En la casa del poeta colombiano Luis Vargas Tejada se reunieron los que iban a perpetrar el asalto al Palacio de Gobierno en Bogotá, Colombia, donde tenía su residencia el Libertador Simón Bolívar. Florentino González en las declaraciones en el juicio que se le siguió por su participación en el atentado contra la vida del Libertador Simón Bolívar, confiesa: "Resolvimos, pues, arrostrar todos los peligros de tomar a viva fuerza los cuarteles de Vargas y Granaderos, el Palacio del dictador y apoderarnos de su persona, vivo o muerto. Días antes del asalto al Palacio de Gobierno, en el almacén de Wenceslao Zulaibar, nos reunimos un grupo de personas y creamos una Junta Revolucionaria secreta con el propósito de atentar contra la vida del Libertador" Y continúa Florentino González en otra parte de su declaración dice: "Formose en consecuencia, aquel día, la Junta Revolucionaria secreta, y en la sesión se decidió que de la dirección de la revolución se encargase a una comisión de siete personas, que sería el núcleo de las afiliaciones sucesivas que debían hacerse de las personas que se comprometiesen a obrar, y el centro de donde partirían todas las órdenes para la operación, fui nombrado miembro de esta comisión junto a los señores: Coronel Ramón Guerra, quien era el jefe del estado mayor del Departamento de Cundinamarca; Mariano Escovar, Juan Nepomuceno Vargas, Wenceslao Zulaibar, Luis Vargas Tejada y el doctor Juan Francisco Arganil, luego ingresaron al grupo el Coronel venezolano Pedro Carujo y el francés Agustín Horment"
Florentino González también vincula al Comandante de artillería, Rudecindo Silva, y a los capitanes Quinteros y Lizardi, a 3 sargentos que pondrían el Batallón Vargas a favor de un jefe y éste era el Teniente Coronel Tomás Herrera, preso en el mismo cuartel Vargas donde estaba acantonado aquel Batallón. El capital Rafael Mendoza debía ser su segundo en el mando. Más tarde, González admitió en sus memorias, porque no lo sostuvo en el careo con Santander, que personalmente enteró del plan al General Santander y éste le dijo: "ha llegado el caso en que una insurrección es tanto, o más justa que la de 1810, admiro de la resolución de la cual nos mostrábamos animados y de todos los que vamos a acometer tan azarosa empresa, pero sólo tengo que hacer a usted una objeción relativa a mi persona. Si una revolución tiene lugar hallándome yo en el país, y en la ciudad misma en que ella estalle, va a decirse que yo he promovido esta revolución y que la he promovido por ambición personal, no por el noble deseo de restituir la libertad a mi patria. Yo quiero, Florentino, que nunca pueda sospecharse, ni decirse semejante cosas de mí. Déjenme alejarme del país, y dispongan de su suerte sin mi intervención para que no haya ningún pretexto para contrariar sus esfuerzos"
Florentino González y que le habría manifestado "La imposibilidad en que los pondría de restablecer el régimen constitucional ya que usted es el jefe inmediato por ser su representante legal, sería un inconveniente estando usted alejado del país. Permaneciendo usted en Colombia, el gobierno constitucional recaería en su persona en el momento mismo en que fuese destruido el dictador. Entonces sería necesario crear un gobierno provisorio, entre tanto que el pueblo lo legalizara, pero tendríamos el riesgo de que se presentase una guerra civil y ésta podría ser la lógica consecuencia y el resultado de nuestra lucha tal vez sería adverso a la causa de la libertad" Santander y que no les dio ninguna seguridad, pero los conjurados, empezando por González, quedaron con la idea de que él inmediatamente asumiría el gobierno si triunfaba la revolución. Pero a pesar de todo, Santander se aprestaba a viajar a Washington D.C. como embajador de Colombia en Estados Unidos y su secretario en la misión diplomática, a propuesta suya, sería Luis Vargas Tejada, uno de los principales conspiradores. Este detalle, más adelante, serviría a sus acusadores a presumir que Santander estaba bien enterado de los hechos sobre el atentado contra la vida del Libertador Simón Bolívar.