A la pobreza que se calcula que hoy hay más que la hallada por Chávez a su llegada a Miraflores, súmese estas nuevas formas de provocar infelicidad desde la misma Pdvsa.
Los prestadores o repartidores del gas en Valencia no sólo están cabalgando las entregas, cual zapatero irresponsable que usa el dinero inicial de su cliente para comprar los materiales del cliente anterior, sino que hasta las bombonas las entregan semiusadas o con contenido insuficiente.
Dejan a los clientes con una sola bombona porque usan la segunda para su entrega a quienes más dinero o sobreprecio les ofrezcan.
Todo hace pensar que son colaboradores de quienes se hallan en guerra. Ya está mal que lo hagan los comerciantes privados, pero que lo estén haciendo los propios empleados de Pdvsa es el colmo de la irresponsabilidad y de la complicidad que tenemos que inferir entre el Ejecutivo y sus funcionarios responsables directos de que ese servicio público sea cumplido con todas las de la ley.
Los enemigos están en la casa, no fuera del país. Ya tuvimos bastante con la irresponsabilidad del ex presidente del BCV por su negligencia o ineptitud cuando dejó que nuestra moneda se deteriorara tanto y haya hecho trizas el empoderamiento que a Chávez le había costado tantos sobreesfuerzos. Y sin ánimo alguno de echarle paja al gobierno superior, se calcula que hoy hay más pobreza que la que halló Chávez a su llegada a Miraflores.
Por lo demás, la banca privada sigue suspendiendo las tarjetas de sus ahorristas y lo están haciendo bancos oficiales por negligencia, ineptitud o enemistad traidora.
