1. Cuando emprendimos, desde la Comisión Permanente de Cultura del Concejo del entonces Municipio Libertador de Caracas, por los primeros años de la década de los 90, se sucedía una situación, a propósito de la condición de definir y caracterizar la actividad artesanal y a sus autores y autoras. Por el hecho de participar en la venta ambulante, los ediles calificaron a los artesanos y artesanas como buhoneros y simples vendedores ambulantes y así eran tratados. De tal manera que estos trabajadores y trabajadoras culturales estaban incorporados a la Comisión Permanente de Abastos y Mercadeo. No había manera de hacerles entender a aquellos concejales que la prima condición de la actividad artesanal es la de ser creadores y creadoras y no era la de ser vendedores de calle, tampoco mercaderes ambulantes y menos buhoneros. La discusión tomo el escenario contundentemente conceptual. En términos generales, el minorista ambulante es un revendedor. No existe, en ningún sentido ni modo, un acto de producción de bienes culturales, así sean exclusivamente de carácter utilitario. El comerciante compra al mayorista e inmediatamente vende lo adquirido al público y los transeúntes, en general. Resulta imposible comparar a quien revende con quien participa como protagonista en un proceso de producción y creación de obras y bienes culturales. Esta última situación es la condición histórica de la actividad artesanal. Los artesanos y artesanas son creadores y creadoras y una vez producida la obra es que ésta va al mercado. Las obras artesanales nacen como bienes de uso y sólo cuando entran al circuito de venta se transforman en mercancías. El proceso transcurre de valor de uso a valor de cambio.
2. Otra concepción visualizaba al artesano y a la artesana como creadores y creadores populares, tradicionales y contemporáneos, incluso de herencia indígena, en primer término, porque lo inicial que hacen, inexorablemente, es diseñar y producir un bien de uso, el cual al entrar en el círculo de la venta se convierte en mercancía. Sin la existencia de la obra es sencillamente imposible venderla y éste último hecho se realizaba porque no existía o no existe una política pública artesanal que dignificara la dimensión histórica y cultural de las artesanías para su exacta comercialización. No obstante, lo que sí es definitorio y determinante es que primero la hechura del producto cultural; luego la necesidad de la venta. El anterior es el tránsito y camino de la actividad artesanal. La inferencia es la siguiente: si se considera a los artesanos y artesanas como creadores y creadoras; entonces encajan con la categoría constitucional al ser considerados trabajadores y trabajadoras culturales.
3. Definir a las artesanas y a los artesanos por la actividad última de todo el ciclo del proceso de trabajo, significaba limitarse al mercado. Significa dejarse atrapar por el mercantilismo y ser partícipe de una tremenda injusticia histórica. La actividad artesanal en tanto hecho creador societario es una de las actividades cultural de más antigua data. El humano se hizo ser social en la medida en que dio inicio a la creación artesanal. Tan Song, en su libro Artesanía de China. Editorial Popular, 2007, aporta el siguiente dato: La artesanía tradicional china es una parte importante de la cultura y de las artes antiguas de China. Se caracteriza por tener una larga historia. La historia de las artes tradicionales chinas se remonta a miles de años. Un ejemplo de ello son la cerámica coloreada y la artesanía de jade de la era neolítica y el pez grabado en madera del período Hemudu, con más de 7.000 años de antigüedad. Es factible que en primer término fuese la artesanía de carácter utilitario para luego alcanzar la condición de artística tradicional. No obstante, lo artístico es intrínseco e inherente a la creación artesanal.
4. Un acercamiento al texto bíblico de la creación podría mostrar los elementos desde los cuales tendrá origen la artesanía. Por supuesto que La Creación se refiere fundamentalmente a la naturaleza pero existe dos hechos que pudieran poseer el espíritu y propósito de las artesanías: primero, Entonces Dios, el Señor, formó al hombre de la tierra misma, Capítulo 1, Versículo 7. El segundo, Entonces Dios el Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y, mientras dormía, le saco una de las costillas y cerró otra vez la carne. De esa costilla Dios, el Señor, hizo a una mujer, Capítulo 1, Versículos 21 y 22. Ello parece ser labor de manos artesanales cuya materia para la creación es el ser humano y la naturaleza, pero concretamente la tierra. Acaso Dios hecho hombre, en la maravillosa humanidad de Jesucristo, no fue artesano heredero de su otro padre, carpintero él, san José. El hijo del carpintero, lo señalaban. Se siente algo así como un espíritu artesanal en la fábula de la creación. Algo así como una artesanía espiritual.
5. Cuando se revisa la herencia africana en la cultura de Venezuela, inmediatamente salta a la palestra, con la mayor naturalidad del mundo, las artesanías. Su dimensión histórica es innegable. En el libro de Juan Ramón Lugo, intitulado A propósito de Doscientos Años de Olvido. Trozos de la serranía Negra, Luz que aún hoy arde. Editado por el Fondo Editorial del Ipasme, año 2006, se ilustran con ejemplos la procedencia de los esclavos. Se precisa la Cuenca del río Congo en la cual se desenvuelve la cultura bantú, señala Juan Ramón Lugo: Los negros habitantes de esta región tienen en la agricultura su base económica; organizados en aldeas rectangulares y chozas de barra y paja, domesticación de animales como la cabra, dominio de la tierra común; esculturas de barro y madera, cestería…Las artesanías aparecen como parte de la cosmovisión de la etnia citada, de una manera tan decidida, histórica, social, espiritual y cultural y es ésta una muestra concreta de la dimensión cultural de las artesanías. En el trabajo editado por el Fondo Editorial del Ipasme, del año 2004, con la participación de varios investigadores: Lourdes Manrique, Saúl Rivas Rivas, José Marcial, Anibal Guerreiro, entre otros, cuyo título resulta definitorio: Aportes Culturales a la Venezolanidad, se apunta: los aportes africanos a la nación venezolana no ocurrieron en forma unilateral, pues, respondieron al espíritu creativo que los diferentes grupos étnicos procedentes del continente del ébano, pusieron en práctica en las distintas áreas geográficas de nuestro país, por lo tanto apreciamos que los africanos y sus descendientes, se vieron obligados a expresar con una nueva lengua impuesta múltiples valores culturales materiales y espirituales, en áreas tales como las siguientes: En el campo productivo, durante el período de la Colonia, nos encontramos con los africanos y sus descendientes empleados como mano de obra esclava o en calidad de manumisos y libertos, en faenas vinculadas con: la minería, la pesca de perlas, la agricultura, el servicio doméstico, en lo artesanal – construcción de obras urbanísticas, carpintería, herrería, ebanistería, etc. -. Sin olvidarnos del uso de un variado número de instrumentos de trabajo de procedencia africana: el azadón, el garabato, el pilón, diferentes tipos de cestas, obras de cerámica, utensilios para el hogar…al igual que la puesta en práctica del trabajo en cayapa: faena comunal a favor de la cooperación recíproca….Si Adam y Eva nacieron en África; resulta casi imposible dejar de suponer que las artesanías tienen su origen en ese gran continente.
6. Hace un buen rato histórico, el mundo se define por la comunicación y, particularmente, el orbe contemporáneo se caracteriza, culturalmente, por las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. La diferencia fundamental en el desarrollo del ser humano para alcanzar la condición de homo sapiens, en un contexto histórico determinado, y diferenciarse tanto del homo habilis como del homo erectus, es el lenguaje, vital instrumento de comunicación. Cuando el hombre y la mujer logran la condición de ser emisores-receptores y trasmitir un mensaje, a través de un canal, adquieren la condición de animales superiores. Bien lo dijo el profesor argentino, nacido en Mendoza, en el año 1942, y autor del contundente trabajo, Discurso Autoritario y Comunicación Alternativa: Comunicar es ejercer la calidad de ser humano. Si bien es cierto que en el actual contexto histórico social caracterizado por la globalización, la sociedad de la información y las TIC, no menos cierto es que un hecho residencial, popular, siempre local sigue su curso maravilloso, particular, específico y viene dado por esa condición de creador del sentido de pertenencia y de la diversidad étnica cultural: el homo faber. El proceso de trabajo es inherente al ser humano y ese proceso que caracterizo el materialismo histórico, con tal precisión: las relaciones de los seres humanos entre sí y con la naturaleza, utilizando instrumentos para transformar la materia bruta o prima en bienes de consumo para satisfacer sus imperiosas necesidades en el marco de unas relaciones sociales, técnicas y de producción dio como resultado histórico-social al homo faber y es de allí, con toda el desarrollo desigual y combinado, dialéctico, técnico, étnico, e incluso mágico, que tienen su génesis el creador y es desde allí lo que posteriormente se llamó, despectivamente, artesano, en masculino porque las féminas estarían infinitamente excluidas. Si el trabajo es propio del ser humano; entonces, los artesanos son protagonistas de la creación
7. En el siglo XXI cuando estamos en presencia del homo computer, la actividad artesanal sigue siendo parte integrante de las manifestaciones populares residenciales y de resistencia étnica-cultural. De allí lo acertado de la Constitución Bolivariana al establecer dos preceptos fundamentales y fundacionales: primero, darle rango superior a las culturas populares; segundo, elevar, a rango constitucional y en el capítulo referido al sistema económico a la artesanía y a las industrias populares tradicionales. Ambas con atención especial del Estado. Por primera vez en la historia del constitucionalismo cultural venezolano se ha sucedido una revolución de tal magnitud. Y aunque poco se entienda, las culturas populares residenciales han sido dignificadas constitucionalmente. El Estado, en todas sus formas, nacional, estatal, municipal y comunal, parlamentos, en todas sus formas, poder ciudadano, TSJ y todos las poderes fácticos, tienen que atender de manera especial a las culturas populares y en particular a la artesanía y a las industrias populares típicas. Es mandado superior; mandato de la Carta Magna.
8. La dimensión cultural de las artesanías podría tener, por lo menos, cinco vertientes: la primera, su dimensión histórica; la segunda, su dimensión étnica; la tercera, su dimensión, socio-productiva; la cuarta, su dimensión en la cultura festiva residencial popular; la quinta, su dimensión como patrimonio cultural. La actividad cultural de más vieja data es la artesanía. Estas dimensiones se entretejen y articulan, predominando unas y otras según su desarrollo desigual y combinado. Históricamente, la mujer ha sido alfarera y la tejedora, y el hombre, el tallador y herrero; la gradual especialización de sus miembros a través de una división del trabajo ha contribuido a la multiplicación de las expresiones artísticas y estéticas de los objetos que se elaboran para fines domésticos, rituales o ceremoniales. Su forma de producción, su uso o función, su decoración y su simbolismo deben verse como expresiones concretas, es decir, materiales de la cultura, (Turok, 1988).
9. Existen implicaciones que derivan de la dimensión cultural de las artesanías y tiene relación con los poderes públicos, tanto del legislativo del como ejecutivo. Decir que las acciones del ejecutivo cultural artesanal no han sido acertadas sería una mezquindad. Decir lo mismo de los poderes legislativo también sería otra tacañería. No obstante, resulta necesario y urgente darle coherencia y sentido de totalidad a la gestión pública porque facilita la posibilidad de darle cumplimiento al precepto constitucional. En ese sentido, proponemos, es impostergable asumir la investigación sobre las artesanías y sus creadores. De igual manera, emprender la legislación artesanal en todo el país e instrumentar un plan de formación y capacitación permanente del talento artesanal, así como facilitar las posibilidades crediticias para la producción y comercialización de las creaciones artesanales. Ello significaría poner en práctica la dimensión cultural de las artesanías.
10. La familia artesanal. Resulta casi un perogrullo afirmar que la familia es la célula de la sociedad. Pues bien si en Venezuela existe una familia tradicional, con sentido de pertenencia, arraigo, solidaridad, entre otros muchos aspectos, viene a ser la familia artesanal. La heredad de la actividad, la familia como una gran contexto de aprendizaje permanente, la adquisición de habilidades y conocimientos, el sentido de pertenencia, la cosmovisión cultural y la dimensión socio-cultural de la artesanía pasa a ser parte de la formación y de la personalidad cultural de la familia artesanal, que siendo tal de sangre, también asume la dimensión cultural de la creación como una hecho cotidiano que define su condición socio-histórica. Aquella expresión popular que hijo de gato, caza ratón adquiere en este tipo de familia toda una dimensión genética, socio-histórica y cultural. La familia artesanal en el contexto social local imprime un sentido de pertenencia y perfil cultural a ese espacio residencial determinado y a la comunidad a la cual pertenece.