El BCV y la falta de billete

Se espera que los que manejan la moneda de un país sean discretos, reservados, parcos; siempre se teme que sus declaraciones puedan producir bruscas variaciones de acciones o divisas que degeneren en tormentas especulativas. Aquí no, pero en casi todo el mundo la moneda es un tema muy serio.

La única virtud innegable de los integrantes del Directorio del Banco Central de Venezuela es la discreción. En ese aspecto son un ejemplo mundial. Pero una cosa es ser discreto y otra ser mudo. El silencio del BCV sobre los dramáticos avatares de nuestra moneda es absoluto. Uno a veces tiene dudas: ¿será que siguen allí todavía? Digo, los miembros del Directorio del BCV.

El objetivo fundamental de la institución está claramente determinado por la ley: "lograr la estabilidad de precios y preservar el valor de la moneda". Con mayor claridad está determinado que el objetivo fundamental no se está cumpliendo para nada. El BCV no suelta ni una palabra.

Entre las funciones del BCV, también definidas por la ley, está la de "Acopiar, producir y publicar las principales estadísticas económicas, monetarias, financieras, cambiarias, de precios y balanzas de pagos". Pero el BCV dejó de publicar mensualmente el índice de inflación como siempre se hacía y se había hecho. Asumo que sigue recopilando los datos y haciendo los cálculos pertinentes, que los técnicos y la estructura necesaria continúan allí.

¿A quién se le ocurrió esa idea tan disparatada de ocultar los datos de la inflación? ¿Quién fue ese genio? ¿Era de adentro (del BCV) o de afuera? ¿Qué pretendían al incumplir sus funciones y esconder las cifras? ¿Ocultar el nivel de inflación? ¿Se sentirá menos que el salario no alcanza cuando se desconoce el índice de inflación?

Estamos en un país tan especulador que hasta se especula con las variables macroeconómicas. Si el Banco Central no da cifras de inflación, los economistas lanzan números, los inventan, y nadie quiere quedarse cortos. Fíjense en el economista Guerra, ahora diputado, durante el primer semestre de cada año da unos números pavorosos, cinco o seis veces lo que resultará al final (creo recordar que empezó este año prediciendo 1.500% de inflación). Las cámaras de comercio lo invitan a cuanto evento tienen porque los comerciantes por tradición especulan con las alzas: sus precios de venta no lo vinculan al costo que tuvieron, sino al costo de reposición, de manera que compran al precio de hoy pero venden al precio de mañana. El bochinche, en todo caso, promueve la espiral inflacionaria.

La última "distracción" del Directorio del Banco Central la padecemos los venezolanos diariamente. Y es de lo más inexplicable: estaba de anteojitos que el cono monetario no correspondía con la inflación. Con un poquito de previsión (que una cosa es no publicar las cifras y otra es no saber lo que pasa y va a pasar) se pudo haber enfrentado el problema a finales de 2014 y adelantar algo para la emisión de billetes de 200 y 500 Bs. Pero pasó todo el 2015 y nada. Y luego este año casi completo.

Ahora a las colas para comprar comida se agregan las colas para retirar efectivo, o la búsqueda desesperada de un cajero con dinero. Los que transportan valores dan más viajes que nunca. Los bancos se quedan sin efectivo, o pagan miles de bolívares con billetes de 20. Llamar al billete de 100 Bs., "billete de alta denominación" es solo un decir: ni un café se puede comprar con 100 Bs. Los comerciantes están haciendo negocio con el "avance de efectivo" (cobran 10% lo menos, y otros 15%); cualquiera que tenga un punto se mete a banquero, pues.

¿Se hacen cargo ustedes, señores del Banco Central, de cómo las consecuencias de su inacción afectan a los venezolanos diariamente? Porque para prever la necesidad de billetes de más valor no se necesitaba una maestría, bastaba con el sentido común.

En los últimos meses, quién sabe si es la campaña de algún sádico, aparecen noticias no oficiales sobre la llegada próxima de los nuevos billetes. Son noticias oficiosas, atribuidas a "fuentes del BCV" que no se identifican. Mientras, ustedes ni ratifican ni desmienten. Nunca informan. Como la esfinge de Keops, totalmente callados.

Tun tun, ¿hay alguien allí?



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Orlando Zabaleta

Editor, escritor, articulista, publicista y diseñador gráfico.

 orlandojpz@yahoo.com

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