Hay noticias que nos entristecen, pero esta es una que nos deja el alma destrozada porque es producto de una sociedad enferma y prostituida en su concepto de vida. Kevin, un niño de 12 años, iba con su padre rumbo al colegio, y cuando circulaban por el sector de San Agustín del Sur en la capital de la república, irónicamente, cerca del museo de los niños, una bala "perdida", como producto de un enfrentamiento entre supuestos antisociales y la policía, terminó por quitarle la vida, al impactar en el puesto trasero del vehículo en que se desplazaba¹.
Todas las mañanas, entre lunes a viernes, como hacen la mayoría de padres, llevo a mi hijo hasta su colegio. Por lo general, resulta un pequeño espacio en el cual se comparten palabras que nos permitan comenzar el día con el sentido afectivo y optimista, a pesar de las dificultades. Por ello, el que cualquier padre, madre o representante vaya con su hijo hasta su escuela o liceo, y que en el trayecto hacia la institución educativa tenga que ver morir a su hijo(a), por efecto de que un grupo de delincuentes junto con policías, se cayeron a plomo en el medio de los espacios de tránsito vehicular y peatonal de una ciudad, justo en la horas de entrada de las actividades escolares, y una de esas balas, termina malogrando en este caso la vida de un niño, sólo deja en evidencia que en Venezuela, los derechos humanos son dos palabras escatológicas para quienes gobiernan desde Miraflores.
Seguramente, ya saldrán los defensores de este régimen, a seguir defendiendo lo injustificable. De hecho, cuando Diosdado Cabello dice en relación con la extraña muerte de Fernando Albán, - quien se habría "lanzado" desde el piso 10 de las instalaciones del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) - que fue un "suicidio", en donde a pesar de que el fallecido estaba bajo custodia del madurismo, sus acciones como detenido "no son responsabilidad del Estado", pues por analogía, si alguien le preguntara sobre este lamentable asesinato de un niño, al propio jerarca que también controla la policía política, al ser el máximo "constituyente" del país, no dudaríamos en asegurar que su respuesta, palabras más, palabras menos, serían algo así: No tenemos la culpa de que el papá de ese niño haya decidido circular en ese momento por donde nuestros "policías revolucionarios" estaban enfrentado a bandas armadas, por lo tanto, tampoco somos responsables de esa muerte.
¡Claro! Es la misma tesis para evadir la responsabilidad de los niños que mueren por falta de medicamentos en los destruidos centros hospitalarios del país. El culpable en este caso es Trump por la aplicación de "sanciones" que supuestamente no permiten al gobierno comprar medicinas, mientras el gobernador de Carabobo importa chatarra desde ese imperio para usarla bajo el nombre de Drácula como transporte público. O más aún, ¿Cómo justificar que con esas "sanciones" no se pueden importar medicamentos, pero Tareck El Aissami dice que se exportan toneladas de pescado a los Estados Unidos?²
Estamos en presencia de un Estado fallido. Aquí no hay Constitución ni leyes en favor de los ciudadanos, ni siquiera para la propia Asamblea Nacional que es el poder legislativo en cualquier parte del mundo. Verbigracia, cuando para ellos no existe la ley, es obvio que la justicia, también ha quedado suprimida para nosotros los ciudadanos.
En Venezuela no hay democracia. Estamos gobernados por un régimen neototalitario que ampara delincuentes como el caso de Valentín Santana, quien controla el grupo paraestatal llamado La Piedrita, mientras grupos guerrilleros se apoderan de las zonas fronterizas del país, y los criminales como el denominado Tren de Aragua hacen de las aceras, calles y avenidas un infierno para los ciudadanos al cometer, robos, atracos, secuestros, violaciones y asesinatos sin que exista justicia alguna, y menos cuerpos policiales o fuerzas militares que puedan detener la multiplicación de los delitos en nuestro territorio.
Lamentablemente, mientras el madurismo siga gobernando, seguirán muriendo niños, niñas y ciudadanos por "balas perdidas" de las cuales nunca el gobierno será responsable. Seguirán muriendo niños y niñas por falta de medicinas y tampoco serán responsables. Aumentará la mortalidad infantil por desnutrición y jamás los maduristas tendrán culpa alguna por tales fallecimientos.
Ignoro si como padre pudiera resistir el ver que dentro de un vehículo, vivienda o espacio colectivo, tuviera que vivir la inesperada muerte de mi hijo entre mis brazos por culpa de manos criminales. La verdad es que mi respuesta sería de venganza contra la más alta cúpula de delincuentes, aunque ello me costara mi propia vida ¿Para qué querría vivir, si ya no tengo a mi hijo por culpa de otros?
La muerte de Kevin me ha dejado destrozado los sentimientos. La indignación de tener unas autoridades que sólo tienen la afasia como declaración ante un hecho de esta naturaleza, demuestra que la criminalidad en Venezuela está en todas sus anchas con la complicidad de quienes deberían imponer justicia, y en donde para Diosdado Cabello, muertes como éstas, el madurismo no tiene ningún tipo de responsabilidad, porque sería como una especie de "suicidio".
¡Las lágrimas no las puedo contener! Mis condolencias para los padres del niño asesinado. Kevin descansa en paz. A propósito de ser ciego, Quien tenga ojos que vea.
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