Mi querido Blas, chamo querido —como solía decirte, y como solías decirme—, cuánta soledumbre despedaza el alma nuestra en la hora en que decides irte a jugar con el sol.
Toda hora es mezquina cuando tratamos de juntar en recuerdo los momentos de tus palabras, de tu risa, de tu genio alborotado, tu sabiduría tan caribeña, tan informal pero profunda, con esa discreta postura de tu nombre para jugar al desorden de cuanto está en su santo lugar. El árbol, la piedra, el río, la montaña, el pueblo.
Leerte en toda la dimensión de tu trabajo daba regocijo, causaba inquietud, provocaba hondas reflexiones. Asumiste ese trabajo con la palabra como un mago. No tenías pretensiones de impresionar ni causar furor, sólo poner el signo, la sílaba, la frase en su cuenca más imprevista y causar asombro. Tu poesía es una expresión de todo ese juego mágico con lo interno y externo del ser. Tu labor periodística una cátedra abierta a los cuatro vientos.
Tuve la suerte de pernoctar en tu casa del aire, en un edificio de Mérida, y aprovechar tu amistad para pasear hasta Jají a la casa del poeta Arturo Mora Morales, y oír tus crónicas de juventud por tu paso por los andes. También esa hora andina de calmos amaneceres tomamos aquel café en la avenida América junto a los fraternos poetas Gustavo Pereira, Lubio Cardozo y Arturo Mora Morales. Un café y mil anécdotas que hoy transitan lejanía.
Después llevaste la memoria más lejos, hasta ese Maracaibo que vivía en tus venas y a tu casa definitiva del calor y el médano falconiano, de la aridez y el color de la tierra dorada de aquel Coro de mil nombres. Ahí, en alguna parte, tu corazón se detenía como un pájaro en lo alto y mirabas al Sur, extrañando a tu hija lejana, en la Argentina, y a tus nietas; también tu amada y entrañable compañera que, al juntarse en la hoguera doméstica, superados injustos y duros avatares, fueron regocijo y amor en un solo pan de hogar bendecido.
Viví de cerca, en tu hombro, ese sufrimiento por la diáspora de la familia. Pero al volver, estuvieron contigo hasta el último aliento. Por eso sé que tu viaje es ahora un viaje feliz. Y pasarás sobre tu Mérida inolvidable para llevarle flores del páramo al Viejo Lobo, al padre de todo aquello, a nuestro gran poeta Ramón Palomares.
Allá en lo alto habrá un brindis que desde nuestra lágrima profunda será luz y amor eterno para bendecirte y darte gracias por todo cuanto acá dejaste en la vida para amar la poesía y la vida.
Por eso mi querido chamo, voy a publicar en este espacio el poema de tu casa, de mi libro La casa de los poetas, cuya edición digital presentaremos de manera virtual en la Feria del Libro de Caracas, al final de este julio que ahora estará sembrado en tu huella como una canto de despedida; pero que no es eso, mi querido Blas; nunca te despediremos; porque sólo te diremos adiós para volver a verte desde cualquier lugar que nos hables, que nos digas cosas, tan parecidas a ti, como una luz de campana.
CASA DE BLAS PEROZO NAVEDA
Date por vivo vos que sois un recién nacido
dijo mi madre
dijo la brisa de la Península
paseando su vientre abultado
donde el caballo de Bolívar dejó huellas
y dejaron vacíos nidos los chuchubes
Cuando mi ojo despertó
vi a Coro
y todos los soles juntos
un viejo revólver de mi padre en la pared
amarrado a un retrato tan añejo
oliendo a petróleo
desde el Lago
haciendo la maleta de puro cuero de cabra
que nos vamos para Maracaibo
sin darme tiempo a caminar
ni matar los congolochos
porque vos tenéis que ser un maracucho accidental
y merideño con tabaco y miche
y te traés los libros Blasito
y subite al Pico del Águila
venite pa´ bajo muchacho soquete
y después decís que vos sos poeta
Este poema no es una casa cualquiera
Es un poema para varias casas
que todavía existen
"te lo digo yo
hijo legítimo y a mucha honra
de Blas Nicolás Delgado
quien a su vez fuera
hijo natural
de
Teolinda Perozo Delgado
Con su primo
Rómulo Reyes
y de
Aura Olimpia Naveda de Perozo Delgado
quien
fuera hija ilegítima y natural
de
María Naveda Rodríguez
con el espíritu santo
según parece.
Te lo digo yo
a quien la historia absolverá".
Yo que mandé a quitar los cuadros
Mandé a quitar las fotografías
Que mandé a esconder mis tristezas
Que dormí los gallos
Que me mudé al siglo XVI
Junto a Don Bartolomé de Naveda (Arbolario, pág.136)
y Doña Rodríguez Cortez del Castillo
junto al negro Chan Morón
también junto a Diego Perozo
atacando piratas
como coral y bisure
con corral y mujeres
tórtolas y tejas
en mi casa de aquí
y de más nadie
Mi casa se va hacia el cerro
de Santa Ana
Chamuriama
Mi casa está debajo de un río
en el Cabo
en el Roncador
donde de niño jugué con las serpientes
las enrollaba en mis manos
las hacía poner huevos de gallina
y las enseñé a escribir
Un día destos
mi casa será cigarrillo
azul del cielo
una boina roja
en el pico de un pájaro
y yo un caballo brioso y brisoso
suelto en el aire
en las tunas
en el médano
y las Cumaraguas
y hasta en los versos impuros
Y dirán los historiadores con minúsculas
esta tierra es de blas perozo naveda
aquel poeta aquel mal poeta
poeta de vientos
como la yema de la sal
la candela al revés
la amistad del cerro
Temblor
Muchas tardes tu nombre blas
tu casa de Coro blas
la palabra de Juancho La Rosa blas
y los caballos de Caupolicán blas
serán tu guitarra amanecida
y tus boleros
Eso dijeron en la radio:
"Ánima del Chino Valera,
Protégeme"
No dudo en oscurecerme cuando
llueve
la casa sobre mi espalda
atada a mi esqueleto como una teja
feroz
Dentro de mi casa hay
un barco
tiene a bordo a mis amigos
Ramón Palomares
Al Chino Valera Mora
Douglas Gutiérrez
Lidda Franco Farías
tan infinita
Alberto Añez Medina
al Maestro Briceño Guerrero
a Carlos Contramaestre
a Cheo González
a Juan Calzadilla
al Poeta Gustavo Pereira
a José Parra Finol
a William Osuna
a Amado Durán
y Alan Castellanos
Todos en mi barco ebrio
Viento en popa
Rosa de los vientos de París
En la mar océano y los silencios
¿Qué se hicieron las muchachas, camaradas?
¿Dónde están las cervezas?
¿Por qué algunos se han ido?
¿Por qué la mesa esta vacía?
¿Qué hicieron con mi clave Oriente Norte 1?
Me quedo una tarde pensativo en esta
Calle Miranda Nº 47
Pantano Abajo del Casco Histórico
La Vela de Coro anunciando sueños
como un viejo Capitán a la deriva
mirando al Sur
Me quedo en la Calle 72
de más allá del Puente del sol amado
como si el Alecía de París o el Montparnasse
y todas las calles del mundo pasaran por mi frente
juntas a la vez
llevando de la mano a mis hijos
a Blas Elías y a Blas Joaquín
a Josefa María y Valentina
a Laura Isabela, Laurita,
y vos "Nillo", mi nieto Simón
decí que me queréis
que yo los quiero tanto tanto
un río
un solo río de querer
como a mi nietico Silvio
que se anda con Gardel
de la mano en Buenos Aires
Pero no dejaré que el chamo chamín
José Pérez se cuente toda mi casa
sin dejarme nada
del pastel
sin apostar mis dados
sin revisar mis papeles
por aquí tengo mi historia
esas viejas confesiones
que me han servido de norte:
"Para que el esfuerzo
de mamá
no se perdiera,
nos reunimos un día
todos los hermanos
hablamos durante horas
de gallos
y fuegos sagrados
y después dejamos que
el tiempo pasara.
Hasta que todo se pudriera
Aquí nací yo
Mi hermana Irma
Dos años después,
Nació también aquí,
En esta casa
Construida
Por nuestro padre
Cuando
Trabajaba
De moldiador
En la Fundición Zulia"
Esta casa qués astilla y hebra
qués quilla y mástil
rastro de un arbolario
que no quiere decir dónde estoy
para qué estoy
qués lo que soy
que me como las rosquillas y las arepas de
las mujeres de mi familia
de las negras
de las blancas
de las azules
las mujeres de todos los colores de mi familia
y si alguien que no me conoce lo duda
tengo abolengo
y raza de avispa
y cigarrón
por eso
"un día destos vengo y me arrecho
y entonces me voy por el páramo
y llego hasta Escuque
y escribo un libro
y le pongo Paisano
recordando a Maracaibo
recordando el último chiste
y después más tarde a lo mejor no me lo creen
y como soy feliz vengo y me meto a triste
Y además seré el mejor poeta de toda la bolita
del mundo
Y entonces sí es verdad que se va a fregar el
Palomares.
Amanecí purito Ramón Palomares"
y ahora Fidel que se nos fue
no creo que al cielo azul
no existe el cielo azul
al cielo rojo
con Chávez con Sandino
con el Che
con Mohammad Alí
con Neruda con el Chino
con Galeano
y con el Gabo
sólo yo
blas enrique perozo naveda
terminando la casa antiacadémicos
la casa esta
esta casa
del chamo Blas Enrique Perozo Naveda
estaesmicasaylaseguiréqueriendohastaelfindelmundodondeseacomosea
porque mi casa es un barco
que se va
ya se fue
por toditico el mundo