Durante mis veintidós años me llamaron Jesús Ángel González Lárez. Aunque todos mis amigos me decían Chucho. Llegué a Caracas dispuesto a comerme la ciudad. Al poco tiempo estaba trabajando en un taller mecánico y días mas tarde me levanté a Maria Virginia, una chama que llegó al taller con un Mercedes de los años cincuenta.
No solamente le compuse el carro a María Virginia, también le compuse el corazón que lo tenia muy deteriorado. Comenzamos a salir y visitar centros comerciales. Ver películas, cenar, y un buen día entramos tomados de las manos a uno de esos moteles que están regados por Caracas. Yo iba manejando el Mercedes.
Fue allí cuando ocurrió todo. Saliendo del motel, eran las diez de la noche, allí en Chacaito, (y en toda Venezuela), y se nos vino acercando una moto. Venían dos tipos. El que iba atrás se bajó y me apunto con una pistola, y me dijo bájate que esto es un atraco. María Virginia se puso nerviosa y gritó, mientras tanto, el que manejaba la moto, viendo que yo estaba dispuesto a salir corriendo en el Mercedes, disparó su revólver y me dio aquí, justo en la frente, qué buena puntería.
Esa noche pasé a formar parte de las estadísticas que semanalmente informa la prensa acerca de los asesinatos de la semana.
Estuve un tiempo tirado allí, en la calle, hasta que llegararon unos policías y buscaron mis papeles, pero no encontraron nada porque ya el motorizado y su amigo se habían llevado mi cartera. Desde allí los policías me trasladaron a la morgue de Bello Monte y me tiraron en un cuarto donde fui a caer encima de un montón de cadáveres que estaban allí.
Y aquí estoy, en la morgue, llevo dos días y nadie ha venido a reclamarme. No sé qué pasó con María Virginia y su Mercedes, y claro, cuando a uno lo matan no sabe más nada de nada. En el taller me deben estar esperando. Se deben estar preguntando qué pasaría con Chucho. ¿Dónde estará Chucho?
Llevo tres días esperando que vengan a preguntar por mí y no llega nadie. A lo mejor de aquí me llevan a la Universidad para que los estudiantes hagan lo que les dé la gana con mi cuerpo. A mi lado está una chama linda que también fue asesinada de un tiro en la cabeza. Y cerca de ella está un chamo que le robaron la moto y después le dieron un tiro.
Ojala que venga alguien a buscarme, para ver si al fin, descanso en paz-
robertomalaver@cantv.net