La confirmación de la libertad transitoria de Leopoldo López, ahora bajo arresto domiciliario, no tengo dudas, es parte de acuerdos que se han dado tras bastidores, con la anuencia del papa Francisco como único mediador posible, el cual es aceptado tanto por el gobierno como por la oposición, y por supuesto, el propio López. Recordemos que sobre el particular, Rodríguez Zapatero y otros expresidente de países afines al madurismo, intentaron sin éxito pactar con el dirigente opositor. En todo caso, el hecho que ahora Leopoldo López se encuentre bajo arresto domiciliario, aunque algunos no lo acepten de esta manera, confirma que es un preso político del régimen madurista.
Es curioso, pero las primeras informaciones detallan que la sala penal del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) con ponencia de su "presidente" Maikel Moreno, considera que era necesaria una medida "humanitaria" en favor del dirigente opositor, justo cuando la oposición anuncia una suerte de "plebiscito" para el 16-7-2017, y el madurismo continúa con el avance de su "constituyente" para el 30-7-2017, ambos eventos dilatados y complicados con manifestaciones y protestas en todo el país, y que de alguna manera llegaron al clímax con el asalto y el salvajismo del pasado 5 de julio en la Asamblea Nacional, hecho que desde mi perspectiva, se le revirtió al gobierno en forma tan abrumadora que hasta países como Bolivia y Ecuador exigieron un diálogo para poner fin al conflicto.
Es evidente que la crisis política no tiene vuelta atrás hasta tanto se llegue a un acuerdo que obligue a los sectores en pugna, sin excluir a aquellos que apartados de las protestas de calle, también son parte del amplio bloque antimadurista que conforma la mayoría de la sociedad venezolana. En tal sentido, aunque el madurismo haya dado una salutación a sus adversarios con la liberación de López, eso aún no es suficiente. En las cárceles siguen detenidos miles de venezolanos, incluyendo estudiantes, que han sido privados de su libertad por haberse manifestado contra Maduro y su gobierno, razón por la cual, es imposible sentarse a dialogar, mientras no haya liberación de quienes injustamente, hoy son parte del grupo de presos políticos, y más que políticos, presos por defender sus derechos, presos por enaltecer la dignidad de un pueblo.
Por otra parte, la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, se convierte en un factor esencial en el marco de las negociaciones, si bien la máxima garante de la institucionalidad ha sido consecuente con la defensa incólume de la Constitución de 1999, tampoco podemos obviar que sobre la fiscalía pesan acusaciones por parte del propio fiscal que llevó adelante el juicio de López, en relación que tal proceso jurídico estuvo viciado en la organicidad de su expediente y causas.
El país requiere de mucho entendimiento. La sangre que ha sido derramada por razones políticas, aunado con la atrocidad de la represión, y las pérdidas económicas son incalculables. De seguir este camino, ni el plebiscito convocado por la oposición y menos la "constituyente" de Maduro evitarán que Venezuela llegue hasta el camino de la guerra civil, y allí nadie sería vencedor, sino que nos quedara una nación en ruinas, y llena de odio, rencor, resentimientos y muerte. Eso no podemos permitirlo, y tenemos que evitarlo aunque en la praxis quienes sean mis adversarios, seamos en reciprocidad aceite de hígado de bacalao.
Que sirva la liberación de Leopoldo López para iniciar seria negociaciones políticas que ajustadas con la Constitución de 1999, nos permitan alcanzar la paz que tanto invocamos y necesitamos los venezolanos. Lo demás sería la barbarie. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.