Estamos de acuerdo que nuestras fiestas navideñas y de fin de año, son en verdad un mercado de excesos, de consumo en demasía y de derroche. La revolución no ha podido contener el consumismo desbordado, que a través de la conciencia ideológica socialista se pudiese minimizar. Es duro el combate al capitalismo, cuando lo vemos, lo sentimos, lo palpamos y lo “disfrutamos” en todas partes: en nuestra comida, en nuestra vivienda, en nuestra educación, en los medios de comunicación, en la religión, en fin en nuestra vida patria diaria.
Hasta ahí, todo bien (perdón, todo mal), coño pero mientras construimos nuestro socialismo para elevar el nivel de conciencia de todos nosotros, ¿Quién carajo desde nuestro gobierno de manera seria y responsable le pone coto a esa barbarie depredadora como lo es la especulación, el aumento de los precios y el desabastecimiento en épocas puntuales del año? Para hacer esta vaina no necesitamos hacer un cambio de la estructura sociopolítica profundo y a gran escala de todo el país, ¿O sí? O de unos pocos ¿O no?
Fin de año, carnavales, Semana Santa y hasta las “normales” quincenas y fines de mes se han convertido en temporadas donde el comercio (o la usura) espera como caimán en boca de caño, que caiga una necesitada victima con dinero eventual, para esquilmarla. El catálogo va desde vehículos, viviendas, alquileres, vestimenta, comida, útiles escolares, recreación, en fin todo. Y no hay que ser un ducho economista para decir donde, como y hacia donde van las cifras de la inflación. Más bien propondría que en vez del índice inflacionario, se planteara bajar el “índice especulativo”, porque lo que alimenta nuestra inflación, es la desbordada, maligna y delictiva especulación. La vaina está tan arrecha, que hemos sobrepasado una de las premisas capitalista que se basan en que los precios al consumidor, los regula la oferta y la demanda que existan en el mercado de consumo. Aquí, es la demandada (o desmadrada) especulación la que oferta, es decir, estamos en un estadio superior del capitalismo, ya que aquí se fijan los precios de manera unilateral.
¿Y entonces? ¿Qué pasa? Se habla de regulación de precios, de leyes, de INDEPABIS, de contraloría social, de mercados populares, de la Guardia Nacional Bolivariana, es decir, existe todo un conglomerado jurídico, productivo, operativo, fiscalizador y hasta de contraloría social, para contrarrestar este desgarre del bolsillo de los ciudadanos y ciudadanas y ahora más que nunca siguen los forajidos y mercenarios de la especulación haciendo de las suyas. Esto tiene que ver, con aquellos “servidores públicos” o “funcionarios del estado” a los que el Gobierno Nacional, les dio la responsabilidad patria de actuar contra estos miserables.
La conciencia revolucionaria socialista debe ser un requisito sine qua non para cualquier funcionario que tenga responsabilidades en el Gobierno Bolivariano. El servidor público, debe ser mas que un militante, un convencido de que los deberes adquiridos no son por un salario, sino por la causa común revolucionaria. Que las direcciones públicas del Gobierno Bolivariano, estén en manos de verdaderos y comprobados actores activos políticos, con lealtad al proceso revolucionario y a nuestro camarada Comandante Chávez, no “güabinosos” y jalabolas tecnócratas y burócratas camuflajeados de rojos.
El año 2010, es año de “templar” la revolución, de sanearla, de sacudirla y decantarla de esa pesada y siniestra carga que significan los mal llegados a ella y que parasitando en su interior siguen inoculando el veneno desestabilizador y en muchos casos de manera visiblemente descarada y jactanciosa. No necesitamos otra lista Tazcón ni un decir que seamos todos rojo rojitos y que todo quede igual. Necesitamos carajos y carajas comprometidos a defender este proceso, pero con el rojo de su sangre, no con el rojo de su franela “Nike” y una bandana de “Adidas”, mientras pasa mensajes y fotos en su Blackberry de lo bien que está en su “puesto” y que va pa´rriba sin que nadie se lo impida, mientras marcha un ratico hasta donde los “vean”. La culpa al final no es de ellos, sino quien los puso y los “apoya” para que jodan. Y seguirán jodiendo, si lo seguimos permitiendo. ¿Hasta cuándo será eso? Respondan, ya que lo que está pasando, no es lo que queremos, ni de lejos.
(*) Ing
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