CONSIDERACIÓN PREVIA
Quizás hechizado por los fogonazos sincopados de la inauguración de la escultura bicentenaria en Carabobo, reflexionaba sobre lo difícil que nos resulta a los venezolanos, resistirnos al relumbrón inicial que todo lo extranjero trae consigo. Es como si la leyenda de los espejitos de los conquistadores nos continuara persiguiendo a través de los siglos.
Estos pensamientos me distraían en momentos en que, entre tambores y fuegos artificiales, mostraban imágenes de un magnífico logro de diseño de una muy digna escultura en el campo de la composición de las formas artísticas. Una magnífica obra del gobierno de Nicolás Maduro quien, con suave voz, nos comentaba esas imágenes:
“Vengo a inaugurar este monumento fijado en línea recta al Altar de la Patria y que viene, de manera majestuosa, en arte muy del siglo XXI, a significar la construcción, las vigas poderosas con que estamos construyendo la República, de aquí en adelante, hacia el futuro de esperanza que construiremos y lograremos”.
Me intranquilizaba constatar que tanto imágenes como discurso, hilvanados con claro sentido pedagógico, se estaban desperdiciando en una inauguración lastimosamente vacía de contenido. Me preocupaba la ausencia del pueblo, pues era una buena oportunidad para escuchar como un impulso perceptual sobre el contexto, termina siendo el fundamento de un espacio que resultaba mágico gracias al tamiz producido por una malla que combinaba la suavidad de las curvas que se dibujaban en su implantación, con la fuerza de la ortogonalidad geométrica que reflejaba su alzado:
“La escultura resulta novedosa en el conjunto compuesto por vigas en voladizo sueltas, que se caracterizan por la diversidad de posiciones y dimensiones”.
Y, definitivamente, me molesta tal análisis descontextualizado, en un ambiente repleto de curiosidad y franca admiración, porque recordaba las imágenes de la obra del ingenio del escultor santiaguero Guarionex Ferrer Estiu, quien recogió todo el arsenal de la postmodernidad cubana, para trabajar éstas formas artísticas de un conjunto abstracto en acero compuesto por vigas en voladizo sueltas, arriostradas entre sí y apoyadas: la figura ecuestre, 23 elementos metálicos.
ACOTACIONES NECESARIAS
No me interesa entrar a cuestionar, y menos por mampuesto, -que si es o no anónimo o si es o no un plagio-, lo cierto, es que la autoría de la obra es nacida y fundamentada en la decadente ociosidad ideológica de los diseñadores del mundo subdesarrollado del madurismo.
Tampoco, quiero discutir la pretensión de muchos de considerar la escultura, con el vínculo a ritos y creencias de brujería y espiritismo. Ni tan siquiera manifestar mi oposición, por razones políticas y prejuicios anti cubanos, a que ella sea copiada por los escultores de esta parte del mundo.
Bienvenida sea si a alguien le parece adecuado tenerla como referente a una estructura de acero metálico, mucho más pequeña que la cubana, con una altura de más de 30 metros y un peso de 30 toneladas, que representa, como comentó, Maduro en la noche de su inauguración, entre otros:
“Tendríamos que postularla a los premios mundiales, porque es una obra magnífica que representa, en buena parte, las bases, las vigas poderosas que se sembraron aquí para construir el edificio republicano, en base a la espada mayor del Libertador Simón Bolívar, viendo al cielo, pidiendo las bendiciones al Dios creador para la obra magnífica que estaba levantando hace 200 años”.
“El sable que Simón Bolívar le obsequió al general Rafal Urdaneta”.
“Convoca a la lucha ideológica en ese gesto de su brazo extendido”.
Lo que me perturba de esa obra escultural, que nos mostró los maduristas, acompañada con su fluido verbo, es que, los documentos fotográficos de la escultura bicentenaria en Carabobo contrastada con la erigida en la Plaza Antonio Maceo en Santiago de Cuba, nos habla, de manera mucho menos engañosa que los planos, de una escultura extrañamente inmaterial, más bien sin consistencia –en su acepción de firmeza, densidad, cohesión-.
Demasiada parecida a una escenografía o a las propuestas tridimensionales de Guarionex Ferrer Estiu. Una escultura que, como él mismo lo expresaba, en su discurso, está saturada del sincretismo cubano mezclado con el mestizaje ideológico del realismo mágico y surrealista.
POSDATA
Pero, tal vez, para detectar estas cosas, y para entender estas palabras, en su verdadera vacuidad, haya que superar el encandilamiento provinciano.
ANEXO FOTOGRÁFICO
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento¡