Vivir para ver

Ésta es de esas noticias que hace unos pocos años hubiera sido para frotarse antes los ojos, tan inverosímil hubiese resultado. Yo habría revuelto Roma con Santiago para cerciorarme de que era cierta, y cuando al final la hubiese leído en varias fuentes para confirmarla, aún así me hubiese seguido pareciendo imposible. Pero hoy día las cosas han cambiado tanto en todo, también en credibilidad porque no hay nadie público en ninguna actividad o rama del saber en el mundo que la merezca mínimamente, que basta dar un repaso a distintos medios de Internet para confirmar en varios de ellos, incluso de tendencia o ideología contrapuesta, lo que antes hubiese sido un disparate que no merecía la pena asegurarse de que no lo era. Sin embargo es cierta. El papa lo ha dicho y no hay necesidad de aclararla ni de matizarla…

La noticia a que me refiero es "El papa Francisco dice que ser homosexual no es un delito pero sí un pecado". Pero hay un réplica que también es noticia. Y es que la Conferencia Episcopal, a través de su Secretario General, ha afirmado este jueves que ser homosexual "no es ni un delito ni un pecado". Es decir, que desautoriza al papa. Planteándose así, dos opiniones o "pareceres" (doxa) contrapuestos sobre algo relativo a la moral que es esencial, y que a su vez agita el asunto de la infalibilidad papal.

Pero dejemos a un lado que el papa parece haberse vuelto loco, pues su afirmación conduce a la conclusión de que todos los seres humanos homosexuales que han vivido y viven son, "por sí mismos", pecado. Ni siquiera dice que es pecado la relación sexual del homosexual, si no la ineligible condición de serlo. Afirmación que no resiste el más mínimo análisis, pues la homosexualidad existe en la Naturaleza, en el mundo de los animales y de las plantas, y por lo tanto es un atentado contra la lógica biológica, contra la lógica natural. Dejemos a un lado también que ese pronunciamiento no está expuesto por el papa en términos dogmáticos pues no se pronuncia ex cathedra. No importa. "Opinar" que la homosexualidad es un pecado, no está lejos de ser para el librepensador, una aberración del intelecto.

Así es que dejando a un lado ambos aspectos, y también el de que vivimos tiempos en que todo es posible y nada sorprende, y menos a un octogenario, lo que sí se plantea es una manifiesta fractura en la Iglesia Católica. Dada la gravedad de este asunto; dado que nada ya nos extraña, dado que parece vivimos tiempos apocalípticos; dado que, sin necesidad de abjurar, renegar o apostatar formalmente el abandono de la feligresía católica ha de ser segura, pues si ya su posición en el ámbito religioso mundial era cada vez más débil por razones varias, pues los vaivenes históricos de la Institución no pueden ya ocultarse y la pederastia es una práctica ya reconocida por el propio papa, este asunto de la homosexualidad que el papa hace escabroso, por muy eterna que la hayan considerado siempre sus administradores, ha de dar la puntilla a la Iglesia Vaticana. Lo siento por sus incondicionales, pues la homosexualidad, sin estadísticas por medio pero por la opacidad secular en casi todas las sociedades que impide hacer cálculos fiables, parece existir en la sociedad en una altísima proporción. Y este pronunciamiento papal excluye, quién sabe si hasta un tercio de la humanidad que, según el papa, sería "en sí mismo" pecado, que es aún peor que decir que es un pecador. Pues es tanto como decir que el homosexual es la personificación, la encarnación del pecado. Una barbaridad, una patada a la lógica más elemental de la propia teología de la cristiandad...



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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