Hay personas para las que la lengua se convierte en su más importante instrumento de trabajo y más que la lengua, es la manera como emplean el vocabulario lo que los convierte, a unos cuantos, en unos encantadores de serpientes o, como dice mi hermano José, auténticos vendedores de sueños. Su lenguaje a veces estridente, otras veces enrevesado y otras tantas desafiante logra conmocionar a las masas al punto del síncope. Saben exactamente cuándo y dónde mover las emociones de su público y están por demás seguros de la satisfacción que obtendrán como reacción a sus destemplanzas lingüísticas.
Rómulo Betancourt, un ex Presidente de Venezuela, tenía esa cualidad que lo hacía tan famoso, a la par o un poco más allá de grandes tribunos de la época, como lo fueron Rafael Caldera y Jóvito Villalba.
Recuerdo que en una oportunidad se encontraba reunido con sus correligionarios adecos y por un motivo que no recuerdo les estaba dando una reprimenda a sus conciudadanos, epíteto éste popularizado por él, en aquel coso que estaba lleno de adecos hasta los teque teque. Su lenguaje corporal, gestual y verbal era el de una persona que estaba presa de una gran irritación, mientras sus compañeros escuchaban el sermón sin atreverse a emitir palabras, casi sin moverse de sus asientos. Ya finalizando su encendido verbo había tocado el cénit temperatural, así que ya para despedirse cerró con la bien pensada orden de ❞???? ???? ????????́ ???????? ???????? ????????????????????????????????, ???????? ????????????????❞.
Señores, ese recinto se iba desarmando en aplausos, ovaciones y demás reconocimientos al máximo líder de la tolda blanca. Primera vez que su partido no hacía caso a la exhortación de esta especie de semi Dios o prestidigitador de la palabra, como él mismo alguna vez llamó despectivamente a algunos de sus enemigos políticos.
Fue tanta la influencia en el venezolano que tuvo el Presidente de la misteriosa pipa, que no hay alguno, de los ya entrado en años, que al escuchar la palabra ????????????????????????????́???????????????? no la ancle instintivamente a la criollísima pero controvertida hallaca venezolana.
Durante su presidencia entre 1959 y 1963, había estado soportando denuncias de sus opositores sobre el presunto enriquecimiento que había logrado en el ejercicio del cargo, de modo que en su oportunidad, lanza en ristre, prorrumpió un desafío a las deidades del Olimpo con una nueva y estridente frase que, pensaba él tal vez, lo libraría de suspicacias:
❞???????????? ???????? ???????? ???????????????????????? ???????????? ???????????????????? ???????? ???????????????? ???????? ???????????????????????? ????????????????????????????, ???????? ???????????????????????? ???????????? ???????????????????? ???????????? ???????????????????????? ????????????????????????????????❞.
Con aquella expresión sus partidarios le expedirían un cheque en blanco al hijo de Guatire, borrando con ello cualquier sombra de duda que pesara sobre la honestidad del mayor admirador que tuvo Berna por estas tierras.
Pasaron los días para unos, mientras para otros fue cuestión de horas para que se demostrara si aquel reto se materializaría a su favor o si por el contrario, desde los espacios celestiales vendría la evidencia que lo indiciara en el delito del cual intentaba defenderse.
Así llegaría el 24 de Junio de 1960 cuando en Caracas se celebraba los 139 años de la Batalla de Carabobo y día de la Independencia de Venezuela. El Paseo Los Próceres sería el lugar en donde se concentrarían las fuerzas vivas del momento para tan magno evento. Allí la población disfrutaría del desfile de las diferentes fuerzas armadas que marcharían con sus pertrechos precavidamente sin municiones, mientras que por el aire otro tanto haría las fuerzas aéreas.
Al paso de la caravana que traía al Presidente Betancourt, un poco antes de entrar a las tribunas donde se encontraba el público, invitados especiales y autoridades civiles y militares, en un vehículo Oldsmobile que se encontraba inadvertidamente estacionado a un lado de la avenida se produjo una gran explosión que levantó por los aires el carro presidencial, al ser accionada una carga explosiva desde un lugar remoto.
En lo que no cabía duda que se trataba de un magnicidio el Cadillac negro presidencial fue lanzado por los aires, falleciendo de forma inmediata un edecán del Presidente y un estudiante que se encontraba en los alrededores. El conductor de la limousina fue lanzado fuera del vehículo hecho una bola de fuego, mientras que el ministro de la defensa y su esposa fueron sacados con vida del auto sin mayores heridas. En cuanto al Presidente Rómulo Betancourt, éste sufrió quemaduras leves en la cara, pérdida temporal de la audición, y la más importante de las consecuencias de la explosión fue que…. ¡???????? ???????? ???????????????????????????????? ???????????????????? ????????????????????! ???????????? ????????????!
Mucho se había especulado de cierto poder sobre natural que tenía la pipa humeada por el Presidente Betancourt para salvarlo de todas las calamidades ocasionadas por su conflictiva personalidad y la manera de encarar la política, incluso se decía que el mencionado objeto había sido ensalmado por un brujo de Guatire y que gracias a ese hechizo se habría librado de serios atentados intentados en varias partes del continente.
Sin embargo, Betancourt no pudo ser protegido del celestial envite, de modo que en la conciencia de la gente, en una época tan religiosa, quedó la certeza de que el Altísimo no podría estar equivocado, porque si la apuesta era a que se le quemaran las manos, pues entonces salió derrotado al quedar con ambas chamuscadas, confirmándose el dicho popular de que ???????? ???????????????????????? ???????? ???????? ???????????????????????????? ???????????? ???????????????????????? y de que ???????????? ???????????? ???????????????????????? ???????? ???????? ????????????????????, ???? ???????? ???????????????????????? ???????????? ????????????????????????, o sea.
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