Matria tovareña (39)

Carmen Delia Bencomo y su Tovar nativo. En el centenario de su nacimiento pleno de alegría

"Ciudad mía./ Aquí nací./ Aquí encontré el sol./ (…) Ciudad mía,/ ábreme la torre de neblinas./ Quiero dormir en tu silencio"

Carmen Delia Bencomo en Con el camino (1986), pág. 56.

"Mi primer grito se confundió con otros en la plaza/ pidiendo libertad un cinco de un 5 de julio maltratado/" (En: Rostro de soledad. 1964, pág. 21) Carmen Delia siempre firmó anteponiendo sus nombres de pila Delia del Carmen y como nacida el 5 de julio en vez del 6; lo dijo una y otra vez, lo reafirmó el 8 de septiembre de 1995, en su discurso de orden con motivo del Día de la virgen de Regla: "…vuelven a surgir mis primeros años, mi primer grito, un 5 de julio…" Así son los poetas únicos, geniales e irreverentes.

Carmen Delia llevaba grabado a Tovar en su corazón y aunque las referencias a la ciudad en sus obras infantiles son alegóricas; en sus libros para adultos y discursos son reiterativas: en Rostro de soledad (1964), deja escuchar su añoranza de estar de vuelta: "He regresado a ti, como un árbol con frutos… todo está igual" (poema Regreso de la aldea, pág. 25) y en Con el camino (1986), le dedica el poema Ciudad mía (a Tovar), donde además de decretar el día de su nacimiento de manera premonitoria escribe: "…ábreme la torre de neblinas./ Quiero dormir en tu silencio" (pág. 56), sus restos no reposan en la iglesia, pero si yacen al pie del busto que la eterniza en el Parque de los pintores y escritores tovareños.

En 1995, Carmen Delia fue invitada el 8 de septiembre como oradora de orden con motivo del III reencuentro de los tovareños y la festividad de la Patrona -recuerdo que ese día la conocí-, su discurso me impresionó porque no duró horas sino el tiempo preciso y estuvo cargado de emotividad, frases elocuentes y una añoranza que se contagiaba. Lo inició afirmando como carta de presentación: "Me siento orgullosa de haber nacido en Tovar…", seguidamente a modo de anécdota recuerda que cuando le preguntaban en caracas de donde era, respondía "-de Tovar, Mérida". Luego da rienda suelta a sus recuerdos: "Tovar es la más hermosa ciudad de los Andes adonde llegaron mis padres, recién casados (1922) a formar su hogar en una de estas casas que bañan los aires del Mocotíes…". Evoca con simpatía a la "Loca Juliana" con quien su mamá le encontró cierto parecido y a la muñeca de madera tallada por un artesano local que su padre le regalo. Fue la compañera de sus años infantiles que luego cambiaría por otra de trapo, a la que le daría vida en el Diario de una muñeca (1972)

Va refiriendo a cada uno de los escritores tovareños con sus obras, artistas y cultores populares; reafirma la fecha de su nacimiento aquel "…cinco de julio maltratado (…) donde unos hombres hablaban de libertad, mientras las cárceles estaban llenas de presos por el único delito de reclamar a los gobernantes de ese tiempo, cómplices de dictaduras y tiranías que los hacían dueños de tierras, hombres e ideas", allí demuestra su espíritu siempre contestatario y nos alerta que esa ha sido una constante de nuestra historia "...muchas veces llegaron a la puerta de nuestras casas en busca de los hombres que unían sus voces a las de muchos de este pueblo para reclamar justicia, libertad y democracia" Se refiere a los tiempos de la dictadura perijimenista, donde cumplió con el arriesgado rol de correo entre los perseguidos políticos.

Concluye recordando la hermosa frase que nunca ha podido olvidar que le dijo el poeta Alarico Gómez cuándo acerco su voz a la suya: "Te quiero tanto como se quiere el pueblo donde se nace…". Carmen Delia añoraba e idealizaba a Tovar cada vez que podía, en sus palabras de agradecimiento con motivo del homenaje realizado en Tovar el 11 y 12 de noviembre de 1999, expreso: "Los pueblos son como las madres y aunque estemos lejos, aunque no estén con nosotros siempre los recordamos. (…) tuve la dicha de nacer en un pueblo tan querido como lo es Tovar" (En revista Casa de la Fragua, año III, N° 7, 1999, pp. 9-12)

En el primer y único capítulo conocido de su novela inédita La loca Juliana, lamentablemente los restantes se perdieron, insiste que llegó un 5 de julio "desnuda y descalza" y que su mamá le decía "-¡Esta muchacha se parece a la loca Juliana!". Y recordando a sus padres escribió: "Al casarse se fueron a vivir a un pueblo al que atravesaba un río de muchas íes…"

Tovar también está presente en un bello texto inédito También los pueblos y casas son personas (2002), donde hace un recuento de las casas que fueron parte de su existencia errante como: "…la casa de la muñeca de palo que me enseñó la importancia de un juguete cuando es nuestro compañero y la precoz admiración por las tallas de madera propias de mi pueblo…"

Bien lo dijo Domingo Alberto cuyo centenario fue el pasado 17 de mayo en el más cómplice de los silencios: "Tovar de leyenda…,/ (…) pueblo de amor y fantasía./" Ciudadela de creadores insignes, deportistas esforzados y escritores consagrados que hacen que "Tovar sea ante todo arte, cultura y deporte", que se erige, se levanta y seduce donde quiera que un hijo suyo se destaque. Aunque quizás Carmen Delia también sufrió del "…exilio de amor de mi terruño/ …" para decirlo con versos de Domingo Alberto y que sea el título de uno de los poemas de Carmen Delia y no mis palabras las que cierren este pequeño, pero sincero homenaje en el día de su centenario: TOVAR CIUDAD MÍA, como te han recordado, en especial tus niños y los educadores jubilados, idealizándote con sus papagayos, El Tren de colores resucitado, el vendedor de globos, en el mural de la escuela Ananías Avendaño donde la biblioteca lleva tu nombre, en tus libros de tela elaborados en el Colegio La Presentación y poemas hechos canciones. En este tu primer centenario: la ciudad y su poetisa unidos bajo un mismo lema Carmen Delia Bencomo es Tovar y Tovar es Carmen Delia Bencomo. Agradecimiento eterno a la Comisión del Centenario integrada desde la Sociedad Civil y mi llamado a la reflexión a las autoridades que asumieron la tarea errada de dividir la celebración para complacer caprichos, que en vez de engrandecer empequeñecen. De todo hay en la viña del Señor.



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Néstor Abad Sanchez


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