Hoy me encontré con un amigo, abogado y educador. Cuando le conocí hace ya bastantes años era connotado dirigente de Acción Democrática, partido del cual se desligó cuando se dio cuenta que los principios por los cuales él un día se convirtió en militante, se habían venido al suelo y la corrupción se había enseñoreado en todos los estamentos del gobierno.
Pasaron varios años, durante los cuales más nunca participó en actividad política alguna, hasta que sobrevino el 4 de febrero del 92, fecha en que un grupo de jóvenes militares y no pocos civiles se rebelaron, entre otras cosas, contra esa corrupción que a él le había impulsado a renunciar a su partido.-
Desde el momento en que vio y oyó el famoso “por ahora” quedó prendado como muchos venezolanos de aquel hombre que en poco más de un minuto partió en dos la historia política de la nación.-
Le siguió los pasos, estuvo pendiente de sus discursos en los cuales el común denominador de su mensaje era su firme decisión de luchar desde cualquier frente, contra la corrupción que a pesar de haberse llevado en sus fauces al presidente contra quien aquel militar se rebeló, seguía igualmente, inmodificable en el gobierno que le sucedió, cual cáncer que no cede hasta hacer metástasis.-
Fue tanta la sinceridad que él observó en aquel hombre, dedicado de lleno a recorrer el país, y a repetir hasta el cansancio su prédica contra la corrupción que quedo ganado por ese discurso y por la personalidad del líder que unos años después, en una lucha desventajosa contra el sistema, logró, venciendo todos los obstáculos, romper la hegemonía del puntofijismo y triunfar en unas elecciones que por primera vez dejaron en el mundo la sensación de pulcritud.-
En ellas decidió darle su apoyo al hoy presidente, con ocho años en la cima del poder, con el mismo discurso contra el morbo de la corrupción, pero sin una ejecutoria firme, efectiva y definitiva contra ella.-
Esto es lo que me dice mi amigo, con cara de frustración y de tristeza, y afirma que ha perdido las esperanzas de que las cosas cambien; le argumento que yo tengo aun fe de que sí van a cambiar, de que por primera vez se observa voluntad política en un presidente que demuestra que está dispuesto a actuar contra los corruptos; no lo siento convencido, me habla de los nuevos ricos, me da algunos nombres, me dice que casi con absoluta seguridad Chávez, todo el mundo lo sabe, es un hombre honesto, libre de toda sospecha, pero que en su entorno hay quienes, sin importarle para nada, siguen actuando impunemente dentro de nuevas mafias, que sustituyen a las que salieron, pero que a veces en conchupancia con muchas de ellas que se quedaron infiltradas, siguen manejando las mismas prácticas, del chanchullo, de las comisiones, de los contratos, de los desvíos de recursos, de los sobreprecios , del tráfico de influencias, afirma que él tiene la sensación de que nada ha cambiado y que nada cambiará. Le insisto en que tenga fe, que dentro del paquete de leyes habilitantes viene una ley que va a ser muy fuerte contra la corrupción, le argumento que este es el único gobierno en el cual se menciona por primera vez la figura de “contraloría social”, que los Consejos Comunales van a tener atribuciones que permitirán que haya mayor control en los gastos de inversión y que serán un obstáculo contra los corruptos. Logro con estos argumentos que por lo menos le dé al presidente, el beneficio de la duda. Me expone que aun con el auge de la corrupción en este gobierno como en los demás, en verdad puede afirmar con conocimiento de causa que ningún otro había hecho tanto por lo pobres de este país y que él como educador podía dar fe de que en el campo educativo, por ejemplo, la inclusión ha sido impresionante, sin llegar a adentrarse a discutir sobre la calidad, la cual esperaba fuese mejorando paulatinamente pero también , y me impresionó la fuerza con la que lo dijo, él como abogado podía dar fe que en el campo judicial las cosas seguían, en muchos casos igual o peor, fiscales que venden su honorabilidad, jueces venables que tienen precio y casos irresolutos que hacinan las cárceles por no haber quién engrase la rueda de las carretas de los jueces corruptos que aun quedan.-
En verdad que lo vi bien decepcionado, dispuesto a olvidarse definitivamente de la idea y de la esperanza de que las cosas puedan cambiar para bien, me dejo la sensación del desencanto y ambos nos preguntamos cuánta gente como él estaría de la misma manera entregado a la duda y a veces hasta al desespero por ver un país distinto, que garantice a nuestros hijos y nietos un futuro distinto al que nos ha tocado vivir.-
Ambos nos despedimos e hicimos votos por que nuestro presidente en quien sí no hemos perdido la fe se deslastre de aquellos que enturbian su entorno y que de manera inescrupulosa, siguen inmersos en la cloaca de la corrupción que en todos los niveles van minando las estructuras morales de la Patria y que hacen que personas como mi amigo pierdan su fe en la Revolución a la cual llegaron con muchas frustraciones pero con inmensas esperanzas.