Yo también soy funcionario y que conste que ya llevo un tiempito en estas lides, claro nunca he tenido la “suerte” de un Luís Vierma, un Ruperti o un Cruz Wuefer; sin embargo, cuando a alguien se le ocurre casi desahuciado ir a pedir ayuda a la Dirección de Asuntos Políticos, nuestra secretaria, que más que rigurosa es una “dictadora”, los atiende gentilmente: ¡pase adelante señora!, déjeme ver su carpeta, trajo la constancia donde el medico certifica que su marido necesita un bastón para caminar…. ¡Por aquí doñita!, trajo la fotografía que demuestra que su hijo es hidrocefálico, para poderle procesar su ayuda… y así no para de cumplir estrictamente los requerimientos establecidos en la norma; para que al fin, cuando vaya a la oficina social no se la echen pá atrás por falta de recaudos.
Así de simple es la conducta de la gran mayoría de nuestros venezolanos de a pie, que pasan por la administración pública, simplemente son honestos y respetan la norma y el erario público; pero resulta, que hoy aparecen de nuevo los “sortarios” de siempre a imponer el ciclo infernal, de lo que supuestamente había desaparecido.
Tiene razón el padre Palmar, en aparecerse con su carretilla de denuncias y el cargamento de ira que no puede esconder su rostro. Algo se ha quebrado en este proceso revolucionario, donde el tercer motor constituyente (Moral y Luces), pareciera más bien que lo hubiésemos comprado en una importadora de motores usados “Maden in USA”. Ya me lo decía un camarada diputado, miembro de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, “que vaina Douglas, todavía seguimos rodeados de pillos, cada vez son más los casos de corrupción que se almacenan en nuestros archivos y la mayoría honesta del chavismo no ve que cae el primer corrupto con las manos en la masa”.
Tiene razón el padre Palmar y también mi secretaria, quien en forma desafiante pegó el grito al cielo diciendo, ¡yo no voy a revisar más recaudos para ayudas!, ya mismo voy a la iglesia del padre a proponerle, que si a esas empresas que el ha denunciado le otorgan esos contratos milmillardarios sin tantos recaudos, carguemos otras carretillas, pero con las carpetas de ayudas, que todos los días en las oficinas públicas y en su propia iglesia, solicita nuestro pueblo con sus recaudos bien completos, a ver si estos funcionarios son tan diligente como con la corrupción.
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