Pariaguán es una comunidad famosa por dos tres razones: Por el pasaje llanero que le dedicó Reynaldo Armas a finales de los años ochenta del siglo veinte; por la actividad de extracción de crudo de la Faja Petrolífera del Orinoco, y por el alto costo de la vida. De nada le vale a este pequeño pueblo la grandeza de sus artistas locales (pintores, arpistas, cuatristas, bajistas, maraqueros, cantores, compositores, poetas), sus deportistas y agro productores, porque la mentalidad usurera de sus comerciantes la equipara al modo de vida de las minas del oro de Guayana, y al viejo estigma que alguna vez contaminó la vida socioeconómica de la aledaña ciudad de El Tigre, también carcomida por la ruina petrolera de otrora y del presente.
La gente se burla del Presidente Nicolás Maduro con absoluto desparpajo cada vez que le oye en cadena nacional darse golpes de pecho, con inusitado y exagerado optimismo (considero yo) para enarbolar la bandera de la recuperación económica como la bandera definitiva del programa socialista de la revolución. Nada más alejado de la verdad y de los hechos. Hay que decirlo con franqueza, con sinceridad y con realismo. Quienes asesoran al Presidente Maduro le mienten, y están muy divorciados del modus vivendi de quienes andamos a pie por este grande y hermoso país.
La lista de productos acordados ya se convirtió en una estafa declarada. Los comercios no respetan los precios acordados. Los alteran a capricho. Los acaparan y esconden. Los manipulan a su conveniencia. Los venden a escondidas. Sorprende en Pariaguán los grandes negocios que hacen quienes reciben los productos del grupo Polar, amparados en negocios de "empanadas" o "desayunos", así como "bodegas" y "bodeguitas" (que exigen efectivo para luego vender los billetes al mejor postor), pues para lo que menos los utilizan es para esas actividades. Al contrario, venden el aceite por litros a 90, 100 y 110 bolívares soberanos, lo mismo que la harina pan y los detergentes. Estas "bodeguitas" carecen en absoluto de regulación fiscal alguna y dudo que tengan patentes de comercio. Hay que meterles la lupa y darles un castigo ejemplar por corruptos y explotadores del pueblo.
El día siguiente de la publicación de los primeros 25 artículos denuncié ante el comando de la Guardia Nacional ubicada en el sector San Mauricio de Pariaguán, vía al aeropuerto, a una carnicería que vendía la carne de res a 120 bolívares soberanos, a pesar de conocer la lista de precios. No obstante, le entregué una lista adicional que había logrado imprimir. Ignoro si la GN acudió al local para la debida inspección. El resto de las carnicerías anda en la misma tónica. Dentro del mercado municipal el kilo de carne cuesta 140 Bs. Soberanos. El Sundde (organismo de poca fe para el pueblo), la alcaldía, la policía municipal y nacional, y la GN tienen la responsabilidad moral de visitar y castigar a las carnicerías abusivas ubicadas en el sector El Bajo hasta la prolongación hacia La Verdoza, así como las de los sectores San José, Barrio Sucre, San Mauricio, Los Pinos, Las Colinas, El Merey, La Media Luna, calle comercio, avenida Libertador, La Media Luna, calles aledañas al Centro Clínico Pariaguán, etcétera; para evitar los vicios de usura y explotación del derecho fundamental a la alimentación de los ciudadanos.
En una casa de familia que hace las veces de bodega o mini abasto, ubicada a menos de quinientos metros de la sede de la Policía Nacional Bolivariana de Pariaguán expenden el cartón de huevos a 160 Bs. soberanos. Los propietarios tapan las rejas de la sala con una vulgar sábana desde que el Estado reguló los precios, para que no sean visibles los artículos desde la calle, pero ahí dentro tienen de todo, a precios en oro. Se necesitan muchos lingoticos de oro para comprar en esa casa, amparada como comercio bajo una firma personal, según se lee en el letrero pintado en una pared. La mantequilla, el queso, los detergentes, la harina de maíz, el aceite vegetal cuestan ahí en dólares, en oro, en cualquier otro tipo de cosas, menos en esos fulanos bolívares soberanos que el gobierno tanto defiende. La PNB y la GN saben de la existencia de ese local porque de menudo se la pasan ahí custodiando las ventas de productos "regulados". Es decir, venden cuatro o cinco pacas de harina pan cuando llegan, pero guardan treinta pacas para después aplicar su plan de precios macabros. Los pobres residentes aledaños sucumben ante esta práctica dolosa, miserable, usurera, explotadora y canallesca. Además, ningún local de estos, incluidas las carnicerías, exhibe la obligatoria Cartelera Fiscal. Simplemente ésta no existen en Pariaguán.
Ojo aparte merecen las panaderías y ventas de repuestos automotores.
Las primeras venden un solo pan al costo de un kilo de harina de trigo, cuando es bien sabido que de un kilo de harina de trigo salen varios panes. Un pan campesino, por ejemplo, cuesta 23, 28 y hasta 40 bolívares soberanos. Peor aún, hay panes que cuestan ochenta bolívares soberanos (80 Bs. S); es decir, el equivalente a cuatro kilos de harina. Estas panaderías pertenecen a un solo propietario o a quien funge como administrador de todas esas panaderías, desde el Centro Comercial Paraíso Plaza hasta la Plaza de Barrio Sucre, o de la calle Anzoátegui hasta las ubicadas en la Avenida El Bajo. frente a la Media Jarra. ¿Cómo se explica esto? ¿No hay ley que controle esta locura? Por otro lado, algunas ventas de repuestos y autopartes ni siquiera han abierto sus comercios desde que se anunciaron las nuevas medidas económicas. Ni hablar de precios de bujías, filtros, etc. Tampoco exhiben cartelera fiscal ni tienen compasión con nadie. Para esta gente todo el que tenga carro es un minero, un petrolero, un dolarizado o un extranjero, pero jamás un venezolano con limitaciones, con sueldos menguados y escasos recursos. Sólo hay que chuparle la sangre a quien se pare en una ventanilla miserable a preguntar por alguna pieza de motor; sea la que sea.
La situación de los bancos es otro drama para llorar. El Banco de Venezuela es una cruda expresión de la miseria nacional. Ahí hacen colas más de quinientas personas diariamente desde las 4 pm de hoy hasta las 3 pm de mañana, defecando y orinando alrededor del banco, soportando lluvia, sol, hambre y sueño. Todo ese drama para poder sacar cincuenta bolívares soberanos que luego les sustraen los buhoneros ladrones, ubicados frente a la Plaza Bolívar, al vender artículos en efectivo sobre preciados. El kilo de azúcar lo expenden estos bachaqueros ladrones en ochenta soberanos dada la escasez de azúcar. La GN sabe esto, pero no actúa. Me sumo a los pesimistas que tienen poca fe (o ninguna fe, más exactamente) en cuanto a la actuación de los organismos de seguridad nacional para hacer valer los precios acordados; y me sumo también a los pesimistas que creen que el nuevo cono monetario no va servir de nada.
O hay ley en Venezuela o no habrá revolución, ni socialismo, ni equilibrio de nada, ni recuperación de nada, ni nada de nada.
Sus golpes de pecho, camarada Presidente Maduro, dan ganas de llorar. Créamelo. Pero no desestime que el pueblo le ha dado un voto de confianza, aunque esa confianza empezó a perderse desde el mismo momento en que la fulana lista de precios regulados empezó a alterarse hacia arriba por el gobierno que usted preside. ¿Es acaso un juego? ¿O es una burla? Hable claro y pele los ojos. Hágalo por este pueblo sufrido que ya no aguanta más. Créamelo.