Desde cero es un gracioso decir, pues si observamos con atención, con objetividad, tendríamos que decir que retrocedimos mucho con la labor de cada uno de ellos. Ninguno dejó un grato recuerdo de su gestión. Más. Entre los vecinos se especula que el próximo que llegue nunca podrá ser peor en su gestión que ese al que reemplaza, y siempre se han equivocado pues el que llega, siempre supera en deficiencia al que sustituye.
No es lo grave el retroceso, sino la incoherencia en la cual incurren los altos funcionarios en esos cargos, que no permite a los vecinos saber a qué atenerse, en cuanto a los problemas que padecen. Han matado la esperanza, que es la peor de las muertes. Nadie conoce los fundamentos que consideran para sus priorizaciones.
Cuando asumió el actual presidente, el señor Eustacio Aguilera, convocó a los vecinos a una reunión en la sala 1. Allí, habló de los ascensores, señalando que él no venía a cuidar cargo, y que si no daba la talla que el mismo requería, renunciaría. Estableció plazos para la entrega. No cumplió su palabra, no entregó los ascensores. Tampoco renunció.
Pero, supongamos que cambiar, remodelar o arreglar un vehículo de estos que identificamos con el nombre de ascensor o elevador, sea más difícil que construir un satélite o un arma nuclear, porque eso parece ser tal menester, acaso no obligaría esto a una profunda reflexión para saber dónde es que se falla y cómo corregir los entuertos en los cuales con tanta frecuencia se incurre. ¿Qué razón produce tanto fracaso en la gestión de una administración, como para no poder reparar o reconstruir un ascensor, sino la propia incapacidad del gestor?
Y aquí hay un error que es atribuible al máximo conductor del proceso, que no es otro que Chávez. La actividad que tiene el CSB como de su pertinencia, es tanta que ha estado desde su fundación jerarquizado sin serlo, como un ministerio de los de mayor importancia. Tenía hasta no hace mucho tiempo ese rango.
MINFRA, que es el organismo del cual depende el CSB, tiene tanto que realizar que es imposible escrutar lo que pudieran ser los emprendimientos del mismo, sobre todo si entendemos que el ministro a cargo de ese ministerio, tiene también la responsabilidad de lo que era VIVIENDA Y HÁBITAT, CONATEL, y no sabemos cuántas cosas más. Sería más fácil encerrar a un elefante en una botella, que cumplir con eficiencia tantas cosas como las que tiene que atender Diosdado Cabello. Si no fracasa, que es lo seguro que suceda, sabremos que él de verdad es Dios.
Pero, no es de los ascensores que nos proponemos elucubrar, sino del gas, otra de las cruces de nuestro calvario. De tantos que son, no logramos recordar cuántos días llevamos sin él. Al principio, estaría resuelto en un máximo de 15 días. Luego aparecieron distintos desperfectos que dilataron esa esperada solución. Se corrigieron esas averías, para entonces encontrar que ahora eran las tuberías que trasladan el volátil elemento a los apartamentos, las que estaban dañadas, impidiendo que el bendito gas de una buena vez llegara a nuestras casas.
Es así que llegamos al jueves 25 de junio, encontrando una convocatoria del Gerente de Empresa Inmobiliaria de Parque Central (EIPC) indicando que ese día, a las 6 de la tarde, él se reuniría con los residentes. Pero, ¡sorpresa!, no había ninguna mención del sitio. A tientas fue que pudimos llegar a él. Por supuesto que la cantidad de vecinos era, por ese pequeño detalle, mínimo; no llegaba a 15 personas. Se le indicó ese “olvido” al gerente que señaló que se había corregido. Eso se hizo a lápiz bien pasada la hora de la cita. Extraño error ese, sin duda. Convocar a una reunión sin establecer el lugar donde se efectuará la misma. Pero, no le demos importancia a este pequeño detalle, y sigamos adelante con el asunto del gas.
Explicó el señor Pedro Veloz, que es el gerente de EIPC, los distintos problemas que fueron surgiendo impidiendo la solución del mismo. Explicó que EIPC no se podía hacer cargo del gasto inicial que demandaba ese trabajo, y que era necesario que los residentes lo asumieran pagando cada uno 150 bolívares fuertes a la cooperativa que lo ejecutaría, para que entonces su organismo respondiera por el saldo restante.
Ese monto restante que erogaría EIPC le sería luego endosado a cada propietario según la alícuota que le correspondiera. Todo gasto que decide efectuar la administración, le es cobrado a cada residente sin excepción. Los vecinos no tienen oportunidad de indicar que estiman prioritario para ellos pese a ser quienes pagan. Eso lo determina una administración que no tiene posiblemente ninguno de sus ejecutivos viviendo, soportando y sufriendo en Parque Central, lo que sí padecen quienes ahí viven.
Ya finalizando la reunión el señor Veloz preguntó si asumíamos ese gasto. Le contestamos lo que era natural responderle: que el número de asistentes era tan exiguo respecto de la totalidad, que se hacía necesario consultarle a ella. En función de esto último, se le preguntó si nos podía dar por escrito todo lo relacionado con ese presupuesto, es decir, el trabajo que se efectuaría y el monto que acarrearía. Nos contestó que al día siguiente (26-06), por la tarde lo tendríamos.
El día fijado para la entrega del presupuesto, llamó a una vecina de las que concurrió al encuentro del día anterior, para manifestarle que había la posibilidad de obtener de la cooperativa un descuento en la factura, por lo que no nos haría llegar el presupuesto prometido.
El sábado por la mañana, aparece en la puerta del edificio un comunicado de la gerencia del señor Veloz, indicando que en la reunión del día 25, los presentes aprobaron el pago del trabajo. La indignación fue mayúscula. Los vecinos, con toda razón exigían saber porqué se habían arrogado el derecho a decidir, los pocos que concurrieron a la reunión, algo que le concernía a toda la colectividad. De paso, en ese comunicado de EIPC a la comunidad se cambió la cifra, que saltó de los 150 bolívares fuertes, a 102 Bs.F. Hay que atribuir esa falacia pegada en la puerta del edificio a una persona distinta al señor Veloz, pues él sabe perfectamente bien, que no se aprobó nada el 25.
Veamos algunas cosas que obligan a pensar un poco. Uno, ¿olvidan?, indicar donde se efectuará una reunión, lo que de antemano asegura escasa participación; dos, se da un monto y se comprometen a suministrarlo por escrito al día siguiente sin hacerlo, suplantándolo con una llamada a una vecina para informarle que no se daría ese presupuesto comprometido, porque tendrían una reunión con la empresa contratada que podría rebajar el monto estipulado.
Tres, y esto es muy grave, en un escrito afirman que los presentes el día 25 aprobaron cancelar a una cooperativa un monto que realmente nunca acordaron, pues quedó muy claro que el punto quedaba en suspenso hasta que el señor Veloz lo pasara por escrito para así someterlo a consideración de la comunidad residente y que fuera esta la que diera la aprobación o no a la propuesta. La cuarta, que seguramente el avisado lector ya descubrió, es la diferencia en los montos. Dieron un descuento de una tercera parte del total, ¿qué se puede pensar al respecto?
Excusamos por supuesto de toda responsabilidad, por estos problemas que nos afectan, al ministro Diosdado Cabello, pues seguramente él ni sospechará que se estén produciendo tales irregularidades en Parque Central, distraído por la vastísima labor que debe desarrollar en tantos ámbitos asignados. Pero, nosotros los vecinos, tenemos que responsabilizar a alguien por estas anomalías calváricas que con resignación sobrellevamos. ¿Por qué no hacerlo entonces, con el Espíritu Santo?
Y a propósito de la descripción hecha, la eficiencia, ¿no será una de las primeras cosas a exigirle a un proceso que aspira a ser revolucionario?
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