El tema de la corrupción

Corrupción no es saltarse la ley o robar un banco, toda corrupción es moral, tiene que ver con las motivaciones para cometer una infracción a la norma, bien sea la de las leyes civiles o el consenso ético y moral que instituye tácitamente la sociedad. De hecho, una verdadera revolución – socialista o no – es una violación masiva de leyes instituidas, es saltarse una ley por una causa suprema (ética y moral) distinta a la establecida, es un reproche que se la hace a la ley que se quebranta…, las buenas causas hacen posible las buenas leyes.

Corrupción es un campo moral deshecho, un terreno anárquico, una ruptura del consenso social, de la conducta social compartida, más allá de la norma civil, de las leyes instituidas. Las leyes, por más éticas que sean, pueden servir para ocultar la falta moral en contra de la sociedad, eso que llaman "legalismos" para lavar las responsabilidades en ofensas graves a la sociedad. Alguien mata a su mujer y si no se demuestra "legalmente" queda libre de culpa ante la ley, sin embargo ese alguien, consciente de su picardía, se declara y muchas veces se siente inocente ante la sociedad: esa es la peor corrupción, la de aquel que no teme al juicio moral de la sociedad, y que no va preso porque un leguleyo demuestra su inocencia, aun sabiéndose un homicida renegado.

Cuando toda una sociedad permite que sea nada más la ley civil la que juzgue una falta, que atenta en contra de su sistema de valores, cuando ese consenso ético moral deja de existir, también desaparece la fuerza que la cohesiona, la suprema razón que la constituye: su sistema de valores morales (que no existe en una sociedad en decadencia como la nuestra, la cual parece que ha delegado su sanción al poder y a la picardía de un abogado como el fiscal). Hablamos de valores morales que se realizan en las prácticas sociales, cuando todos creen en ellos, del auténtico sentido de pueblo, del corazón de una verdadera patria: sus valores compartidos.

Lo que estamos presenciando ahora con la captura de los funcionarios traficantes en televisión, en la prensa y las redes sociales, es un acto de hipocresía representado por el fiscal y el gobierno, donde se castiga a unos idiotas, con una ley que se aplica a capricho, a conveniencia; a unos sí y a otros no, ahora sí pero ahora no. Los "narcos" y traficantes, los mercachifles dentro de los recursos del poder son como las chiripas: cuando aparecen dos es porque hay cientos escondidas. Estamos ante un sistema judicial elástico, "corrompido", a-moral. Y estamos frente a una sociedad que se corrompe poco a poco al no contar con un modelo de decoro dentro de sus líderes. Y al perder el entusiasmo y abandonar su determinación por cambiar (precisamente) este mismo sistema corrupto a-moral que ahora vuelve, como fantasma, del pasado, el mismo sistema hipócrita que se creyó muerto, instituido por la cuarta y anteriores repúblicas.

El cambio de sociedad que motivó el 4F, con Chávez –y demás desobedientes –, devino con la pacatería madurista, en el retorno a la cuarta república, con sus discurso moralistas, sus legalismos y sanciones oportunistas, complacientes con los ricos ladrones y severos con lo más pendejos, "¡caiga quien caiga!" dice otro hipócrita exaltado. Se cerró la posibilidad, abierta por Chávez el 4F, de la sanción ética –hasta ahora la única verdadera y posible – a los traidores de los principios socialistas, inclusive a los corruptores de la constitución bolivariana. Ahora se aplica la ley a discreción, como un francotirador, contra los traficantes de gasolina y droga, después de tanto tiempo corrompiéndolos como clientes, a la sociedad, a las leyes y a la política, relajando los principios de la revolución socialista de Chávez, envileciéndolos nuevamente en el mercado, en el consumismo y provecho personal, en el individualismo egoísta que solo mira en las cosas y en las personas, el lucro y posible ascenso social.

Lo que se busca con esta comedia policial y judicial es distraer de la responsabilidad que tiene el gobierno y sus líderes principales, en la deformación ética de la ley, y la deformación moral del ciudadano, dando malos ejemplos con su conducta, con sus prácticas políticas y de vida (la ostentación, la regaladera de lo ajeno, la compra de lealtades, las traiciones, los discursos contradictorios, con la lengua melosa del adulador al jefe del imperio y el insulto histérico y fácil al contrario…, y las eternas mentiras)... Mintiendo, por ejemplo. Tratando de desviar la atención de la gente del fracaso económico y social, con el cuento de que desde el gobierno se persigue a los corruptos, que, si así fuera de verdad verdad, sería el primer caso de autofagia política.

Pero en las narices del Fiscal, a Fama de América la están quebrando para privatizarla, la gente se queja de que está mal pagada y es acusada por el fiscal y sus patrones de conspiradores. En Miraflores cuecen una trampa para anular la posibilidad de un revocatorio al presidente de forma descarada, Diosdado amenaza con una lista y se ríe, el otro se ríe con él y lo aúpa, aquel se da golpes de pecho frente la imagen de Chávez, el otro publica su poema épico en medio de una tormenta de pupú; hay comediantes y saltimbanquis por todas partes distrayéndonos del miedo y de la crisis interna del gobierno y del partido de gobierno…, y del país, que se les va de las manos.

VOLVAMOS A CHÁVEZ



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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