Falleció el pasado 5 de noviembre de 2024, en la ciudad de Maracaibo, el actor y director de teatro Enrique León Finol, octogenario, pilar del teatro venezolano, contemporáneo, quien comenzó su carrera profesional en la dramaturgia nacional a finales de los años sesenta, en el teatro de la Universidad Central de Venezuela bajo la tutela del maestro Nicolás Curiel, aunque había recibido previamente instrucciones formativas, en la década de los años cincuenta, en la Escuela Nacional de Artes Escénicas de Caracas, con la también maestra de generaciones de actores y actrices venezolanas, la inconfundible actriz argentina de orígenes rusos Juana Sujo, quien hizo de Venezuela su segunda patria, donde falleció a temprana edad
Enrique León fue un intelectual de grandes dotes. Como escritor deja un importante legado en el campo de la poesía, el ensayo y la dramaturgia. Además, fue versionista y adaptador teatral. Se le valora entre los más importantes directores de teatro de Venezuela y, quizá, el más sobresaliente director del teatro zuliano al momento de su fallecimiento, luego de una enfermedad urológica que se fue complicando con el tiempo, a pesar de los esfuerzos de la ciencia local zuliana.
León anduvo por el mundo tras las huellas de horizontes que le permitieran encauzar sus angustias creativas intelectuales. Residió un tiempo en Europa y prestó servicios en la Escuela de Teatro de la desaparecida República Democrática Alemana, en Leipzig, donde aún se rememora su paso por allí. Una vez —me contó en una de las tantas veces que conversamos— estaba el venezolano mirando por una de las ventanas, a la distancia, aspectos de las cotidianidades del lugar y le llamó la atención la presencia de varios vietnamitas que se desplazaban en fila uno detrás del otro. Él le comentó su impresión a una de sus profesoras y ella le respondió: «Esos son generales y militares de alta graduación formados en combates».
Hay todo un mundo detrás de la trashumancia de este actor que los amigos y quienes lo frecuentamos por lo general no nos preparamos para contar y compartir, cuando de pronto se presenta el final. Sin embargo, hurgaremos en nuestra memoria para que los lectores conozcan los motivos de estos párrafos.
Enrique León destinó las últimas tres décadas de su vida a su pueblo. En Maracaibo, trabajó en el teatro de la Universidad del Zulia, donde realizó montajes de obras e impartió clases de actuación. Pensando en la experiencia obtenida en la RDA, formó la Sociedad Dramática del Zulia, cuya dirección ejerció hasta que la institución, acaso por desidia institucional, se vio afectada por la falta de amor y la carencia de apego, y el poeta se fue desligando de algo que tal vez en otra sociedad habría sido una reliquia digna de conservar como se suele hacer en los países vetustos que él tuvo la fortuna de visitar y admirar. La Sociedad Dramática del Zulia con la que él tal vez soñó lejos de su lar nativo, fue consumida por el desamor…
Enrique León deja para la posteridad programas hermosos mediante giras artísticas de aquella Venezuela que se ha ido sumiendo en eso que acabo de calificar de desamor y se han marchado con las gárgolas y las tejas de ese Maracaibo de ayer. Una vez estuvo en Grecia con el teatro de Maracaibo y llevó la obra Edipo Rey de Sófocles. En Delfos, al concluir la presentación, el público aplaudió de pie. Y una de las personas asistentes, al felicitarlo, le comentó: «¡Al fin comprendí esta obra!».
La óptica y las perspectivas escénicas de este actor y director de teatro, que hoy se despide de este mundo, han quedado reflejadas en varios festivales internacionales de teatro, entre los que se pueden citar los siguientes: II, III, IV. V, VI, VII, VIII y IX de Caracas; además, entre otros, el XII Festival Internacional de Guanajuato, México; el V Seminario Internacional de Teatro de Rostock, Alemania, el IV Encuentro Internacional de Drama Griego Antiguo, Delfos, Grecia; el III Iberoamericano de Teatro de Cádiz, España; Embajada Flotante Cultural y Comercial de los Tres, Colombia, México y Venezuela, por todo el Caribe angloparlante (1990), etc.
Honor a su memoria.