Las agencias EFE y AFP informan que “rechazan beatificación de Paccelli (PÍO XII) a 50 años de su muerte”. Agrega la nota que tal rechazo proviene de críticas contra ese proyecto hechas por el “rabino de Haifa, Shear Yashuv Cohen, invitado especial en el Sínodo de Obispos que se celebra estos días en el Vaticano”, el cual fue inaugurado por Pío XVI el pasado 6 de octubre.
No podía ser de otra manera. Aun cuando las altas autoridades vaticanas alegan que ello no es cierto, pues señalan que Pío XII ordenó “a las instituciones religiosas católicas que protegieran a los judíos y refugiados durante la ocupación nazi de Italia” y como prueba de ello recuerdan la “circular de la Secretaría de Estado, del 25 de octubre de 1943, con las iniciales de Pío XII, en las que daba órdenes a las instituciones religiosas y todas las de la Iglesia Católica para salvar el mayor número posible de judíos”, es sumamente importante acotar que para esa fecha ya habían sido asesinados en las cámaras de gas y en los crematorios, más 4 millones seres humanos, entre judíos, comunistas, gitanos, homosexuales y personas discapacitadas.
El Papa Pío XII se había mantenido callado hasta entonces, no obstante que de esas horribles matanzas masivas ya se conocían sus detalles en toda Europa y, obviamente, en el propio Vaticano. Tal silencio ocurrió, según la opinión de muchos y muy destacados historiadores occidentales, incluidos hebreos que viven y trabajan en el propio Estado de Israel, en primer lugar porque el Papa hacía parte de quienes sostenían la tesis de que el comunismo pretendía apoderarse Europa y ante esa posición, jamás escondió su preferencia por el nazismo, así como porque la mayoría de los obispos y clérigos católicos de Alemania y de casi todos los países que cayeron bajo su égida, como Polonia, Eslovaquia, Croacia, Holanda, Lituania, Estonia, Hungría, Rumania, Bélgica y Letonia, excepto los de Dinamarca, Noruega y Grecia, mantuvieron estrechos lazos de amistad con el régimen hitleriano, cooperaron de forma abierta en los procesos de identificación de los judíos, permitiendo que la Gestapo revisara, sin limitación alguna, los registros de nacimientos y bodas de la Santa Iglesia Católica Romana, pero básica y, fundamentalmente, porque mantuvieron su prédica antijudía tradicional, sustentada en la abominable y falsa tesis de que los judíos habían asesinado al hijo de Dios y que ellos mismos, por tal horrible crimen, se habían auto condenado para toda la eternidad.
El tema ha sido ampliamente debatido y no obstante el mar de evidencias que existen acerca de que Pío XII fue excesivamente indulgente con el gobierno de Hitler, lo cual llevó a impedir que la atroz política de aniquilamiento por la “purificación de la raza” de ese sanguinario régimen, acabara con la vida de millones de seres humanos, sin la menor resistencia, el Vaticano jamás ha pedido perdón al mundo por ello. Pero es que es muy necesario agregar, como una evidencia más de su conducta complaciente e indignante con el nazismo, que aún después de terminada la segunda guerra mundial (mayo/1945), Pío XII debió ser sometido a una larga e inmensa presión por parte de los gobiernos de los Estados Unidos e Inglaterra, para que condenara el régimen nazi que había sido derrotado.
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