Una victoria tan contundente y de las magnitudes tan gigantescas como la que obtuvo nuestra Revolución el 30 de julio, cuando nuestro pueblo votó masivamente contra la guerra civil en desarrollo, por la paz, contra el terrorismo y los terroristas, contra el miedo, la angustia, la incertidumbre que durante casi 4 meses impuso una derecha extremista, fascista, desquiciada, absolutamente enemiga de la vida y de la Patria, lacayos de una potencia extranjera.
Esa victoria hay que hacerla sentir, que no se nos diluya y nos contentemos sólo con la Asamblea Nacional Constituyente que elegimos y los causantes de tanto daño y sufrimiento se burlen de esa victoria, se traten de mimetizar, con su característico “yo no fui”, se laven la cara y ahora aprovechen el proceso electoral para elegirse como gobernadores, se postulen y no les pase nada. Es decir la victoria de aquel épico domingo debe rematarse, los asesinos, terroristas, vende patria no se pueden ir lisos, como si nada hubiese pasado.
Es decir, ese día como pueblo le propinamos una indiscutible derrota político/militar al punto que, el día después, cesó la violencia, el terror, comenzó a sentirse un ambiente de paz y sosiego. Ahora hay que salirle al paso a las pretensiones o maniobras de aquellos que dirigiendo su mini guerra asesina, se quieren ahora escabullir con la participación electoral.
La derecha en su conjunto va a participar en las elecciones de octubre obligada por la tremenda derrota política sufrida con las elecciones a la Constituyente. Los obligamos a rectificar, a meterse en el camino de la legalidad democrática, a reconocer a un CNE que no sólo negaron, atacaron, sabotearon, incendiaron y destruyeron sedes, con una misoginia inaudita atacaron a sus Rectoras, dignas compatriotas que aún hoy son atacadas por la gavilla de histéricas fascistas como ocurrió con la Rectora Socorro Hernández. A esa derecha perversa, que los obligamos a participar, no hay que agradecerles nada.
Creídos que iban a derrocar al Presidente Maduro, subestimaron la convocatoria a una asamblea nacional constituyente y no inscribieron candidatos, como subestimaron al pueblo que ya el 16 de julio, en el ensayo de votaciones que convocó el CNE, se movilizó masivamente. Ese fue un enorme indicador de lo que vendría 14 días después, el 30 de julio. Ese mismo día la ultra derecha dio uno de sus reiterados pasos ilegales hacia la formación de un gobierno paralelo y convocó a un plebiscito, figura inexistente en nuestra Constitución Bolivariana, y aquello fue un estruendoso fracaso político porque su masa votante no asistió, para colmo, en la sempiterna estupidez de los dirigentes de la Mud, quemaron los cuadernos de votaciones y nadie pudo verificar la veracidad de aquel proceso ni contar las 700 mil personas que asistieron a la farsa. Después pusieron a ese carcamal fascista que es la rectora de la UCV a decir que había votado 7 millones de personas.
Que participe la derecha opositora en las elecciones a Gobernadores, inscriba a sus candidatos, es un saldo político positivo y demostrativo, una vez más, que no tenemos un gobierno dictatorial ni Maduro es un dictador, sino un verdadero demócrata. En una dictadura no hay elecciones y este año 2017 se realizarán en Venezuela dos procesos electorales de gran magnitud. Así que los fascistas criollos tienen que meterse su lengua en el rabo porque en estos 120 días de su guerra civil de baja intensidad difundieron a diestra y siniestra que en Venezuela había un gobierno dictatorial. Claro, debemos tener claro que para ellos participar en las elecciones es sólo una estrategia de sus intenciones subversivas y golpistas, hay demasiadas pruebas de cómo Capriles, Guarulla, Falcón y los alcaldes de ese monstruoso isis criollo que son voluntad (im)popular y primero (in)justicia, lo que han utilizado el poder para subvertirlo con el más abyecto terrorismo.
Hay que evitar que los que sembraron la muerte, trajeron las bandas asesinas paracomilitares de Colombia, los que tienen responsabilidad intelectual en crímenes horrendos, se le permita postularse como candidatos a Gobernadores. Ya el CNE cometió el error de no revisar los candidatos a diputados en el 2015 y v(im)p metió un asesino y drogadicto que hoy está preso, no por aquellos delitos sino por terrorista.
El camarada Ildegar Gill hace por Aporrea una propuesta en ese sentido que retomamos y potenciamos. Dice:
“Pero, en lo que a mí se refiere, no estoy para transigencias con autores intelectuales de esos crímenes (y de ningún otro), que ya nos sumen a todos y todas en una etapa cuyas consecuencias aún desconocemos en términos de tiempo y realidad. En dos platos y al margen de lo que en torno a la materia pueda decidir la plenipotenciaria Asamblea Nacional Constituyente, debemos ejercer los recursos legales a nuestro alcance para evitar que tales instigadores de la muerte concreten sus candidaturas y nuevamente los abrace la impunidad.
¿Qué es lo que sugiero en pro de ese objetivo?, pues, que nos movilicemos. Busquemos las fechas que el Consejo Nacional Electoral ofrecerá para las objeciones (creo que así se llama el recurso), y con soportes de por medio actuemos apegados a la ley y en honor a la memoria de las víctimas, sus familiares y la necesaria justicia”.
Ya, a estas alturas, como mínimo, voluntad (im)popular debería estar ilegalizada y sus principales dirigentes presos. Hay que rematar la faena, como dije, no dejar que recompongan sus fuerzas, que se fuguen, que se mimeticen para seguir haciendo daño. No actuar contra ese grupo asesino es un error que pagaremos muy caro, véase el daño causado en 120 días de una guerra de baja intensidad con pérdidas irrecuperables (la tala de miles de árboles, la destrucción de la naturaleza, 120 compatriotas muertos de ella 29 quemadas vivas, violencia, destrucción). Ya está bueno de blandenguerías y vacilaciones.
¿Quién tiene la palabra? ¿El Ejecutivo, la Asamblea Nacional Constituyente o el soberano?