Prohibido olvidar

Relatos de torturas durante el régimen puntofijista (I)

Margarita Oviedo vieja militante revolucionaria de toda la vida, Barquisimetana. Cuenta su historia de los años de persecuciones, torturas y prisión durante los gobiernos puntofijistas. Estuvo presa en la Cárcel de Mujeres de los Teques y en la Cárcel de la Pica. “Llegué a la revolución dice Margarita, alentada por el ejemplo de mi padre, viejo luchador comunista que me enseñó a querer al pueblo, a combatir para lograr un futuro mejor para los desposeídos. Mi padre murió cuando me visitaba estando presa en la Cárcel de Los Teques, y su mejor legado fue haberme enseñado el camino de la revolución, el cual siempre he querido transitar a la altura de su propio ejemplo”.

El relato comienza en Cumaná, cuando la detuvieron en plena calle, junto a una muchacha Carmen Fermín, de quien apenas sabía que estudiaba en la Universidad, porque no la conocía sino de vista y sólo la casualidad hizo que estuviesen juntas en ese momento en una parada de autobuses.

“Estaba en la parada de autobuses cuando de pronto se detuvo un carro, en el venía el tránsfuga de la revolución Marco Tulio Cróquer, uno de los fugados del Cuartel San Carlos que al ser recapturado y sometido a torturas se pasó al enemigo y era uno de los peores asesinos y torturadores de los Cuerpos de Seguridad. Junto a él estaba Aciclo González, a quien conocí en la Pica en la oportunidad anterior. El era un expulsado del Colectivo de los Presos Políticos, por traidor y ahí mismo en la cárcel negoció su ingreso en la policía.

Fue Aciclo quien me reconoció y detuvo el carro, ambos se bajaron y en plena calle me cayeron a golpes y patadas, al igual que a la muchacha que se encontraba a mi lado. A empujones nos metieron rápidamente en el carro. Nos hicieron bajar la cabeza y a gran velocidad salieron hacia una carretera, que pude notar era la vía del Golfo, en dirección a Carupano. Antes de llegar al sector de El Peñon se metieron por una carretera de tierra , donde detuvieron el carro y se comunicaron por radio con una central de la DISIP, desde donde les avisaron que llegarían unos hombres del DIM. A partir de ese momento comenzaron a torturarnos , porque a la muchacha que detuvieron conmigo también la torturaron, aunque en menor grado. Ambas estábamos vendadas, y de esa forma empezaron a golpearnos. A mí, y en forma metódica, con golpes en el abdomen, en las costillas, en la espalda y patadas, por la piernas al principio y luego por todo el cuerpo, sin detenerse. Me tiraron al suelo y me aplastaban los senos con la botas, me daban patadas en el vientre. Yo estaba amordazada y ni gritar podía, porque el dolor era algo terrible, algo espantoso.

Al pasar un tiempo que no sabría calcular llegaron varios carros, nos montaron en uno, de nuevo emprendimos la marcha, hasta un lugar no lejano que luego pude ver era un rincón de la playa de “Quetepe”, cerca de Cumaná. Allí habían más de veinte hombres, algunos del DIM y otros de la DISIP. Uno de ellos era el Comisario de la DISIP Henry López Sisco se me identificó él mismo, y pude constatar que efectivamente era él porque ya en una oportunidad anterior lo había visto. Me llevaron hasta la orilla de la playa, donde me metieron la cabeza en el agua repetidas veces, en forma cada vez más prolongada par producirme ahogo. Siguieron dándome patadas por todo el cuerpo, en forma frenética, animal sin descanso. Seguían las patadas por el vientre, los aplastamiento de los senos, golpes por la cabeza con las culatas de las armas, y quemaduras de cigarrillos, por todo el cuerpo.

Al rato el Comisario López Sisco ordenó traer el aparato. Enseguida comprendí a que se refería. Era un dinamo del Ejercito, cuyos dos cables me pegaron con teipe, en diferentes partes del cuerpo y repetidas veces, me daban corrientazos.
Por último, no sé al cabo de cuanto tiempo, quisieron violarme, por instigación del Comisario López Sisco. Fue algo terrible y no sé de dónde saqué fuerzas para luchar y oponerme. Aquellas bestias desnudándose allí, en medio de frases obscenas y alardeándose de sus perversiones, y yo amordazada y esposada, sin prácticamente ninguna defensa.

Finalmente optaron por dejarme, no sé si desalentados por mi resistencia o por el estado físico en que me encontraba. Al cabo de mucho tiempo a la muchacha, a quien torturaron horriblemente y no sabía por qué, decidieron trasladarnos a la DISIP de Maturín”. Recordemos que López Sisco participó en la masacre de Yumare , la del Amparo etc ; y fue jefe de Seguridad de Manuel Rosales. Se encuentra prófugo de la justicia venezolana.




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Raúl Ramirez

Abogado, profesor y escritor. Ex-guerrillero.

 rauljoseramirez@hotmail.com

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