Además de una profunda emoción, resulta poco menos que milagroso, cubrir el mercado burgués en mucho más de 50%, luego de estar en las manos codiciosas e insaciables de tantos comerciantes fabriles rentistas, intermediarios, gobiernos y, lo más significativo, con la poderosa ciega anuencia de tantos ingenuos y estólidos consumidores a quienes hasta les disgusta que les rebajen el precio a su encarecido arroz.
La he recibido luego de una estresante espera de unos 13 meses ya que en mi parroquia natal, en mi sector, es casi imposible que lleguen las CLAP porque se trata de una comunidad hoy poblada exclusivamente [1]por gente muy trabajadora y servicial, tanto que muchos de ellos practican de hecho la convivencia comunal sin saberlo y a esta convivencia hasta ingenuamente desprecian sólo porque no proviene de sus ex patronas y ex patronos.
Se trata de gente trabajadora con magníficos sentimientos y muy agradecida con sus antiguos patronos y matronas desde hace sus buenas 5 generaciones. Y si hoy adversan al gobierno lo hacen por sumisa herencia de sus viejos patrones y matronas, además de ser asiento de partidos del Puntofijismo lo cual dejó en ellos poderosa ascendencia política e idealista muy difícil de superar.
La CLAP trajo consigo caraotas blanditas y relumbrosas, muy limpias, muy bien tratadas; trajo muchas pastas deliciosas, salsa de tomates, atunes, aceite de soya, leche, azúcar, arroces, y particularmente la harina de maíz mejor procesada, tanto así es que es la que usan los mexicanos para la preparación de sus afamados tamales que requieren de una masa ultrarrefinada, suave al calor, elástica para el doblaje de esa comida ligera.
En honor a la simple y palmaria verdad, esa 1ra. Caja CLAP fue un verdadero alivio presupuestario dadas las actuales circunstancias. No abunda decir que la CLAP, por ahora, es y será tremendo golpe para los acaparadores de oficio, para los burgueses que por incomprensión de la realidad que vivimos, no han querido pactar con el gobierno, aunque sí quieren imponer que ocurra lo contrario.
[1] La parroquia en cuestión fue habitada desde hace sus largos 250 años por parte de la gente "acomodada" de Valencia, por los mantuanos de las provincias de otrora y por los habitantes actuales que se quedaron en este sector. Estos últimos fueron, de los primeros, los eternos servidores domésticos, artesanales, menos sus descendientes profesionales, ya que la burguesía no contra profesionales de origen proletario; tiene los suyos por naturaleza propia, y si los usa es para luego desecharlos, satisfechas su intenciones de que realicen uno que otro sucio trabajito. Estos habitantes de la burguesía y terratenientes, tan pronto como su entorno parroquial fue "contaminándose" de gente humilde, de comerciantes zarrapastrosos y de importados "indeseables" picó los cabos y optaron por vivir más hacia el Norte…y por supuesto dejaron sus casas abandonadas porque no les hacía falta alguna su venta, ya que hasta ahora sigue rigiendo una disposición jurídica y contable, según la cual, los terrenos y demás inmuebles artificiales (casas, edificios), lejos de depreciarse se enceren con las simples vueltas de la Tierra., aunque sí les interesa la simpatía y la servidumbre psicológica (política) de sus antiguos servidores o inquilinos de la misma parroquia y sector.