Hugo Chávez con mucha regularidad se refería a una verdad inmensa, como es que desconocíamos nuestra propia historia y la historia de los países de América del Sur, Central y el Caribe. Grandes fueron sus aportes para que tomáramos conciencia de esta situación, y estudiáramos y nos acercáramos a esta realidad y buscáramos la forma de ilustrarnos de nuestra propia historia que es nuestra identidad nacional.
Si esa ha sido la situación de desconocimiento de nuestro propio continente, cuando nos alejamos un poco de él la situación es más comprometida porque hay tantos hechos que deberíamos conocer y divulgar para ampliar nuestra propia conciencia que es necesario hacer un buen esfuerzo para ello. Ese es el caso creo, de los procesos de colonización de África, la cual por su crueldad y magnitud genera un profundo sentimiento de pena y deseos de reivindicación hacia ese continente.
La colonización de África por parte de los europeos se inició en el siglo XV, durante el cual se generó la esclavitud de su población para atender la producción agrícola, artesanal, servicios domésticos, que se realizaba fundamentalmente en sus colonias, pues las metrópolis no permitían la llegada de africanos a sus países. Este proceso de colonización imperialista se intensificó en el siglo XIX, especialmente durante el período conocido como la "Carrera por África".
Es bueno recordar que en este proceso de esclavización de las etnias negras africanas los árabes desempeñaron un papel significativo, desde antes de la llegada de europeos a África o América, pues desde el siglo VII, tras la expansión del Islam, los árabes comenzaron a establecer rutas comerciales a través del Sahara y del océano Índico. Estas rutas facilitaron el comercio de esclavos del imperialismo europeo, donde personas de diversas etnias africanas, especialmente del África subsahariana, eran capturadas, compradas o intercambiadas. A los imperialistas europeos se le piden cuentas pero no a los árabes.
En el período final de la colonización se realiza la Conferencia de Berlín de 1884-1885, donde las potencias europeas se reunieron para discutir la división del continente africano entre ellas. A partir de ese momento, muchas naciones europeas comenzaron a establecer colonias, podríamos decir “modernas” en África, llevando a una expansión significativa la influencia europea en la región.
Estaa Conferencia de Berlín, celebrada entre 1884 y 1885, se erige como un punto de inflexión crucial en la historia del imperialismo europeo y el reparto de África y de los crímenes contra sus pueblos y riquezas. Convocada por el canciller alemán Otto von Bismarck, la conferencia, con un cinismo que solo es superado por los Estados Unidos e Israel en esta época, reunió a representantes de las potencias coloniales europeas con el objetivo de regular la expansión colonial en el continente africano.
Este encuentro no solo facilitó el establecimiento de colonias, sino que también reflejó y perpetuó las ideologías racistas de la época, que justificaron la dominación europea sobre los pueblos africanos.
Desde el punto de vista del imperialismo, la Conferencia de Berlín marcó el inicio de una intensa carrera por la colonización de África. Las potencias europeas, impulsadas por la búsqueda de recursos naturales, mercados para sus productos y la expansión de su influencia, se lanzaron a la conquista de territorios africanos.
A través de la firma de acuerdos y tratados, los países europeos delinearon fronteras arbitrarias que se imponían a la diversidad cultural, étnica y lingüística de los pueblos africanos. Este acto de partición del continente, realizado sin la participación de ningún líder africano, evidenció la deshumanización de las naciones europeas y la creencia de que los africanos estaban en un estado inferior, lo que a su vez facilitó el saqueo de sus recursos.
El racismo fue un componente fundamental que sustentó las decisiones tomadas en la Conferencia de Berlín y el imperialismo en general. Las potencias coloniales se basaron en una ideología racial que consideraba a los africanos como "civilizaciones inferiores" que necesitaban ser "civilizadas" mediante la imposición de la cultura europea. Esta visión racista no solo justificó la colonización, sino que también deslegitimó las estructuras sociales y políticas existentes en África, presentándolas como primarias o salvajes.
La noción de la "carga del hombre blanco", popularizada por el escritor Rudyard Kipling, encapsuló esta ideología al sugerir que era un deber de los europeos llevar la civilización a los pueblos considerados "atrasados".
El impacto de la Conferencia de Berlín fue devastador para las sociedades africanas. La imposición de nuevas fronteras, junto con la explotación económica y la opresión cultural, generó un legado de conflictos y divisiones que persisten hasta el día de hoy. Las tensiones étnicas fomentadas por el colonialismo, junto con la explotación de recursos y mano de obra, contribuyeron a la pobreza, falta de iniciativas de desarrollo, inestabilidad política y social que enfrentan muchos países africanos en el siglo XXI.
Al repasar este capítulo de la historia que los medios de comunicación no van a mencionar, es fundamental reconocer las atrocidades del imperialismo y su legado en la actualidad, así como la importancia de reivindicar y celebrar las identidades y culturas africanas en un mundo postcolonial camino al socialismo y donde nuestro país, Venezuela tiene mucho que decir.