El
gobierno estadounidense en el marco de la segunda guerra mundial se
encontraba investigando sobre una nueva forma de energía que podría
ser utilizada como una bomba por el poder que se intuía en atención
a las posibilidades que establecían los científicos que en ella trabajaban.
No esperó el gobierno imperialista a que se hiciesen las pruebas científicas
de rigor; las pruebas se harían en territorio japonés. Escogieron
dos ciudades una para cada tipo de bomba nuclear: Hiroshima y Nagasaki,
ambas fueron preservadas de los ataques aéreos rutinarios a los fines
de medir el alcance destructivo de las nuevas bombas; Hiroshima era
una ciudad de cierta importancia con una gran zona industrial y Nagasaki
era una ciudad portuaria relevante con mucho movimiento de astilleros
y exportación de productos industriales. Como se desprende de la actividad
de cada ciudad tenían una apreciable cantidad de familias asentadas
que laboraban allí, es decir gran cantidad de civiles. No tenían
porqué ser considerados objetivos militares.
El
presidente Truman ordena el 6 de agosto de 1945 el lanzamiento de la
bomba nuclear contra la ciudad japonesa de Hiroshima. En secreto, sin
avisar del bombardeo, se lanzó el criminal ataque contra una población
indefensa. Con ello se violó flagrantemente el Tratado de La Haya vigente
para la fecha que condenaba bombardear zonas urbanas donde existiesen
civiles. Ese fatídico día el gobierno estadounidense se convirtió
en el mayor asesino de la humanidad
ordenando en un mismo momento, a una misma hora, arrasar con la vida
de más de 70 mil personas que sufrieron las inclemencias de ser quemadas
sin saber porqué o a causa de qué, la cifra aumentó a más de 140
mil personas a finales del año 1945 a causa de las quemaduras. Posterior
a ello y hasta la fecha, gran cantidad de habitantes de estas y otras
ciudades aledañas han sufrido por generaciones graves padecimientos
ocasionados por las radiaciones como el cáncer y la leucemia.
Sin hacer alusión a los daños ocasionados al ambiente y a los otros
seres vivos, para ejemplo vale recordar que la temperatura al momento
de lanzar la bomba contra Hiroshima se elevó
a más de UN MILLON de grados centígrados, quemando instantáneamente
todo lo que había, formando además una bola de fuego en un área
de 274 metros de diámetro.
Queda
para la historia la morbosa y deshonrosa actuación del gobierno estadounidense,
el regodeo y la prepotencia de un criminal de guerra como Harry Truman,
quien luego de ordenar lanzar la bomba expresaba:
…Con esta bomba hemos añadido un nuevo y revolucionario incremento en destrucción a fin de aumentar el creciente poder de nuestras fuerzas armadas. En su forma actual, estas bombas se están produciendo. Incluso están en desarrollo otras más potentes. [...]
Ahora
estamos preparados para arrasar más rápida y completamente toda la
fuerza productiva japonesa que se encuentre en cualquier ciudad. Vamos
a destruir sus muelles, sus fábricas y sus comunicaciones. […]
El 26 de julio publicamos en Potsdam un ultimátum para evitar la destrucción
total del pueblo japonés. Sus dirigentes rechazaron el ultimátum inmediatamente.
Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de destrucción
desde el aire como la que nunca se ha visto en esta tierra.
Con esas palabras queda
absolutamente demostrada la intencionalidad destructiva, genocida, hacia
el pueblo japonés. Pero a 66 años de esta matanza, la comunidad
internacional permanece silenciosa ante este infame episodio, el gran
destructor de la vida en todas sus formas, ayer y hoy, sigue con sus
prácticas genocidas, de lesa humanidad y de agresión contra los pueblos
del mundo, se burla del contenido del ESTATUTO DE ROMA al hacer convenios
bilaterales de protección a sus militares y sicarios que contrata para
asesinar a los nacionales de otros países, ejemplos IRAK, AFGANISTAN,
PALESTINOS y más recientemente contra el pueblo LIBIO, para arrebatarles
el petróleo y el agua dulce.
La
rueda de la historia es implacable, los pueblos del mundo hoy levantan
su voz contra los imperios de viejo y nuevo cuño; el criminal de ayer,
el de Hiroshima y el criminal de hoy, llámese Bush u Obama, serán
amargamente recordados a través de la historia, vergüenza para un
pueblo como el estadounidense quien tendrá necesariamente que asumir
su compromiso ante el mundo, liberándose y con ello hacer un desagravio
quizás un poco tardío ante tanta barbarie cometida en su nombre y
en su bandera.
(*) Abogada.
Ex Defensora del Pueblo del Estado Bolivariano de Miranda.
mirandina@cantv.net