El gobierno de Chávez fue sometido a la misma presión que ahora el de Maduro, la diferencia está en que sus respuestas (las de Chávez) estuvieron dirigidas a no perder la visión estratégica del socialismo. La política de Plena Soberanía Petrolera, una de sus políticas de liberación, si se quiere, fue contraria a la supresión inmediata del rentismo petrolero. Pero, a la vez no lo fue. Para los que piensan que Chávez adelantó políticas de derroche, argumentan junto a los que piensan que la renta se ha debido invertir en un aparato productivo eficiente, es decir, entre los capitalistas (así como lo hace Maduro ahora); es decir, si creas empresas socialistas estás derrochando el dinero, repartiéndolo entre corruptos e irresponsables, pero si se los das a los empresarios capitalista privados y a los banqueros, no, ellos son quienes sí saben qué hacer con el dinero. Sin embargo, ahora estamos al corriente (a despecho de Maduro y de muchos más) de que no es así, que los capitalistas “honestos” también son ladrones, lo que siempre han sido, y mucho más malos y peores que el corrupto más vivo de la revolución.
Chávez jugó apostando a la sociedad, trabajando para la sociedad. Si no se ganó, por lo menos apostó por la propiedad social y a la conciencia del deber social, si no se dio todo como se esperaba no debemos responsabilizarlo solo a él y a Rafael Ramírez (a él lo mataron y a Ramírez lo exiliaron y quizás lo amedrentaron), sin responsabilizar a quienes de manera prejuiciosa y superficial cambiaron radicalmente el rumbo socialista hacia políticas francamente liberales capitalistas. Hemos dicho antes que mirando los hechos a distancia, con más altura, podemos juzgar mejor los hechos, en este caso las decisiones de Chávez, vistas comparativamente.
El “derroche” de la PDVSA del barril a 100 $, aparte los casos de corrupción, fue más bien una oportunidad de organizar instituciones y políticas soberanas, independientes del control capitalista de la producción y del mercado en general. El riesgo de esto fue la corrupción. En una sociedad capitalista, culturalmente dominada por el egoísmo y el lucro, controlar tal flujo de dinero, y al tiempo saltarse los controles burocráticos de normas y leyes, fue complicado. Estas normativas están hechas para beneficiar a los capitalistas monopolistas, leyes burguesas (los ejemplos sobran), y hubo que tomar decisiones rápidas en un ambiente político muy dinámico, en un juego contra reloj en contra el capitalismo y sus agentes.
No era fácil entonces luchar contra el enemigo externo y el interno a la vez. Aquellos que hoy denuncian a los corruptos de PDVSA, no lo hicieron antes ¿Por qué sería?, pero peor aún, muchos de los que acusan a Ramírez y a Chávez de facilitar el derroche y la corrupción, ahora se presentan como súper legalistas, moralistas pacatos, envidiosos que quieren hacerse los más civilizados dentro del legalismo burgués, sobre una ley anacrónica, nada revolucionaria. Ahora asocian revolución con acatar la legalidad burguesa.
Si Chávez no hubiera brincado (en parte) los obstáculos de esa ley, no hubiese sido posible la creación de las Misiones. PDVSA fue la fuente de financiamiento de las primeras Misiones: Barrio adentro, Misión Ribas, Misión Vivienda, PDVSA Industrial, PDVAL. En el caso del PDVAL, fue creada para suplir un segmento de la economía del control hegemónico del mercado, de los controles y manipulaciones de los capitalistas conspiradores; suplir el desabastecimiento y mitigar la inflación. A pesar de haber sido acusado el ministro Ramírez de malversación, de permitir, por ineficiente, la pérdidas de alimentos etc. Inclusive por los mismos gerentes y directores del Ministro Ramírez. Tuvo Chávez que poner preso a un tonto, como los de Tarek, para complacer a la “opinión pública” la cual siempre ha sido guiada por la mala consciencia pequeñoburguesa. Pero así mismo, las misiones fueron creadas como un sistema de salud, de educación y de construcción de viviendas, paralelo a la burocracia clásica burguesa, a la ineficiencia al servicio de la burguesía, con el objeto de poder agilizar las políticas públicas, vinculadas a los cambios sociales, es decir, a los CAMBIOS SOCIALISTAS, y no para potenciar la ineficiencia y el clientelismo de la burocracia del estado.
Sin embargo, muchas Misiones ahora son ineficientes. Visto el problema con ojos de miope, diremos que el problema de la burocracia es un “mal universal” y su “solución” también es universal, a saber: entregarle el control del Estado y de la Economía a la empresa privada; luego “la mano invisible del mercado” se encargaría, en un futuro, imposible como la paradoja de la flecha lanzada que no se mueve, de armonizar los conflictos sociales, o sea, de ablandarle el corazón a los codiciosos capitalistas en favor de los desposeídos. La solución a la burocracia no es universal, como la burocracia no es un mal universal, las dos son males de la sociedad. Y si Chávez se equivocó con esto fue por no insistir en buscar los hombres adecuados para acompañarlo en la empresa socialista, en la revolución; se equivocó en creer que él solo debía asumir todas las responsabilidades y en ser tan cándido con estos oprtunistas.
De hecho, muerto Chávez todo el tren de gobierno se lavó las manos de los errores (y aciertos), y la mayoría se entregó a los brazos de la oligarquía, del pragmatismo socialdemócrata, como viejas cansadas. Ahora ninguno se siente socialista pero tampoco responsable del debacle de los planes socialistas del comandante Chávez. En cierta forma, es mejor que así sea.
Chávez estuvo solo, pero Ramírez también por haberlo obedecido, por haberle sido leal hasta su muerte. Lo mismo no lo pueden decir otros, incluyendo Maduro, respecto al intento chavista de cambiar la sociedad, o por lo menos de cambiar el “estilo” de dirigir con honestidad, revolucionar las maneras de hacer las cosas, sin “vergüenza pequeñoburguesa”, sin moralismo pequeñoburgués, sin tanta pacatería. Chávez trabajó solo y murió solo, rodeado de los mismos “chavistas de palabritas” que hoy lo traicionan, que lo traicionaron y lo calumnian junto al socialismo.
La campaña que hoy se adelanta en contra de PDVSA no es tanto eficiencia como efectismo del fiscal. Van a privatizar la Empresa con el pretexto de que es insostenible su administración por parte del Estado ineficiente. Ese “rigor” judicial huele más a entrega que a revolución.
Nosotros no defendemos a los corruptos, pero no se justifica tanta propaganda de ser eficiente frete a casos menores de corrupción, como esa que se hace el fiscal, para que sus actos de eficiente se conozcan realmente. Su alharaca es “efectista” y ensucia a toda la empresa, sin que este señor se moleste en defenderla, sin dar explicaciones más allá de su oficio de policía; dice, como el verdugo, “Estoy aquí para cortar cabezas, no para salvar a nadie” ¡Y así lo dice un poeta! (No estamos de acuerdo con el señor Eligio Damas; creo que no entendió la posición de Valderrama). Es justamente un “poeta”, el cual debería ver los hechos desde lo alto, con ojos y mirada de águila, quien se permite no hacer una explicación racional, socialista, inteligente de su oficio de policía, de por qué dañar la imagen de una empresa, denunciando y haciendo “ruedas de prensa” por uno corruptos de baja monta, como sí eso significara verdadera eficiencia judicial. ¿Y el capitalismo, Tarek? ¿Acaso el capitalismo es justo? ¿Por qué no hace usted una rueda de prensa y una acusación formal ante el tribunal del pueblo chavista por la especulación, por el robo, por la explotación y la gran corrupción del espíritu? ¿No es usted poeta? Demuestre que piensa.
La PDVSA –que hoy se quiere privatizar – en tiempos de Chávez, de revolución socialista, sustentó los primeros intentos de cambios, cambios notables, a pesar de las leyes y la pacatería burguesas. No es lo mismo robar y compartir con los pobres lo robado, que robar para acumular riqueza. No es lo mismo Dick Turpin que Juan Carlos Escotet, Bolívar que Paez, digo, solo para que se entienda.