Guillermo Zuloaga, presidente de la televisora de la ultraderecha Globovisión, no sólo es célebre por promover el golpismo desde el canal que preside, sino por muchas otras razones que lo confrontan con la obediencia a la Ley, las normas y la moral. De ello da fe el irrespeto a la vida y a la naturaleza materializado en su hobby o entretenimiento, el asesinato de especies animales en peligro de extinción en agravio a los más elementales principios del respeto a la vida y a la dignidad y en agravio a la Ley de Protección de la Fauna Silvestre, la Ley Penal del Ambiente y la Ley de Gestión de Diversidad Biológica, así como de los controles de Sanidad Ambiental para importar cadáveres de fauna. Además, su pública y comunicacional confesión del delito de acaparamiento y especulación de 24 vehículos en una casa de su propiedad para aumentar sus precios, al señalar que “nosotros especulamos, pero damos fuentes de empleo”. No conforme con la contundencia de los argumentos en su contra para acusarle y procesarle por sus múltiples delitos a las leyes venezolanas, agrega esta confesión. Como señala esa premisa básica del derecho, “a confesión de parte, relevo de pruebas”.
Continuando con las acciones abiertamente delictivas de Zuloaga, Globovisión desarrolla estrategias discursivas que intentan legitimar y justificar sus acciones y a la vez deslegitimar las políticas revolucionarias implementadas por el Estado venezolano, sirviendo así a los intereses particulares de grupos apátridas de poder por encima de la razón de ser de un medio de comunicación que usa el espectro radioeléctrico de todos los venezolanos, definido por la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión como un bien de dominio público. Y es que como lo señala dicha Ley, los medios de comunicación han de dirigir sus prácticas “a los fines de promover la justicia social y de contribuir con la formación de la ciudadanía, la democracia, la paz, los derechos humanos, la cultura, la educación, la salud y el desarrollo social y económico de la Nación”.
Sin embargo, estas no han sido las premisas que ha promovido por Zuloaga desde la presidencia del canal. Por el contrario, él junto a Alberto Federico Ravell han sido los rostros visibles de esta televisora en resguardo de sus propios intereses, los de Nelson Mezerhane y los del resto de sus jefes nacionales e internacionales, siguiendo el perverso guión de utilizar este canal para transgredir la verdad, alterar y perturbar a los televidentes y generar matrices de opinión tendenciosas y sesgadas. Es así como los discursos de Globovisión son fuente de permanente perturbación, utilizando la mentira, la especulación, la exageración y otros recursos propios de la Guerra de IV Generación para emitir mensajes que atentan contra la salud y seguridad de la Nación. Con discursos apátridas, magnicidas y desestabilizadores, el canal influye en el ámbito político general y en la psiquis particular, obligando a considerar sus transmisiones como un problema tanto de salud pública como un foco que atenta contra la propia seguridad nacional, siendo obligatorio que los distintos poderes públicos nacionales tomen medidas al respecto. No faltó razón al Presidente Chávez cuando en mayo pasado afirmó que Globovisión es usado por unos locos como un cañón para dispararle a todo el mundo y desestabilizar al país.
Por último, la posición de derecha y antidemocrática de Guillermo Zuloaga es sostenida abiertamente cuando expresa su apoyo al golpe de Estado de Honduras, expresando que “el gobierno de Micheletti está ajustado a la Constitución y nosotros quisiéramos, nos encantaría, que aquí en Venezuela se respetara la Constitución como se está respetando en Honduras”. La situación actual del hermano pueblo de Honduras es un espejo de las acciones que Zuloaga y el sector que él representa quisieran para Venezuela. Pero el Pueblo sabio junto a sus instituciones les grita con dignidad y conciencia revolucionaria: ¡NO VOLVERÁN!
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