Pregunto: ¿Esa tendencia a anclarse en el pasado, puede estar ligada a la actitud consciente de oponerse a todo cambio para que todo quede como está?...
Lo real es que, a propósito de la destrucción de la Casa de Gobierno de Cumaná, se han multiplicado los mensajes de la valorización y reutilización de las viejas formas urbanas, tanto que se podría llegar a suponer que en esas tesis es mejor la peste urbana de hace dos siglos, a la contaminación urbana actual.
Y así, las cosas parecen mezclarse dentro de un conflicto entre espacio y tiempo, donde sin ningún orden es a veces importante el primero y olvidado el segundo, o viceversa.
De modo que se rechazan las actuales formas por su falta de adecuación al sitio y por su cosmopolitismo e internacionalismo (espacio) sin mencionar que, por lo menos se inscriben en su época (tiempo), en tanto que se destaca la sabiduría de la arquitectura colonial, -que fue tan poco sabia como para imponer el plano de patio central, desde el trópico a la Patagonia y desde Cuzco a 3.500 metros de altura hasta el nivel del mar (espacio) y aún después de la celebración de los 500 años, se sigue preconizando las 5.000 soluciones habitacionales de la GMVV (paralizadas casi todas); un distribuidor urbano con un puente (recientemente reparado); mientras la ocupación informal y anarquizada del espacio urbano se acerca al 70% y, 88.213 habitantes estan sin servicios de cloacas, como necesarios para nuestra civilización actual (tiempo).
Y, se destaca, además, en tanto se admite sin reservas, el nuevo aire acondicionado para la Casa de Gobierno, negando nuestro trópico y las soluciones "naturales" de acondicionamiento (espacio) y, sobre todo, la desaparición de los árboles centenarios del jardín nobiliario de la Casa de Gobierno, quizás por su primitivismo, nostálgico y romántica antigüedad (tiempo). Entre tanto, quedan ocultos los miles de hectáreas de ranchos y subhabitaciones del Estado Sucre, sobre los que no se dice nada (espacio).
Pero lo general es que prevalezca en los críticos, el rechazo a las formas que han surgido en la actual fase de la civilización capitalista o fase del empoderamiento socialista del siglo XXI, optando sin dudar por las formas correspondientes a fases anteriores propias de la "burguesía de la época", -como dijera el gobernador del Estado Sucre-, ostentando una supuesta profundidad en su juicio que no es tal, porque para serlo deberían penetrar en la totalidad del sistema productor de las nuevas formas, lo que no hacen, dejándonos en la duda de si es porque no pueden, no quieren, o no deben.
En otro plano, se revaloriza el pasado en la búsqueda de una identidad (nacional, regional, local, tanto da) re-negando un proceso de mundialización cultural, impuesto por la mundialización de la economía capitalista, de la que no se reniegan (la aman), por la mundialización de la información y comunicación y por la mundialización de los problemas, que afectan a las sociedades de nuestro tiempo. Y se pretende distinguir y dotar de identidad cultural (con el "hic-hoc") al habitante de las trincheras de Cumanacoa y al habitante de los ranchos cumaneses que, no importa a qué comunidades pertenezcan, entre ellos sí hay una identidad.
Sin suponer una intencionalidad de desviación ideológica, -el problema de la intencionalidad o inintencionalidad en la ideología ha sido poco tratado-, este rebuscamiento y refugio en el pasado conforma una densa niebla que permite ignorar y esconder, los verdaderos problemas del presente, entre ellos los urbanos.
Por eso, en momentos en que las ciudades del Estado Sucre van a alojar, en los próximos veinte años, en un proceso indetenible, decenas de miles de habitantes, el gobernador del Estado Sucre adopta la posición contradictoria de re-valorización de las antiguas formas como actualizables, nos parece además de anacrónico, una ensoñación peligrosa y un taparse los ojos frente a la realidad, su manifiesto "desprecio a la cultura vieja y del pasado".
Por otro lado, el gobernador del Estado Sucre, realiza la crítica a la actual estructura urbana como si fuera un producto de una voluntad de forma incondicionada, ignorando las relaciones que tiene la forma con los otras instancias que la determinan, y centrándose de modo exclusivo en un no bien esclarecido conflicto entre la poligonal de la Zona Histórica contra la ciudad nueva. Ese casco viejo que, según Christopher Alexander, debe ser considerado "más como inspiración del futuro que como monumento del pasado", porque la magia de la forma logrará el milagro de convertir el individualismo del mundo capitalista, perdón, socialista del siglo XXI, en una "profundísima relación entre las personas y los hechos de vecindad" y todos (no habrá clases sociales) vivirán felices sin la molesta presencia de problemas de desnutrición, de desempleo, de educación, de salud, que desaparecerán ante el conjuro del inefable placer que brinda el espacio cuando se ocupan (todavía…¡) de "encender las luces públicas de la calle".
Dice Castells que “toda forma de la materia tiene su historia”. Invirtiendo la cita se podría decir que también todo momento histórico tiene una formalización de la materia. Esto último ni siquiera apunta a entrar en consideración por los críticos de la actual realidad urbana de Cumaná, que parece quisieran construir en las más ortodoxa tradición de “revivals” y “neos” una teoría arquitectónica-urbana sobre la valorización y reutilización de las viejas formas, afirmándolas como cosa propia del espacio y no como cosa propia del tiempo.