La denuncia de Mario Silva en su programa La Hojilla del 21/06, en el sentido de que uno de los sujetos que junto al Alcalde de Baruta Capriles Radonski pretendió allanar y revisar todos los recovecos de la residencia de la Embajada de Cuba el día 12 de abril del 2002 en busca de Diosdado Cabello y de Iris Valera, no obstante la reiterada negativa del Embajador Sánchez Otero a permitirlo, simplemente porque eso significaba violentar tratados internacionales muy específicos y más allá de ello porque atentaba contra la sagrada soberanía cubana, desempeña en la actualidad un alto cargo en el Centro Cultural La Estancia de PDVSA, pone al descubierto un hecho inexplicable, el cual traspasa los límites de toda tolerancia en un régimen de libertades como el que tenemos hoy en día. Si bien somos de los que creemos a pie juntillas que aquellas personas que trabajan en el gobierno y lo adversan, no por ello deben ser despedidas, pues cada quien piensa como quiere conforme lo establece nuestra Constitución Bolivariana, hemos sostenido en más de una ocasión que los cargos de confianza, sin excepción alguna, deben quedar reservados exclusivamente para personas que militen en algunos de los partidos del Bloque del Cambio o que, en todo caso y estos serían los más, compartan y estén contestes con la política gubernamental que se adelanta en el área para el cual están prestando sus servicios, porque de lo contrario se correría el gran riesgo de afectar la buena marcha de los programas de la revolución y en última instancia de llevarlos al fracaso por negligencia premeditada o por la corrupción o el saboteo abierto y descarado, como vemos que ha ocurrido en muchos ocasiones, a Dios gracias hoy develados algunos, como son los casos del Complejo Industrial Ezequiel Zamora, FOGADE, FONDAFA, y los Palacios Judiciales, entre los más publicitados.
En lo absoluto nos cabe duda alguna de que los mayores responsables de que estas cosas ocurran son los propios Ministros o Presidentes de los Institutos y Empresas del Estado, pues son ellos y nadie más que ellos los que designan al aprobar las respectivas cuentas que les presentan las gerencias de Recursos Humanos cuando hay ingresos de personal. Pero es que resulta inaudito que un “strike” como el señalado se les pase y menos cuando el personaje que ha sido “sugerido” lo sea para ocupar un cargo de muy altísima responsabilidad, donde el factor confianza debe tener una elevada puntuación, tanta como la contemplada para calificar la capacidad y la destreza.
Al nivel de esos altos funcionarios del gobierno deben estar funcionando mecanismos muy eficaces para que, en tiempo breve, se logre conocer la trayectoria profesional y ciudadana del candidato a ingresar a un cargo de confianza, porque si esa opción de revisión se adelanta de forma objetiva y precisa, por seguro estamos que un sujeto como ese que hoy tiene la capacidad de mando y decisión en ese importante Centro Cultural La Estancia, no hubiera podido ingresar a esa posición, pues su actuación ese 12 de abril/02 fue pública y notoria y más aún como lo vimos en el video que nos pasó La Hojilla, con un discurso encendido, insistiendo en que revisar la Misión Diplomática cubana era un planteamiento inmodificable, pues lo hacía, según dijo, palabras más, palabras menos: “en nombre de una sociedad que había sacrificado todo y hasta ofrendando la vida de muchos ciudadanos que murieron en Puente LLaguno por las balas asesinas de los Círculos Bolivarianos el día anterior, para salir de la horrenda tiranía chavista.”
De otra parte se hace necesario que una vez que la alta gerencia de PDVSA asuma la responsabilidad de revisar ese nombramiento, lo haga dentro del contexto en el cual se dio la actuación irreflexiva y fascista de ese funesto personaje. Será necesario recordar que en las afueras de la embajada cubana había no menos de quinientas personas transformadas en unos verdaderos perros de presa que habían destruido unos cuantos vehículos diplomáticos, cortado de cuajo los servicios del agua y la luz a la sede cubana y además de ello gritaban a voz en cuello que entrarían por la fuerza al inmueble para sacar arrastrados a Diosdado Cabello y a Iris Valera, quienes se encontraban asilados allí conforme a la información que les habían suministrados vecinos de la zona.
Es decir que ese personaje y el Alcalde Capriles Radonski en ningún momento ingresaron a la sede cubana para solventar una grave situación internacional por la vía de pedirle disculpas al embajador Sánchez Otero y ofrecerle todas las garantías de seguridad para su personal y para sus espacios, sino para exigirle que les permitiera cumplir con el pedimento de la jauría que se encontraba en las afueras, el cual no era otro que hacer una profunda revisión a la embajada.
Igualmente PDVSA deberá valorar que esos sujetos actuaron como meros operadores policiales de un gobierno de facto que ese mismo día se inauguró echando a la basura la institucionalidad de la democracia y que de inmediato comenzó una política de persecuciones sin descanso a todos quienes sirvieron y apoyaron de alguna manera al gobierno de Hugo Chávez.