Si algo ha dejado traslucir (y denunciado) el Presidente Chávez en sus alocuciones públicas es lo referente a la existencia e influencia de un grupo de dirigentes y gobernantes chavistas que nada serio han hecho para cumplir con el principal cometido de todo revolucionario que se precie: hacer la revolución. Esto ha representado un traspié constante para el avance y la consolidación de los diversos cambios que ya debieran ser una realidad cotidiana entre los sectores populares, los cuales -desde la convocatoria de Chávez a participar en el debate que dotó a Venezuela de una nueva Constitución- han mantenido una posición de respaldo a la propuesta del socialismo revolucionario que se aspira construir en este país bolivariano, enfrentando muchas veces lo que pudiéramos calificar de conspiración desde arriba, donde el Presidente pareciera cercado de camarillas, cuyos intereses no coinciden plenamente con el objetivo de lograr el cambio estructural del Estado, al mismo tiempo que se impulsa y profundiza en la construcción inédita del socialismo.
Las contradicciones que empieza a acusar el proceso revolucionario bolivariano impone, de una u otra manera, la urgente necesidad de superarlas a través de una acción decidida, espontánea y mancomunada de las mayorías populares, consiguiendo así implantar y apuntalar los transformaciones iniciadas en este país, tanto en lo que respecta a la política, la cultura, la economía, la sociedad y el estamento militar, todos los cuales deben tener como característica fundamental la participación popular. De este modo, el socialismo revolucionario del siglo XXI comenzaría a concretarse, sin ambigüedades de ninguna especie, a pesar de la acción contraria llevada a cabo por un porcentaje considerable de gobernantes chavistas y de dirigentes del partido de gobierno, integrantes de una burocracia pública equivalente a la de cualquier país capitalista, desconectada totalmente de las expectativas populares. En este sentido, se cometió un error que pudiera tener consecuencias nefastas para el propósito de Chávez de erigir un partido revolucionario que sea vanguardia del proceso bolivariano cuando se colocó paralelamente a los individuos que están ocupando cargos de responsabilidad oficial como líderes de tal partido.
En este punto, se impone que las masas populares orienten la acción de gobierno y no a la inversa, de ahí que Chávez debiera aprovechar en estos momentos su liderazgo para que éstas le ayuden a confrontar exitosamente al burocratismo institucionalizado, al mismo tiempo que le sirvan de muro de contención ante lo que advertimos será una arremetida generalizada de los grupos fascistas de la oposición interna y del régimen imperialista de Estados Unidos, a propósito del clima de preguerra que se pretende crear en relación con el gobierno de Colombia. Esto contribuiría a desmontar esa conspiración desde arriba que se manifiesta a diario en la falta de respuestas satisfactorias a las demandas de los sectores populares, en vigencia de un Estado representativo que luce incongruente al cien por ciento con el sistema de democracia participativa y protagónica, consagrada en el texto constitucional venezolano, y en los intereses abiertamente capitalistas que los motiva a mantenerse en el poder, desvirtuando los fundamentos de la causa bolivariana. Esta coyuntura, por lo tanto, tendrá que definirse prácticamente en la calle, exigiéndoseles a quienes ocupan cargos de gobierno que asuman y cumplan a cabalidad con el mandato otorgado en las elecciones, no habiendo otras opciones, dado que no existe la suficiente voluntad política entre éstos de emprender resueltamente la marcha hacia el socialismo, contentándose con una caricatura inocua del mismo.-
¡¡¡REBELDE Y REVOLUCIONARIO!!!
¡¡Hasta la Victoria siempre!!
¡¡Luchar hasta vencer!!
mandingacaribe@yahoo.es
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