Claro como la luna fue una de las últimas frases que escuchamos en vida del Comandante Hugo Chávez. Todo sucedió casi al filo de aquella noche del 8 de diciembre de 2012. Al siguiente día partió a Cuba. Enfrentar su enfermedad lo llevó como un valiente a confrontar la dura realidad.
Indiviso ocurrió en aquella confusión en la arista de una sofría exactitud. El primer gobernante de los pobres de este país emergió en sus decisiones rumbo a la gran isla antillana, siempre fue un sabio de buena tinta.
También supo en sus sabías palabras las duras consecuencias que traería la delicada operación enel futuro y destinos de la patria que logró gobernar durante estos últimos 14 años.
Con la desaparición física del primer mandatario nacional, inmediatamente se activó la crisis de marzo. Este fenómeno ha venido acompañado de la activación del llamado a elecciones nacionales donde el candidato ganador ha sido Nicolás Maduro.
Pero los chavistas deben estar conscientes de la gravedad de estos días que han rodeado la muerte del primer mandatario nacional. Dos días antes fue asesinado Sabino Romero Izarra, Cacique Yukpa de la Sierra de Perijá ubicada en el estado Zulia, nada es fortuito.
Esta muerte aún causa indignación y todo vino acompañado con una campaña electoral violenta. La intimidación fue el principal ingrediente de la propuesta política del candidato opositor.
Dicho terrorismo cobró sus víctimas. Fueron asesinados 11 dirigentes y militantes revolucionarios. Estamos en presencia de los principales y nuevos códigos del fascismo venezolano.
Fascismo igual al practicado por grupos de mercenarios que hoy actúan a sus anchas en Libia, país de El Magreb y Siria ubicada en el Medio Oriente. Son los mismos mercenarios que hoy detienen las protestas en Yemen, rodeada en las aguas del Océano Índigo y Túnez en El Mediterráneo, país que promovió la revolución islámica: quien dio al traste después de 20 años al gobierno del dictador Ben Ali, quien huyó hacia Arabia Saudita robándose tonelada y media de oro.
Por eso esta revolución debe valorar, medir y estar muy consciente de las amenazas que se ciernen sobre este proceso de cambio, sobre todo después de la inesperada muerte del presidente Hugo Chávez. Los demonios se han activado más de lo normal.