Crónicas de ayer del municipio Guasimos XXXlX

Melquíades Jaimes

De Melquíades Jaimes lo recuerdo, como un niño rechonchito de pequeña estatura a quien llamábamos ratoncito y hacìa ademanes de boxeador con una derecha  que manejaba como una flecha. Fue compañero de estudios  de cuarto grado en el grupo escolar Monseñor Sanmiguel en la carrera 5 con calle 3; luego estrenaríamos las nuevas instalaciones; ya estando en sexto grado con el profesor Ramón Elio Ramírez, que debuta como maestro con solo 19 años. Luego de una dilatada trayectoria en el campo de la poesía y las artes decide salir del anonimato. Como poeta ha sido antena y ventana de luz, de fino verso. En una de sus obras poéticas deja al  descubierto  las vivencias de aquellos tiempos, que quedaron atrapadas en el pasado; pero dejaron un recuerdo una huella. En uno de sus poemas nos topamos con un relicario, de versos detallados uno a uno, bajo la sentencia: “No lo volveremos a ver”. Con un titulo, no menos sugestivo de: Reminiscencias. Como pintor ha sido toda una revelación; donde también ha permanecido oculto sin los afanes de la publicidad. Sus obras evocan retratos   de personalidades, que dentro del municipio  han sido baluarte de lucha y tenacidad por un futuro mejor  para su pueblo. En la alcaldía del municipio Guasimos hay algunas de sus obras y en un conocido local turístico, en las cercanías de Copa de Oro, que lleva por nombre Katuai Café, es un conocido sitio, que además de explorar la cultura del café del Táchira, da cabida en sus instalaciones como galería de arte las obras más significativas de Melquíades.

Hoy como lo dijimos, este artista,  después de más de 40 años de estar oculto sale de sus guardijos para mostrarse en público en el Museo de Artes Visuales del estado Táchira (MAVET). Luego de haber estado  apartado del mundanal ajetreo del arte y hoy ya jubilado, de la docencia y de haberse  desempeñado  en dos oportunidades como prefecto del municipio. Ya con mayor disponibilidad de tiempo libre ha penetrado con mayor énfasis y dedicación estos espacios donde se mueve como pez en el agua.

El pesebre de doña Berta de Labrador:

 Algunos pesebres descuellan en  lo estrambóticos y extravagantes, que está lejos de asemejarse a los que señala la tradición cristiana por su sencillez, sin muchos atavíos que desfiguran el contenido cristiano de esta tradición. Pero Doña Berta, en la esquina de la carrera 1 con calle 2, comenzaba ya las entradas de cada mes de diciembre a colocar su pesebre en una amplia sala desde aviones, transatlánticos, juguetes de todo tipo y de todos los tamaños y no se diga de los animales, de toda  nuestra pródiga fauna silvestre.

La calle Los Alegres:

La  historia de los pueblos es  para eso, para contarla. Cada quien la escribe, la cuenta, la analiza o la interpreta a su manera. Digo esto porque existe en Palmira dos calles muy emblemáticas, cada una tiene su historia y sus respectivos fundadores; si es que se le puede decir así. Los Afligidos tiene ese nombre por su carácter taciturno; de allí que fue Juan José Plata, John silver, como solía llamarse; y residía  en esta calle 4, de carácter jovial y alegre, pero chocaba con las posturas poco emprendedoras de sus vecinos; así que le coloco tan peculiar nombre a la calle. Mientras que a Los Alegres fue Rafael Ramírez, (el flaco) para ese entonces era un organizador nato, para llevar cualquier evento a feliz término; quiso en una ocasión diferenciarse de esta calle; diciendo a viva voz: Ellos son los afligidos; así que nosotros seremos la Calle de Los Alegres. Quedando con ese nombre catapultado la calle.



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Luís Roa

Licenciado en Administración de Empresas (ULA). Luchador social. Jubilado de CVG Alcasa

 Luisroa519@gmail.com

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