Calamitosa resulta ya la situación de ineficiencia administrativa y capacidad operativa del Banco de Venezuela en la Ciudad de El Tigre, municipio Simón Rodríguez del estado Anzoátegui. Las dos sucursales financieras ubicadas en la Av. Francisco de Miranda someten a los cuentahabientes (principalmente a las señoras y señores de la tercera edad, y a las embarazas) a sesiones de espera intolerables, a base de abusos, corrupción, tráfico de influencias y falta de valores en el personal y la gerencia de estos bancos, por cuanto no existe el mínimo respeto y la más elemental consideración para quienes acuden a retirar su dinero en este par de agencias. Mi madre, de 70 años, cobra allí su sueldo de jubilada del Ministerio de Educación y la pensión gubernamental, y desde las 6:00 Am se planta frente al banco, llevando sol y agua, y es a partir de las 3:00 pm que logran darle la miseria de efectivo que, a capricho del cajero o la cajera de turno, le puedan dispensar. Esto es insólito, imperdonable, inadmisible. Ya quisiera yo agarrar a las madres de estos cajeros sinvergüenzas y amarrárselas de un poste de luz durante esas mismas nueve horas, sin comer ni tomar agua, sin poder sentarse, a ver qué sientan ellas y qué sienten ellos, como hijos, para poder compartir esta indignación que me embarga por tamaña injusticia.
El drama empeora cuando los amigotes y las amigotas de los cajeros corruptos pasan como Pedro por su casa, directo a la taquilla a depositar sacos, cajas, maletines y bolsas de billetes, cobrándoles buenas comisiones por este tipo de transacción (llámese tráfico de influencias y amoralidad). Pero la corrupción empieza en la propia puerta del banco, cuando los vigilantes corruptos y sinvergüenzas también se prestan para el gran negocio, cobrando igualmente lo suyo.
La gente protesta, blasmefa, puja, escupe, maldice, llora, sufre, implora, se come las uñas y de casualidad evacúan en las enormes colas del banco, pero eso ni le importa a la gerencia ni mucho menos a los risueños y habladores cajeros, que se divierten con el dolor ajeno. Son unos miserables, inconscientes y faltos de ética. Lo grave de todo es que es esta práctica amoral ha persistido durante todo el año 2017, por lo tanto no se trata de hechos relativos o circunstanciales, sino viciosos, recurrentes y flagrantes que deben ser corregidos de inmediato porque afecta la salud pública de los cuentahabientes. De hecho, han ocurrido desmayos e infartos frente y dentro de estos bancos, sin que a la gerencia le importe en lo más mínimo que esto ocurra.
Las agencias del Banco de Venezuela del interior del país están dispensando por taquilla hasta Bs. 85.000, pero el Banco de Venezuela de El Tigre tiene la excusa diaria de que no disponen de efectivo para el público. Según que no hay billetes. Este cuento manido no se lo cree nadie. Vamos a ver si cuando la Superintendencia Nacional de Bancos se apersone con la debida auditoría y las normas más estrictas sobre esta detestable situación, van a aparecer los reales que son invisibles para las viejitas y viejitos, pero no para los cajeros que se ganan su mesada como los vagabundos que son. En nombre de todas sus víctimas los denuncio y haré llegar esta queja hasta el más alto nivel, como desagravio a mi madre y al resto de las dolidas personas que parecen camellos frente al Banco de Venezuela de El Tigre.