Cuando oímos y hablamos de organización popular, de o. política, tendemos a identificarla con organización para el trabajo mancomunado o sindicalizado, para la solidaridad con el gobierno que hemos apoyado, con la necesidad de agruparnos in sólidum para lograr objetivos generalmente asociados a la defensa de *derechos humanos*, derechos constitucionales, derechos políticos difusos, etc.
Pero lo curioso es que no suele hablarse ni discutirse casi nada sobra la organización económica más popular y más importante para los bolsillos del asalariado, siempre indefenso ante el poderoso comerciante, ante el importador de amplio giro, ante el industrial nacional e internacional.
Estoy hablando de organizarnos para enfrentar, por ejemplo, el monstruo de Especulación Navideña. Como sabemos, ningún gobierno ha sabido ni ha podido meter eficazmente en cintura las ocasionales y desconsideradas subas de precio que cada fin de año nos calamos, ya como un hecho normal, como una cosa que es así.
Sabemos que este comerciante aprovecha la coyuntura que le brinda el pequeño pero importante sobreingreso que en esta fase del año reciben sus mismos empleados. Ellos especulan primero con el triste y convencional hecho de los salarios semanales o quincenales no terminan nunca, dentro del año, de alcanzarle al trabajador para la compra de su bienes duraderos, ropa, zapatos, enseres domésticos, etc.
Súmese a esta coyuntura el hecho de que esos mismos comerciantes tampoco cuentan, por la misma razón de los salarios minimizados por los propios gobernantes de turno, con una demanda suficiente para colocar sus inventarios estancados durante todo el año.
Desde aquí instamos a la población compradora, al consumidor venezolano, le decimos que es hora de ir organizándonos para tomar medidas eficaces contra este especulador impune y desalmado. Porque las mediadas paliativas, los operativos proselitistas y ocasionales que pueda tomar un gobernante NO SON LA SOLUCIÓN.
Sugerimos un cambio de hábitos, una considerable reducción en sus compras navideñas. Les instamos a que aguarden por mejores tiempos, que esperen el vencimiento de los compromisos de estos especuladores, momento para el cual posiblemente se verán obligados a vender con márgenes tolerables de ganancia. Lo mismo podríamos hacer con las compras escolariegas de comienzo de clases.
Tal es la verdadera organización política y económica que debemos tomar, porque sólo como consumidores organizados podemos hacer lo que los gobernantes silencian, amañan o complacientemente toleran.