunos que juraron mantenerlo y de otros que aprovechando la confusión, parecen allanar el camino a la canalla de siempre.


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Moises González


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